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México: Parte II

México: Parte II

XCARET (Viernes)

…Un nuevo amanecer, una nueva excursión. XCARET es un parque natural donde se pueden hacer múltiples actividades así como conocer a fondo la historia maya mediante sus espectáculos.

Aprovechamos para recorrer todos los caminos y disfrutar de todo tipo de especies marinas: tiburones, delfines, rayas… Uno de los mejores momentos fue sin duda recorrer los ríos subterráneos que nos llevaron de una punta del parque a la otra tras, tras hora y cuarto de nado. El trayecto es una auténtica maravilla, encontrando tramos de manglares, cuevas totalmente a oscuras y zonas abiertas pero rodeados de rocas de metros y metros de alturas con pequeñas cascadas que dan al río por el que nos movíamos. Es como nadar por mitad de la selva pero sabiendo que no vas a ser comido por un cocodrilo.

Un mundo por descubrir

Un mundo por descubrir

Otra de las cosas que siempre habíamos querido hacer y que al final no hicimos en Tailandia fue el buceo con bombona. El problema de hacer buceo es que requiere de una fase de iniciación y aprendizaje que hace que las primeras inmersiones sean muy básicas. Aquí, descubrimos la posibilidad de hacer una técnica diferente, conocida como Snuba, que consiste en estar conectados a través de un cable de 7 metros a una bombona que no llevas en la espalda, sino que se encuentra en una balsa. Estás totalmente libre de movimiento, desplazando la balsa flotante allá donde vayas, pero sin la complejidad de tener la bombona a tus espaldas. No lo dudamos, teníamos que probarlo! Tres, dos, uno, al agua! Tras esos primeros minutos aprendiendo a descomprimir, nos vimos sumergidos a 7 metros de profundidad en el mar del caribe. Mi primera experiencia  a tal profundidad y sin snorkel fue muy especial. Teníamos un monitor, éste sí con bombona, que nos iba indicando en todo momento. Las corrientes marinas nos desplazaron varios kilómetros de donde empezamos, pudiendo disfrutar por el camino de tortugas, cientos de peces de todos los colores y hasta barracudas! El silencio es absoluto y la sensación de verte rodeado de agua y de tantas especies que desconoces increible. Con el paso del tiempo, la sensación puede empezar a agobiar un poco, la boca a veces se reseca, la presión en los oídos puede molestar si no la llevas bien, pero todo forma parte de la experiencia. Sin duda esto es algo que tenemos que explorar más, quién sabe, igual algún día me saco el carnet de buceo!

Quitándonos la espina del submarinismo

Quitándonos la espina del submarinismo

La vuelta en lancha a la superficie fue rápida y huyendo de unas nubes negras que formó una tormenta en segundos. Fue llegar a tierra y empezar a caer una buena tromba de agua. Aprovechamos para comer y recuperar energías y dejamos la tarde para los espectáculos. Mención especial a la historia maya, un espectáculo de dos horas de duración que decidimos acompañar con una cena especial en primera fila, con unas vistas privilegiadas. Allí disfrutamos de una representación de ensueño que reflejaba toda la historia de México.

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Cena en Xcaret

Casi sin darnos cuenta, nos vimos ya de vuelta en el hotel, repasando todos los momentos vividos y casi sin tiempo para dormir, al día siguiente tocaba la siguiente excursión, esta vez con Javi: Cobá, Cenotes y Tulum.

COBA, CENOTES Y TULUM (Intento 2) (Sábado)

Llevábamos 4 días en México y ya habíamos podido experimentar playa, aventura, cenotes, cultura maya, hotel… La idea era probar un poco de todo y en base a las experiencias, elegir los siguientes planes. Queríamos repetir seguir experimentando, salir del hotel, cuanto más lejos mejor!

Javi nos habló muy bien de otra ciudad maya, Cobá, que significa “aguas turbias” en maya, así que allí que nos fuimos, con la idea de parar en algún cenote y pasar por Tulum a la vuelta. Si es que el destino nos lo permitía.

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Pirámide de Cobá

Cobá, en cuanto a superficie, es mayor que Chichen Itzá, pero menos conocida. La entrada nos resultó extremadamente barata (65 pesos, unas £3.5) pero decidimos pillarnos un guía para entender todos los detalles de la civilización maya, lo que supuso 600 pesos más. Una de las principales cosas que nos llamó la atención de la excursión fue la posibilidad de subir a la pirámide Nohoch Mul, la más alta del norte de la península de Yucatán. Nos contaba el guía como una turista, en su luna de miel, se mareó subiendo los 42 metros de pirámide, el marido, al ver que se desmayaba la mujer, intentó agarrarla, cayendo y falleciendo ambos. Cuando vi lo estrecho que eran los escalones y la inclinación de la pirámide, me extrañé de que tan sólo hubiera habido unos pocos accidentes y de que aquello siguiera abierto, pero no podíamos perdernos las vistas desde lo más alto así que empezamos a subir. A mitad de camino, Bea se empezó a marear: el cuello le volvió a jugar una mala pasada por lo que decidió, inteligentemente, desistir, y con ello salvarme a mi también la vida. Javi y yo seguimos hasta lo más alto, y creo que con tranquilidad puedo decir que nos encontramos con las mismas vistas que los mayas tenían hacía cientos de años: Una selva llena de árboles que el ser humano, todavía no se ha cargado. Una estampa de esas que no se olvidan.

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Vistas desde lo alto: Cobá

Tras horas de caminata, decidimos recargar fuerzas con un baño frío en el segundo y último cenote que visitaríamos en este viaje. En esta ocasión el cenote estaba totalmente cerrado, pero el agua todavía más transparente si cabe que el primero. Para cuando salimos, lo habíamos conseguido… Se nos había hecho tarde de nuevo para visitar Tulum, uno de los únicos sitios que teníamos claro que teníamos que ir sí o sí.

Lo bonito de viajar es que siempre tienes rutas y caminos que se abren a tu paso. Javi para compensar la falta de Tulum, nos llevó a cenar a un pequeño lugar en una playa virgen en el que te cocinan el pescado que pescan fresco en el día. Llegamos a las 18.00, y nos encontramos al camarero en la puerta que se despedía del patrón, como ellos dicen. “Lo siento chicos, pero estamos ya cerrados, no damos cenas” nos comentó… “No me diga, si venimos expresamente para eso”, respondió Javi. El chaval, muy educadamente, le dijo al patrón, que ya estaba en el coche para marcharse “Patrón, si quiere les atiendo, no me importa” a lo que el patrón le respondió “Lo que quiera, le doy a elegir”. Y el camarero, con una sonrisa en la cara, nos dijo, “adelante chicos, no podré ofrecerles menú, porque sólo nos quedan algunos peces frescos, pero son bienvenidos”. No me lo podía creer. Una playa virgen para nosotros. Un lugar vacío a punto de cerrar, y todos los trabajadores allí para atendernos, porque quisieron. Nos invitaron a sentarnos donde prefiriéramos y Javi, que se conocía el lugar, cogió una de las mesas y la puso en la misma orilla. No tocábamos el agua, porque no queríamos. Y allí estábamos los tres, con una cerveza fría recién abierta, mirando al horizonte mientras anochecía. Puede que ese fuera el mejor momento del viaje. Casi sin darnos cuenta nos vimos totalmente a oscuras, sin una luz, bajo el cielo más estrellado que he visto en mi vida. Pude contemplar una estrella fugaz, ¿mi deseo? Lo tuve claro, pero de momento queda entre yo y el mar del Caribe. Ya os lo contaré si se cumple.

Cena especial

Cena especial

La cena fue de lo más agradable, y empezamos a comparar cómo sería un sábado normal en Londres, comparado con el sábado que acabamos de pasar allí. Un ejercicio interesante que nos dio mucho que pensar. Dejamos el lugar, nos montamos en el coche con todavía unos 40 kilómetros por delante y hablando de los planes del día siguiente cuanto Bea sugirió un plan completamente diferente, digno de la filosofía del “A tope”. En su día Luis nos había hablado muy bien de la isla de Holbox, al norte. Por otro lado, ese mismo día, Javi nos había enseñado un video de las coloradas, unas salinas totalmente rosas que tenían una pinta espectacular. “Y si vamos a Holbox, pasamos la noche allí y salimos al día siguiente hacia las coloradas?”. Al principio, hasta a mi me pareció demasiado a tope, pero tras 2 km recorridos… dijimos… ¿y por qué no? A tomar por culo el todo incluido, vámonos de aventura. Javi, que no había estado en ninguno de los dos sitios estaba encantado… eso sí, no tendría esta vez un as en la manga. Estábamos los 3 en las mismas condiciones, ante lo desconocido. Sería una excursión de dos días, una nueva aventura.

Holbox & Las Coloradas (Domingo y Lunes)

No habían pasado ni 12 horas desde que Javi nos dejó en el hotel y ya lo teníamos de nuevo recogiéndonos. Volvía ese mariposeo propio de las pequeñas aventuras y lo desconocido. Tardamos unas tres horas en llegar a Holbox, por una carretera que literalmente cruzaba toda la selva: si hasta pudimos ver tarántulas cruzando la calle… Llegamos al pequeño puerto desde el que se va a Holbox, dejamos el coche y tras comprar una buena cerveza, nos metimos en el barco. La brisa del mar nos sacaba la sonrisa, que se convertía en carcajada cuando las olas rompían en el barco y nos salpicaban. Sin casi darnos cuenta ya habíamos llegado.

Paseando por Holbox

Paseando por Holbox

Holbox es una isla muy pequeña, fácilmente recorrible a pie, aunque es bastante común alquilarse carritos de golf para moverte entre sus calles de arena dura. Todos los edificios se ven antiguos y muy bajitos, se ve un pueblo frágil, pero con mucho encanto. Maleta en mano, recorrimos la calle principal y decidimos meternos en un bar para reponer algo de fuerzas. Tras repostar con un par de cervezas, nos pusimos a buscar hostal. El primero sólo tenía habitaciones con otras 4 personas, pero los 250 pesos nos pareció muy caro (£12), nada más salir, encontramos otro hostal que pese a su sencillez, nos dió muy buenas vibraciones. Nos ofrecieron una habitación a la que se accedía subiendo una escalera de estás sin patas que esta apoyada contra la pared. La escalera daba como a una tabla, sin barandillas, por la que pasabas para entrar en la habitación, que no tenía puerta, si no cortina, y por supuesto, no tenía baño. Allí había un colchón tirado en el suelo, sin somier ni nada más.  El precio? 200 pesos. Era…perfecto! No habíamos dejado el hotel de 5 estrellas para meternos en otro de lujo. Javi, por su parte, estaba justo enfrente de nosotros, con una cama para él sólo, y un pequeño agujero en el techo jaja, menos mal que no llovió…

Hostal de Holbox

Hostal de Holbox

Dejamos las cosas y sin perder tiempo nos fuimos a dar un paseo por la playa, donde nos relajamos con un pequeño baño y caímos secos en la arena blanca, con la única preocupación de no tener nada de lo que preocuparte. Nos despertamos y sin saber ni la hora que era nos fuimos al único chiringuito que había en la playa. ¿El menú? Una buena mariscada fresca que tardaron en preparar algo más de una hora. El tiempo suficiente para ver el atardecer y que se nos hiciera de noche. Con los estómagos llenos, marchamos para el hostal y es que ahí es donde empieza la magia del mochilero. Tomándonos una cerveza, se te acercan otros viajeros con el que compartes historias y haces amistades. Tuvimos la oportunidad de conocer a un artista Mexicano, y posteriormente saludamos a una chavala que salía justo del hostal. Cuando la chavala gira la cabeza para decir hola a Javi, se para, y con un grito dice “Javi? Pero qué hacés acá?” con un marcado acento argentino. “Nati?” respondió Javi. No me lo podía creer. Pero a quién coño va a conocer Javi en esta punta del mundo…! Resulta que se habían conocido hacía justo un año en Tailandia, y el destino les había unido de nuevo aquí. Nati, llevaba viajando dos años por todo Asia, Australia, Nueva Zelanda y ahora estaba por Centro América, a punto de cerrar la ruta (por ahora). Viaja con su novio y suelen moverse haciendo autostop. Sus planes eran haber ido a Valladolid, pero como la que les recogió en el coche iba a Holbox, cambiaron de plan…¿por qué no? si pueden hacer lo que les salga de los huevos. Lo cierto es que ese simple detalle me chocó mucho. Vivo en un día a día donde yo tengo todo planificado y en el que salir sin una agenda y un calendario conectado a mi Iphone es impensable, que el hecho de ver cómo Nati puede cambiar de planes de esa manera, me dio un poco de envidia. Si tenemos un coche de 5 plazas y ellos son dos, las cuentas eran claras, ya teníamos compañeros de viaje para el día siguiente.

Una buena mariscada

Una buena mariscada

Bea y yo estábamos rotos y nos fuimos con orgullo a la cama a las 22.00. La música de la radio venía de la recepción que estaba justo abajo y se escuchaba con claridad desde nuestro colchón. Un olor a porro entraba de vez en cuando por la cortina-puerta y de fondo, se escuchaban las risas de algunos mochileros contando anécdotas. Esa noche no nos habíamos duchado, la verdad es que la única ducha del hostal no invitaba para ello. Todas esas sensaciones sólo me hicieron sonreír mientras miraba al techo de madera de la cabaña. Notaba como los ojos se me cerraban de cansancio, y me quedé dormido mientras me auto-preguntaba… ¿Podría ser mochilero durante algunos meses?

Amanecí a las 6, que fue cuando el primer mochilero se marchó, pero luego volví a caer hasta las 8:30. Desayunamos unos tacos y zarpamos con nuestra nueva pareja de amigos rumbo a Las Coloradas. La ruta en coche fue de lo más entretenida: no todos los días te juntas con 3 viajeros eternos contando anécdotas: Un coche que se compraron en Australia y que no pudieron vender pero del que todavía conservan las llaves, como perderse de noche camino de ver un volcán y pasar la noche en un refugio, o como recorrer un país en Tuk-Tuk fueron algunas de las historias que amenizaron las 3-4 horas de viaje hasta que… nos paró la policía mexicana en mitad de la carretera. Un control algo sospechoso, en el que las gafas de sol de los policías, la vestimenta, y la metralleta que llevaban, impusieron mucho respeto. Yo ya lo veía claro: soborno y chupaita. Pero qué va, tras la pertinente revisión de pasaportes, sólo de los varones, nos dejaron marchar y llegar a nuestro destino.

Las Coloradas

Las Coloradas

Las Coloradas son unas salinas que hacen como una laguna totalmente rosada como consecuencia de un alga. Inconscientes de nosotros, y tras haber visto el video del tío bañandose en la salina, metimos nuestros pies y hasta cogimos piedras del sal del fondo, que lamimos para comprobar que efectivamente era sal… como el niño que chupa un limón para darse cuenta de que… es un limón? Pues igual. No tardaron mucho en llamarnos la atención y avisarnos del peligro de mojarnos en ese agua, aunque sinceramente, creo que no tenía peligro. Tras las pertinentes fotos, volvimos al coche y nos recorrimos unos caminos de arena increibles: disfrutamos del paisaje, de la vista de flamencos y una vez más de la sensación de libertad.

Naturaleza en estado puro

Naturaleza en estado puro

Teníamos un largo camino de vuelta así que volvimos sin ni si quiera cenar, pero paramos para comprarnos una coca cola y unas patatas. En la tienda, Nati vió un periódico que anunciaba la fiesta de disfraces de Halloween en Mérida. Camino de Valladolid, dónde dejaríamos a los mochileros, decidieron un nuevo cambio de planes, desde allí se irían directamente a Mérida. Igual hasta me estresa ese tipo de vida jaja.

Cuando ya los dejamos, decidimos coger la carretera comarcal en vez de la autovía para llegar a Playa del Carmen. Gran fallo. Las carreteras no tienen ningún tipo de iluminación, la lluvia empezó a ensuciar el parabrisas y lo peor de todo, se acumulaba el número de transeuntes y carrozas que paseaban sin iluminación ninguna por un andén inexistente. La tensión de Javi al volante era palpable, pero pese a las adversidades, conseguimos llegar al hotel. Hogar dulce hogar. Una buena ducha caliente,un buffet de todo incluido con un buen postre y una cama de 2×2. Otra sonrisa al techo y nuevas experiencias para recordar en mi bolsillo. Empezaba a autoresponder mis propias preguntas: mochilero sí, pero con ciertos filtros…

Hotel & Coco Bongo (Martes & Miércoles)

Lo necesitábamos. Queríamos pasar al menos dos días en el hotel descansando, cogiendo algo de color y disfrutando del todo incluido. Empezamos la mañana fuerte y llevábamos 3 rones a las 12 de la mañana. Ya entonados y mientras tomábamos el sol en las hamacas, la representante de Coco Bongo, la discoteca más conocida de Cancún y Playa del Carmen, se acercó para vendernos entradas. Lo había visto claro, éramos un blanco fácil. “Chicos entradas para Coco Bongo” nos dijo “Uf, lo habíamos pensado hace unos días pero ya va a ser que no, nos quedan 2-3 días” respondimos, sin demasiada convicción. “Y qué problema hay? Vayan hoy!” apuntó. Bea y yo nos miramos, sabiendo que ya estaba vendido, y le dijimos “a ver, cómo va esto…”. Cinco minutos más tarde ya estaba yo, con mi ron en mano, camino de la habitación para coger la tarjeta de crédito. Teníamos que ir a Coco Bongo…

Decidimos bajar el ritmo de bebida para llegar a la noche, nos metimos una hamburguesa entre pecho y espalda. Nosotros, y los mapaches con los que se comparte comida en el chiringuito de la playa y que le robaron medio perrito a Bea. Tras la comida, siesta y… dolor de barriga. Había estado todo el viaje de lujo, y justo me puse regular a dos horas de la discoteca. Conseguimos cambiar el día de la reserva para el día siguiente, en el que se repitió la historia. Playita, roncito en la piscina, siesta y dolor de barriga. A tomar por culo, no nos lo podíamos perder. Allí que nos plantamos y disfrutamos de unos temazos, 25 espectáculos sentados en nuestro reservado con nuestra botellita de ron. Los baños de la discoteca bien por cierto.

Cocobongo!

Cocobongo!


La vuelta fue a las 4 de la mañana, nos hicimos algunos amigos en el autobús de vuelta y volvimos a recordar experiencias mientras cenamos en la habitación, con el sol medio apareciendo. No había tiempo que perder, había que acostarse que Javi llegaba en 5 horas. Era la última oportunidad para ir a Tulum.

Tulum (Jueves)

Pensaba que nos iba a costar más despertarnos, pero estábamos frescos. No tuvimos tiempo de desayunar así que nos recogió Javi, que ya entraba en el hotel como Pedro por su casa, y paramos en un bar de carretera bastante conocido por los locales, llamado El Arbolito. Allí hacen unos batidos de frutas (o licuados) impresionantes. También nos pedimos unos tacos hechos a mano. El desayuno perfecto. Pese a que el día daba tormenta había amanecido soleado así que sin retrasarnos mucho más nos fuimos directos a Tulum. Lo habíamos conseguido! Las ruinas se ven relativamente rápido, en 45 minutos te da tiempo a ver todo. Impresiona mucho alzar la vista desde la muralla e imaginarse la llegada de monstruos desconocidos con velas llenos de humanos que se daban la vuelta sin muy bien saber por qué, para volver semanas más tardes con refuerzos. No nos podemos imaginar cómo se sentirían los mayas allá por 1492.

Tulum, un gran descubrimiento

Tulum, un gran descubrimiento

Terminó la excursión y decidimos cerrar el día yendo a comer a aquella estupenda playa donde tan bien nos atendieron días antes. A medida que íbamos llegando, el día se fue torciendo, al final resultó ser verdad eso de que era día de tormenta. A escasos metros del chiringuito, nos encontramos un cartel de un terreno que vendían. Lo vimos claro. ¿Y si llamamos a ver cuánto nos piden y montamos un terreno para montar un hostal? Pues eso hicimos… 450.000 euros por 800 metros cuadrados y 15 metros cuadrados de playa privada. Demasiado para unos simples soñadores. Nos dió igual, nos tomamos un buen plato de camarones, quesadillas y disfrutamos de las últimas cervezas bajo un toldo de plástico. El viento tiraba algunas sillas de la orilla pero nosotros estábamos protegidos del viento. El calor de la brasa en la que hacían el pescado fresco nos mantenía en calor. Pese al viento y la lluvia, no podíamos dejar de mirar al horizonte, sabíamos que era el último día y queríamos memorizar bien aquella estampa. Estampa a la que recurro ahora en los días fríos del invierno Londinense.

Javi nos devolvía al hotel bajo una lluvia ya torrencial, las calles se inundaron e impidieron un paseo por la quinta avenida de la Playa del Carmen. Llegamos al hotel, nos despedimos de nuestro amigo y guía e intentamos dejar las maletas hechas para disfrutar de la última mañana antes de ir al aeropuerto.

Vuelta a Madrid (Viernes)

Pese a no hacer un día de playa, el viernes fue mucho menos duro de lo que imaginábamos. El hecho de hacer parada en Madrid y ver a mi familia también nos ayudó psicológicamente. Nos sentarnos en unas hamacas e hicimos un buen balance de todo lo que habíamos vivido y de lo que queríamos hacer con nuestras vidas en esta nueva etapa como marido y mujer. Decía que a veces, hace falta parar para poder seguir. Nosotros llenamos el tanque de gasolina, trazamos la ruta de nuestras próximas aventuras e hicimos el planning de nuestros próximos objetivos, y no tardamos ni 10 horas desde que aterrizamos en Madrid para ponernos manos a la obra. Desde ahora, y de forma oficial, arriesgaremos y ganaremos juntos.

Arriesgaremos y ganaremos juntos

Arriesgaremos y ganaremos juntos

Luna de Miel: México – Parte I

Luna de Miel: México – Parte I


Siempre recordarás tu Luna de Miel, me decían, y la verdad es que no se equivocaron. Tras estar más de un año organizando con cariño el bodorrio, los contratiempos vividos por el camino y el estrés sufrido cuando decidí cambiar el mundo de la agencia por Google, creedme que estaba más que preparado para “desconectar” durante un par de semanas.

Siguiendo la línea de vacaciones en destinos de playa que empezamos hace 3 años en Cuba, y que seguimos con Tailandia, México fue el destino por el que nos decantamos. El plan estaba claro, disfrutar de las playas idílicas, pero sobre todo conocer al México de verdad, degustar la comida local, entender la historia maya, embarcarnos en alguna aventura y lo más importante de todo: dejar de acelerar durante unos días, porque a veces hay que parar para poder seguir…

México siempre será un país especial para nosotros, ya no sólo por todo lo que hemos vivido allí, sino por lo que nuestro roomie, Luis, ha aportado a nuestras vidas. Luis influyó mucho en nuestra decisión y nos mostró todas las opciones que nos presentaba su país: aventura, playas, cultura y gente cariñosa. Para cuando reservamos los billetes no lo sabíamos, pero al final resultó que tendríamos un guía de lujo: Javier Godínez, un eterno viajero, creador de www.vivirparaviajar.com y amigo de la infancia. Javi se perdió nuestra boda pero nos acompañó en la luna de miel y nos preparó unos planes impresionantes que nos permitió vivir esta experiencia de la manera que habíamos soñado.

Tras cerca de 20 horas de viaje (Hotel – Maria Zambrano – Atocha – Barajas – Cancún – Playa del Carmen), conseguimos aterrizar e inmediatamente despertamos del letargo al que la burbuja de Londres nos tiene sometidos. La humedad y altas temperaturas ya nos pusieron de buen humor, pero el mariposeo que empiezas a notar en el estómago camino del hotel es lo que nos hizo darnos cuentas de que estábamos vivos, de nuevo. Llegamos al Sunset Princess, entramos en la habitación y no pudimos evitar el salir corriendo a la terraza para ver el acceso directo a la piscina. Allí disfrutaríamos de un perrito y una hamburguesa con patatas, recogidas del bar de 24h, y abrimos la cerveza; era el momento de brindar, empezaba la aventura…

Teníamos claro que no íban a ser unas vacaciones de resort, el primer día amanecimos a las 5.30 de la mañana, quizás provocado por el jet lag, y decidimos disfrutar del amanecer y de un paseo por la playa. Repusimos fuerzas con un buen desayuno y aprovechamos para conocer todas las excursiones habidas y por haber. Acto seguido, y con la información fresca en nuestras cabezas, nos fuimos al Spa para que las burbujas del jacuzzi y un buen masaje nos ayudarán a liberar tensiones acumuladas. Ya sí, estábamos preparados para tomar decidir nuestras primeras excursiones.

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Primer amanecer en México

Akumal & Tulum (Intento 1)

Nuestra primera excursión con Javi fue a Akumal, una playa de arena fina blanca y un mar templado de tono verdoso-azulado que te recuerda que estás en el Caribe y no en el Mediterráneo. Me sorprendieron muchas cosas: lo vacía que estaba la orilla, la ausencia de sombrillas o de mujeres haciendo top-less, pero sobre todo, el comprobar que efectivamente, se puede nadar con tortugas que se mueven libres, haciendo la experiencia única. Disfrutamos de una cerveza en la orilla, mientras los tres nos poníamos al día de nuestras vidas y arreglábamos el mundo.

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Playa de Akumal con nuestro guía

Decidimos comer en un bar donde los camareros llevaban un mensaje en sus camisetas “You hook it, we cook it” que traducido es “Tu lo pescas, nosotros lo cocinamos”. Gran acierto. Salimos de allí con un pulpo, camarones y un pescado blanco entre pecho y espalda. Y con eso te puedes hacer una idea de lo que entiendo de pescados.

Salimos hacia Tulum, las ruinas desde donde se divisó la llegada de los españoles. Lamentablemente llegamos ya para cuando la entrada a visitantes estaba cerrada. Se creaba así la maldición de Tulum. ¿Tendríamos posibilidad de volver otro día? Cambiamos de planes y nos metimos por unas rutas en coche desconocidas, que resultaron llevarnos a una playa virgen donde no había absolutamente nadie. ¿Cómo puede haber playas de ese calibre vacías? Lo bonito de adentrarte en caminos desconocidos, es que puedes encontrar santuarios donde divisar una puesta de sol sentados en un muelle de madera, como si de una película se tratara.

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Atardecer desde el muelle

Otra ventaja de tener un amigo como guía top es que te puede gestionar la excursión del día siguiente a Chichen Itzá mientras conduce, y en un par de Whatsapps. Dicho y hecho.

Chichen Itzá – Cenote – Valladolid

Madrugar cuando estás de viaje no es madrugar, es disfrutar más tiempo de tus vacaciones. Así que nos vimos en ese autobús de todo incluido camino a una de las 7 maravillas del mundo moderno muy temprano.

La primera parada fue en el cenote Hubiku. Al entrar, vimos dos mayas haciéndose fotos con los turistas, y por algún motivo, aquello me recordó a la película de Apocalypto y me transportó en el tiempo, pudiendo imaginarme cómo sería aquella cavidad hacía cientos de años. La primera impresión es espectacular, nunca había estado en un cenote antes… La temperatura baja considerablemente a medida que vas descendiendo, la entrada del sol por el único orificio que lo conecta con el exterior y la cruz de fondo le da un aspecto divino. Las aguas cristalinas transmiten la pureza del sitio. Una imagen que jamás olvidaré. No tardamos en meternos en el agua, tan dulce como fría. Lo que me terminó de enamorar del sitio fue la sensación al estar tumbado en el agua, con la cabeza lo suficientemente hundida como para tener los oídos bajo agua pero pudiendo contemplar esa maravilla con una respiración tranquila. Había un silencio absoluto, que sólo se interrumpía cuando los mayas hacían sonar uno de sus instrumentos. Cerraba los ojos y sólo sentía paz interior. No fue fácil salir de aquel paraíso pero había que continuar, nos esperaba Chichen Itzá.

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Cenote Hubiku

La historia que hay detrás de esta pirámide es sublime: 4 caras de 91 escalones cada uno que dan pie a un escalón único final para hacer 365 escalones, lo que conforma los 365 días del año. El guía nos contaba cómo los 21 de Marzo y 20 de Septiembre de cada año, se produce un evento único al atardecer: Al ponerse el sol, lo escalones, que tienen una inclinación perfecta de 45 grados, provocan una sombra simétrica sobre la roca que forma la figura de una serpiente, cuya cabeza de piedra se encuentra en la base de la pirámide. El conocimiento astronómico que podían tener los mayas hace cientos de años es tan abrumador, que hace todo el monumento digno de visitar.

La serpiente

La serpiente

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Chichen Itzá, una maravilla moderna

Nos dirigimos a una de las caras de la pirámide y comprobamos como, al aplaudir, los escalones transportan las ondas sonoras hasta el interior de la pirámide, que devuelve un sonido, justo en la dirección contraria, emulando el sonido que hace el ave real de México. Allí estábamos todos aplaudiendo, intentando encontrar el fallo a tan semejante historia.


Sin tiempo de digerir tanta sorpresas, divisamos el que fue el estadio de pelota maya más grande de México. Allí nos contaron como se jugaban partidos sagrados cada 52 años, donde las clases altas y el rey, eran testigos de un partido con los mejores jugadores del momento. La pelota maya consiste en golpear la bola con la cadera o los codos, e intentar introducir la pelota en una especie de aro bastante pequeño que se encuentra a una altura considerable. Visto en directo parece imposible. Dicen que la pelota podía pesar hasta 3 kilos y que era tal el esfuerzo, que los partidos no podían durar más que unos pocos minutos. Lo que hace la historia todavía más increíble, era lo que sucede al final. El mejor jugador del equipo ganador, era sacrificado por el mejor jugador del equipo perdedor, como ofrenda a los dioses para garantizar años de bonanza y de buenas tierras en el futuro. Vaya, que ahora sé por qué fallaron Griezman y Juanfran los penaltis en la final de la Champions, por si acaso…


Salimos de aquel paraíso con muchas cosas que digerir. Paramos en Valladolid para fotografiar la primera Iglesia creada por los españoles en 1537 y ya de ahí partimos para el hotel de vuelta. Había que aprovechar la barra libre así que empezamos a beber cervezas y algún cocktail que otro, pero de forma responsable. A nuestro lado nos tocó una pareja de chilenos y una de españoles. El chileno, de unos 55 años, había estado en Chichen Itzá, embadurnado de crema solar, sus gafas de sol, y un pequeño bastón que, con todos mis respetos, le hacían un personaje de cuidado. El autobús lo transformó y se convirtió en el alma de la fiesta. El guía de la excursión sacó 3 botellas de 3 litros de tequila, y allí que empezaron, codo con codo el español y el chileno. Una por ti, otra por mi, una por tu país y esta por Hilary. El español creo que fue un poco Trumposo y no bebió tanto como el chileno, pero ganó. Dejó al chileno balbuceando, sin poder pronunciar una palabra. No sé como ese hombre pudo bajar del autobús ni si se acordará de todo lo que habíamos visto horas antes.

Recuerdo esa noche, como al acostarme me quedé pensando en la cantidad de cosas que el mundo tenía que ofrecernos, en lo vivido y en lo que nos quedaba por disfrutar. Como viajar sigue dándonos regalos inolvidables y cómo el conocer otras culturas y formas de vivir nos cambian poco a poco como personas. Dormí con una sonrisa en la cara, pero no había tiempo para soñar mucho, nos teníamos que despertar al día siguiente para ir a Xcaret. Pero eso ya, lo dejamos para otro post.


El mejor día de nuestras vidas

El mejor día de nuestras vidas

Y entonces llegué al inicio del pasillo, agarrando con cariño el brazo de mi madre, que también me daba la mano mientras me susurraba “la tienes helada, pobrecito”. Palabras de cariño y protección, pero para mi, mucho más que palabras. Prácticamente nadie sabe que 6 semanas antes de la boda recibíamos la noticia de que mi madre tenía cáncer de útero y que había que operarla inmediatamente. Es entonces cuando todo se te pasa por la cabeza y cuando te das cuenta de que la vida no es tan controlable como uno pueda pensar, de que caminar por la alfombra blanca agarrado a lo que más quieres es un lujo que hay que saber valorar. Seis semanas, ese es el tiempo que le ha llevado para ser operada y para satisfactoriamente recuperarse, algo que sólo hacen los verdaderos guerreros.

Un camino al altar si cabe aún más especial

Un camino al altar si cabe aún más especial

Los dos paramos al inicio del pasillo, y ahí estabais todos, las 130 personas más importantes de mi vida, más alguna que otra que no pudo asistir pero que estuvieron de otra manera presentes. Sonrisas sinceras, lágrimas de alegrías, miradas cómplices. Inspiré hondo y empezamos a caminar, lo habíamos conseguido… pero no todo es tan sencillo como pueda parecer…

El proceso de la boda empezó hacía año y medio en Tailandia, nuestro último viaje juntos que sirvió para que propusiera matrimonio a la que hoy es mi mujer. Una pedida de ensueño que tendré la suerte de poder recordar toda mi vida, incluso cuando la memoria falle, y es que minutos antes de dirigirnos a la Sunset beach en Koh Lipe, Bea sugirió que colocáramos la GoPro a nuestras espaldas para hacer un timelapse y poder estampar lo que sería el atardecer más bonito de nuestras vidas. Un momento mágico que confesé a mi hermana que sucedería semanas antes a través de Skype, y que tras conocer la noticia rompió a llorar de emoción. Una reacción que habría pagado por tener grabada y que fue lo que originó la idea de grabar vuestras reacciones al contaros que nos casábamos, reacciones que demuestran el cariño y la amistad que nos une, algunas de ellas tan buenas que nos obligó a hacer un ranking!

Empezaron los preparativos, empezaron las sorpresas, sorpresas que se convierten en aventuras, aventuras que pasan a anécdotas. Me encantan las sorpresas, y la vida está llena de ellas: a las sorpresas buenas las dejamos con ese nombre, a las sorpresas malas les llamamos problemas, contratiempos. Yo intento tratar por igual a todas las sorpresas, tomármelas con filosofía, la filosofía de “donde nos lleve la vida”, porque al final, son ellas las que nos forman como personas, la que forjan nuestra forma de ser.

Miro por la ventana del AVE y compruebo como dejamos atrás a una velocidad de vértigo cosas que hacía un segundo no veía ni que tenía delante. Cierro los ojos y veo todo lo que Bea y yo hemos recorrido para llegar hasta aquí: nos veo hace exactamente 5 años montándonos en ese vuelo cargado de ilusiones con rumbo a Colchester, visualizo muchas tardes estudiando y preparándonos para nuestra nueva vida juntos. Recuerdo los madrugones de Bea a las 4 de la mañana camino del hotel, o sus llegadas a casa de madrugada tras 12 horas en la terraza fría del restaurante. Revivo con orgullo todas esas decisiones importantes que hemos tomado juntos en nuestro bar de al lado de casa, los sueños compartidos cada sábado mientras sorbemos el café y mordemos la tostada con aceite y tomate restregado que nos transporta a orillas del Mediterráneo, a nuestra verdadera casa.

Los preparativos de la boda han sido un bonito reflejo de lo que es la vida, sorpresas y contratiempos que suceden mientras el mundo sigue dando vueltas: cambios de localización tras tener todo apalabrado y fianza pagada que nos llevó a organizar todo de nuevo y a conocer gente como Patricia Navarro y Arteboda, que nos ha ayudado con los preparativos, o con Fran y Sáboga que nos dió de comer no sólo en la boda, sino también en Sevilla para probar el menú y en casa de Bea como prueba oficial. Mi madre tuvo tiempo para pasar por quirófano, no una, ni dos sino hasta tres veces (y las que me deje en el tintero). La madre de Bea tuvo tiempo para fracturarse la muñeca y conseguir quitarse la escayola a dos semanas del día señalado. Mi hermana consiguió lanzar su negocio, mi primo terminar sus estudios, varios amigos decidieron quedarse embarazados y tener niños … Hemos tenido hasta 6 bajadas a España para organizar todo, hemos recibido la ayuda de mi hermana que nos diseñó la invitación y los auriculares, lo he celebrado con mis niños en una despedia de soltero involvidable, lo he celebrado con la familia y los testigos en esa firma oficial del 1 de Septiembre. Tuvimos tiempo de perder el vuelo más importante de nuestras vidas a tres días de la boda por cambios en los horarios que nunca nos fueron comunicados. También me he visto a un mes de la boda sin traje teniendo que empezar de cero, una vez superado eso nos vimos a 2 días de la boda sin vestido y sin traje por fallos en taller… También fuimos testigos de una tormenta impresionante a 48 horas de la boda… si hasta escribí por Twitter a Mario Picazo buscando su bendición…. El caso es que tras tantas y tantas aventuras llegó el día de la boda.

Pasaporte con destino al viaje de nuestras vidas

Pasaporte con destino al viaje de nuestras vidas

Todo estaba dispuesto y mi tío se disponía a sacar el Mercedes del garaje para ir a grabar a casa de la novia. Entonces la puerta del garaje se rompió siendo imposible su apertura. Tras probar distintas llaves e incluso llamar a mantenimiento, la puerta seguía sin abrir. Cuando empezó a cundir el pánico, y como si de un milagro se tratara, la puerta se abrió. Sólo yo sé que fue mi abuelo, que en paz descanse, el que vió ahí la oportunidad de guiñarme un ojo como siempre hacía cuando cometía una gamberrada, cuando acertaba la quiniela con su dado único o cuando daba dinero a escondidas. Era su manera de estar presente en ese día tan especial. Gracias abuelo.

Era el momento de disfrutar, de ver como Elvira plasmaba momentos mágicos mientras nos vestíamos, de ver como mi madre nos solucionaba a todos la papeleta tras llegar radiante de la peluquería, de ver los nervios de mi hermana y mi padre ensayando el discurso. Era el momento de ver a mi tio entrar en casa cámara de video en mano y de ver a mi cuñado hablando por 15 desayunando a una hora de salir de casa. A mi madre no le dió tiempo ni de mirarse al espejo antes de salir por la puerta. ¿Como se puede uno poner tan nervioso cuando sabes que vas a estar con los tuyos? Camino de la Casilla de Maera, hubo tiempo para soltar un par de carcajadas “Tío, eso que hay en el cristal es una cagada de pájaro?” “Joder joder joder! A tomar por culo los 30 euros del lavado de coche en el Corte Inglés” es lo único que salió de su boca jajaja. Ya entrando en la casilla, mi tío fue a quitarle la capota al descapotable, y se le rompió en ese mismo momento, una vez más, esta vez dando golpes desde el maletero, pude escuchar su desesperación “Joder, joder, jooooooooder” jajaja.

La novia

La novia

 

El novio

El novio

Que bonita es la vida cuando pones las cosas en perspectiva, ya ves tu el problema de que no abra la capota… lo importante es que lo hemos conseguido y mi madre me acaba de dejar en el altar. Me doy la vuelta mientras empieza a sonar “In a thousand years”, como si de una película se tratase todo lo descrito anteriormente pasa en 2 segundos por mi cabeza, y entonces allí aparece Bea, que también se para y desde la distancia nos miramos. Lo bonito de encontrar a tu media naranja es que en momentos como este, te puedes leer la mente, y notaba como Bea me decía algo que ya me había dicho antes “Nunca te he visto llorar, mi objetivo es hacerte llorar mientras camino hacia al altar” “Lo siento cary, pero es que no suelo llorar, no te lo tomes a mal” le respondía… A tomar por culo mis palabras, los ojos empezaron a humedecerse en el mismo momento en el que ella comenzó a caminar. Intenté contener las lágrimas, pero note rápido ese frescor de la lágrima al caer por la mejilla. Todavía veo esa sonrisa de orgullo y esa mirada húmeda que me decía “lo conseguí”.

Una mirada que dice todo

Una mirada que dice todo

La ceremonia fue una auténtica montaña rusa de emociones, todos y cada uno de los discursos me hicieron llorar. Mi padre me hizo entender que era un gran hijo, mi hermana después de humillarme confesó haber aprendido muchas cosas de mí, entre ellas y tras romperse, la importancia de ser valiente. María explicó el significado de la amistad y Arkero, Alberto y Juanjo demostraron que la distancia no es suficiente para separar lo que nos une de una forma que jamás olvidaré (aunque creo que todavía tienen las ronchas en su piel, estoy seguro de que se recuperarán de esta…).

Una imagen vale más que mil palabras

Una imagen vale más que mil palabras

Entonces apareció mi abuela, con un discurso sorpresa y una historia que llevaba guardada en el corazón durante 30 años. Explicó a todos los presentes como en un paseo por Madrid cuando yo era un macaco le pedí que me comprará chucherías, ella se negó para no malcriarme y yo me cogí una buena pataleta. A la vuelta de casa, vi otro kiosko y entonces yo dije en voz alta “la abuela no compra chuches”, aquello fue como un puñal directo a su corazón que en ese momento se sacó y tiró al suelo… Con esa misma mano me entregó una tarta de chucherías hecha por ella misma que decía “La abuela no si compra chuches”. Todavía recuerdo lo que me costó recuperar la respiración, pero no fui el único, dejó a los 130 asistentes con el corazón en un puño. Se convirtió en la abuela de todos. Es curioso como un detalle tan pequeño, como aquel paseo, ha podido marcar tanto a mi abuela, y como todo lo que ha hecho por mi en los 32 que tengo le hayan pasado por alto. Abuela no estaría donde estoy, sino fuera en parte por ti, y no te preocupes que ya me he comido casi todas las fresas,.. el resto nos las llevamos para México!

La abuela sí compra chuches

La abuela sí compra chuches

La ceremonia acabó con la lectura de un texto especial para nosotros, un ritual del viajero que Eduardo Banderas, nuestro oficiante de boda, leyó con una maestría que jamás olvidaré. Nos vino a decir que en este viaje que comienza, la ilusión por conocer nuevos caminos ha de ser superior al miedo a lo desconocido, que disfrutaremos de atardeceres únicos como el de Tailiandia pero que cuando haya tormenta nos atrevamos a bailar bajo la lluvia. Tras darnos el sí quiero, salimos por donde entramos, pero con una sensación diferente, de unión, y empezamos la sesión fotográfica con Elvira y Jesús mientras los invitados abrían sus regalos: unas postales que contenían un vídeo personalizado con los mejores momentos compartidos que podrían disfrutar con unos auriculares también personalizados. Y es que la vida es eso, pequeñas postales que nos da el día a día y que nos hacen ser quienes somos.

Las postales que nos da la vida

Las postales que nos da la vida

Ya nos lo habían avisado, “os iréis con la sensación de haber visto a todo el mundo pero de no haber estado con nadie” y así fue… “disfruta de cada minuto” me decía mi tío que siempre nos seguía con la cámara. Me pareció ver a Mercedes Milá por ahí diciendo “yo quiero a ese tío grabando en la casa de Guadalix de la Sierra!” estaba en todas partes! Las horas pasaron como si fueran minutos pero hubo tiempo…

Hubo tiempo para disfrutar de un ambiente donde notamos el cariño y el disfrute de la gente, para conocer a nuevos miembros de la familia como Naia o a las últimas incorporaciones al grupo como María o el pequeño Jack. Hubo tiempo para reencuentros, muchos reencuentros. También para celebrar el cumpleaños de Curro, para abrir regalos inolvidables, para que nos dejarais mensajes en el libro de firmas que Juanjo & Sara nos pusieron y graciosas fotos en el fotomatón, para partir la tarta con Californication de fondo y para hacer un guiño especial a nuestros padres con esa foto en familia. Tuvimos tiempo de convenceros para hacer un baile de bodas genial a lo Hitch que nunca olvidaremos, de emocionarse con el video regalo sorpresa de mi hermana y de reir a carcajadas con el montaje en el que todos los seres queridos nos demostraron una vez más su cariño (mención especial a Laury y Sandra, omnipresente). Hubo tiempo de disfrutar de un conciertazo con la presencia de Tarifa Plana que abrió la fiesta sacándonos lo mejor que llevábamos dentro, qué manera de animar…. Hubo tiempo para recordar historias en la zona del chill out o para ver cómo cuerpos de 87 años tienen más energía que algunos de 32. Hubo tiempo para sonreir, para llorar, para extrañar a los ausentes y para abrazar a los presentes. Y aunque la noche pasará volada, hubo tiempo para una cosa más, y quizás la más importante de todas. Hubo tiempo para darse cuenta de que nosotros pertenecemos a esta tierra y con esta gente. Nos dió tiempo a sentirnos como en casa, como si nunca nos hubiéramos ido.

Gracias de corazón por habernos hecho pasar el día que sin duda es ya, el mejor de nuestras vidas. Como os dijimos en la postal: brindamos por todos los momentos que nos quedan por vivir.

Que vivan los novios!

Que vivan los novios!

Despedida de Soltero

Despedida de Soltero

Dicen que todo lo que pase en una despedida de soltero se queda allá donde se haya celebrado, pero es que esta gente es tan grande, que me he visto obligado a compartir con todos vosotros algunos detalles de lo que supuso un fin de semana mágico. En esta ocasión se trata de un post diferente, y es que una imagen vale más que mil palabras.

 

A todos los que hicisteis este fin de semana posible, GRACIAS. Gracias por juntaros 17 personas, y transformar grupos diferentes en sólo uno. Gracias por sacarme de Londres y llevarme a las playas portuguesas. Gracias por hacerme desconectar durante todo un fin de semana. Gracias por recordarme todo lo que me queréis. Gracias por las risas y por las perrerías, por los bailes y los cánticos, por tanta torta y tanto abrazo. Gracias por saber compaginar el deporte y el alcohol, el aire fresco y el humo, el día y la noche. Gracias por ser como sois. Por vuestra culpa, sólo planteo volverme cada día antes, y por eso también os he de dar las gracias. Gracias por tantos momentos únicos, y gracias por todos aquellos que aún nos quedan por vivir. Sólo os puedo pedir un último favor: pedir la mano a vuestra pareja ya… Estoy deseando organizaros la vuestra! Os quiero hermanos!