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Tailandia: Koh Lipe & Railay

Tailandia: Koh Lipe & Railay

Nuestra estancia en Phuket fue vista y no vista. Nada más aterrizar cogimos un taxi, que bien podría haber sido uno de los actores de Fast & Furious e hicimos noche. El tío de la recepción era exactamente igual que el amigo gordo de Novita pero tenía una una voz de pito increíble, costaba no reirse al hablar. El chaval estaba tomándose como un batido con hielo para refrescarse con tanta ansia que se le caía en la camiseta. Nos hizo esperar 3 minutos sin exagerar hasta que se lo terminó, mientras nos explicaba, con una gota de sudor en la frente, que no le estaba refrescando lo suficiente. Allí dormiríamos 5 horas antes de salir en taxi hacia el puerto a las 7.30 de la mañana para coger el speedboat rumbo a Koh Lipe. Bea no quería coger un tuk tuk porque le dolía el cuello todavía y claro, el tuk-tuk es más incómodo cuando pega algún que otro bote inesperado… muy sensata ella.

Digo esto porque minutos más tarde, nos vimos a unos 150 km por hora en el puto speedboat, con dos motores de 225 cv cada uno, dando unas ostias contra el agua que nos descolocó todo los huesos y músculos que tanto habíamos cuidado a base de masajes en Chiang Mai. Había gente que decidió ponerse de pie para evitar los impactos. Se nos saltaban las lágrimas, fruto de la risa, los nervios y puede que a Bea un poco del dolor. La verdad que no fue una experiencia agradable y que tuvimos que padecer durante una hora, antes de hacer un transbordo a otra lancha, ésta más grande y en la que aquí sí pudimos disfrutar del paseo. Me acordé de mi madre, o de los momentos en los que yo he estado mal de la espalda. De verdad os digo que no habría durado ni 1 minuto antes de hacer parar la lancha y tirar al tío por la borda.

Los paisajes que vimos no se pueden explicar con palabras. Creo que de imaginarme el paraiso sería algo así. No sé en cuantas islas paramos a recoger y soltar gente antes de llegar a la nuestra, que da casi con Malasya. ¡Daban ganas de bajarse en todas y cada una de ellas! A medida que nos acercábamos a una, nos mirábamos en plan “como sea esta hemos triunfado”. Independientemente de la isla que se escoja creo que, por lo que vimos, todas serían un acierto.

ducha

Baño al aire libre

Tras 5 horas en lancha, llegamos finalmente a nuestro destino. Koh Lipe no defraudó. Habíamos reservado en lo que sería el mejor hotel hasta el momento, Mali Resort. Una pedazo cabaña, con la mejor cama en la que jamás hemos dormido, terraza y un baño al aire libre donde nos daríamos unas duchas memorables. Era una sensación rara porque estás en pelotas sin un tejado que te cubra, pero sabiendo que en principio otros huéspedes no tienen manera de verte. Curiosamente el retrete también estaba fuera, lo cual hacía las cagadas nocturnas bajo tormentas (que no fueron pocas, ya me conocéis)  muy divertidas.

cabaña

Cabaña Mali Resort

amaca mali

Estresadísimo

El mar tenía infinidad de tonalidades en el horizonte pero al mismo tiempo era transparente. La arena blanca y los parajes verdes de fondo invitaban a pasear eternamente. No dudamos en adentrarnos en el mar para, con nuestras gafas y snorkel, divisar decenas de tipos de peces, corales y erizos. Conseguimos ver hasta a Nemo y su familia. Todo esto a menos de 10 metros de la orilla. ¿Es esto real, o estoy soñando? Intentamos hacer fotos y vídeos de todo, necesitaba compartir esto con vosotros. ¿Cómo es que no habíamos venido a Tailandia antes? Entre corales, erizos y peces, salió una serpiente marina (que no culebra) que Bea pilló con la go pro. La muy puta se movía por el agua que era imposible predecir sus movimientos. Sensato de mi, me alejé de la posición, mientras que Bea la perseguía buscando el mejor plano. Se me oye en el video (aunque no se me entiende) los gritos de “que no sabes si pica!” con la idea de que Bea saliera de ahí… yo no se de donde ha sacado esa locura, insensatez o lo que sea pero me hizo quedar de cagón. Ahí adquirió el mote de Llamas de la Jungla.

Erizos

Familia de Erizos

atardecer

Puesta de Sol en Sunset Beach

Koh Lipe tiene básicamente 3 playas. Pattaya, donde nos alojamos los dos primeros días. Sunset beach, donde fuimos aver una de las puestas de sol más bonitas que recuerdo y Sunrise beach, recomendada para ver el amanecer (que no vimos) y dónde pasamos nuestros dos últimos días, concretamente en el Castaway Resort. Este resort no era tan lujoso como el primero, pero también tenía mucho encanto. Desayunar por las mañanas con la orilla de fondo mientras escuchas romper las olas es una sensación que valoras cuando dejas de vivir en ciudades con playa… ¿Y si nos quedamos a vivir aquí y montamos un negocio? ¿En qué momento la gente que había allí lo había decidido? ¿Por qué no me atreveré yo a hacer algo así? Pasamos los días tomando el sol, bebiendo cocktails y paseando. No sé cuantas puestas de sol vimos, pero creo que es algo de lo que no me cansaría. O quizás sí, el ser humano es así. También enseñé a Bea a jugar al poker, y he de reconocer que me metió en la boca. Me hizo un farol, teniendo yo pareja de Reyes que jamás olvidaré. No tenía piedad, aún haciéndole un all in, me quería seguir metiendo fichas. Hay que tener cuidado con ella, está muy loca, en serio.

castaway

Recuperándome de la derrota al Poker

pano sunrise

Sunrise Beach. La punta

Así fue como recargamos las pilas antes de partir para Krabi, concretamente a Railay Beach. Me enteré antes de ir de que es la playa a la que Dani Rovira fue en “Planeta Calleja” unos meses atrás. Lo cierto es que llegamos a Krabi sin hotel, así que improvisamos y decidimos ir directamente a Railay y buscarnos la vida. En el puerto donde cogimos la barca, conocimos a 3 madrileñas muy buena gente. Nada más llegar a Railay, nos sentamos en la terraza del bar de un hotel a tomar una cerveza mientras buscábamos hotel con el móvil. Una, dos, tres… nos acabamos colocando y resultó que el hotel en el que estábamos bebiendo era el más barato de la isla, ¿destino? Puede… Comprobamos precios via Tripadvisor y consultamos en recepción. Hicimos la reserva por Internet, que salía más barato. Al final resultó que no tenían disponibilidad de la habitación que habíamos contratado así que nos dieron una superior, triunfada. Nos dimos un bañito en la piscina para que se nos pasara la rápida resaca de las cervezas, cenamos y nos bebimos un cocktail mientras enseñaba a Bea a como realmente jugar al Jenga, era el momento de la venganza.

pano railay

Panorámica de Railay Beach

Railay beach es conocida como la playa de los escaladores, por sus magníficos acantilados, lo que hace las vistas expectaculares. Es ese contraste lo que realmente nos impactó. Eso, y el hotel al que nos fuimos la mañana siguiente y al que nos invitaron mis padres como regalo de santo. El mejor hotel en el que he estado en mi vida. Su nombre, Sandsea Resort. Una cama que no sabría decir si es más ancha que larga (Bea no alcanzaba de una punta a otra.. ¡aunque tampoco eso es muy dificil!) un baño que se comunicaba con el salón, una enorme terraza y unas vistas de la playa desde las tumbonas de la piscina que cuesta describir. Ese paraíso sería la última parada antes de volver a la realidad. No pudimos sacarle más provecho. Más sol, comida, cerveza y batidos de sandía.

hotel sandsea

Gran hotel. Gran regalo.

El último día lo reservamos para ir a uno de los sitios más bonitos que recuerdo, el mirador. Para ello hay que hacer una pequeña escalada. Lo que resultó relativamente fácil de subir, resultó bastante complejo de bajar. Cualquier tropiezo o resbalón ahí provocaría una caída mortal sin duda alguna. Eso sí, las vistas que nos esperaban, merecían bien la pena. Desafortunadamente los problemas de cuello de Bea le impidieron subir, al final va a resultar que la mierdecilla de la relación ¡no soy yo!

mirador

Mirador de Railay Beach

Por el camino nos acompañaron monos, vimos estalactitas y hasta llegamos al santuario de los penes, una cueva llena de cipotes de todos los tamaños y colores. Pensamos que es una manera de rezar por un aumento del tamaño medio del pene en Asia, aunque otros dicen que tiene que ver con la fertilidad, teoría mucho más aburrida que la nuestra claro. Allí conocimos a otra pareja de españoles, éstos estaban dando la vuelta al mundo y también viven en Londres… envidia sana… Pasamos el resto del día de forma muy agradable con ellos e intercambiamos mails y facebook para mantener el contacto ¡igual cuando vuelvan tenemos compañeros de aventura!

cipotes

En el Santuario de los cipotes

Había que cerrar todo a lo grande, así que nos fuimos ver un combate de Muay Thai en un bar (The last bar, porque estaba al final de la calle, muy original…). Habíamos quedado con las madrileñas a las que conocimos en el puerto y la verdad que fue expectacular. Nos bebimos unos cocktails e hicimos unas apuestas entre nosotros. Uno de los boxeadores tenía una importante mancha en la espalda, que bautizamos como la marca de la muerte así que aposté en su contra y disfrutamos de las leches que se dieron. Esa gente está loca. Unos tíos que podrían pesar 10 kilos y con unas tabletas de chocolate que no se parten ni con un martillo. Tras el show, un espectáculo de fuego en primera línea. No era suficiente con los 40 grados que podría hacer por la noche. Así es como acabó el mejor viaje de nuestra vida.

Tocaba volver a Bangkok para desde ahí volar a Londres. Lo más parecido a ir de mochileros que hemos hecho fue el no tener un transporte reservado de Krabi al aeropuerto. Negociamos con una tía que tenía una especia de agencia cutre el precio para un taxi al aeropuerto, y resultó traernos un autobús de unas 55 personas vacío para nosotros sólos… eso os puede hacer una idea de lo mal que debimos negociar el precio para que a esa gente le saliera aquella operación rentable. £8 libras por 40 minutos en un autobús privado jaja.

bus

Un bus para 2 por favor

Tras el viaje, aterrizamos en Bangkok. Habíamos reservado un hostal que estaba estratétigamente localizado cerca del aeropuerto, algo barato para pasar la última noche. No necesitábamos gran cosa, algo cómodo, sencillo y bien localizado. Pero eso no fue lo que nos encontramos. Resultó ser un hostal de malamuerte. La habitación estaba llena de mierda: restos de comida en las mesillas de noche, pelos en la cama, mierda por doquier y un baño en el que si te duchabas, cogerías todas las infecciones habidas y por haber. Prácticamente la totalidad de los muebles estaban rotos y en las paredes había como excrementos de insectos no identificados. A Bea le dio un ataque de asco que intentó disimular. Decidimos ir a hablar con el tío de recepción para solicitar un cambió de habitación. El chaval, algo sorprendido, cogió otras 3 llaves y nos acompañó para ver otras habitaciones. He de reconocer que estaban “algo más limpias” lo cual no evitaba seguir catalogadas como asquerosas. Era tal el estado de las habitaciones que decidimos buscar otra cosa mientras cenábamos en el hotel y nos breaban los mosquitos.

hotel 13

Restos de comida y pelos. No nuestros…

Lo peor estaba por llegar. El tío del hotel nos llamó a un taxi para que nos llevara a nuestro nuevo alojamiento. No sé cual de mis teorías será la adecuada: O se trataba de un taxista drogado, o era un ex presidiario o un taxista kamikaze. Lo mejor que nos podía pasar era que fuera un ex-presidiario, éste al menos podría temer por su vida, pero creo que estábamos en una mezcla entre la primera y la tercera opción. Llegamos a coger los 170km/h en una carretera llena de coches a los que pasábamos por la izquierda y por la derecha. Creo que hasta le dio al botón del nitro para meterle el turbo. Adelantamos a un par de aviones que sobrevolaban Bangkok y se saltó un par de líneas continuas para entrar en la autovía, maniobra que casi le cuesta la vida a un motorista que tuvo que esquivarlo con un volantazo. Miré para atrás para ver si estaba bien y pude ver sus aspavientos con las manos, lo cual provocó la risa del taxista asesino. Empecé a emparanollarme, ¿qué coño le pasa a este tío? ¿y si el del hotel le ha dicho que se deshaga de nosotros para que no dejemos una mala revisión en tripadvisor? ¿A dónde coño nos lleva? Una vez salió de la autovia me pareció ver como se saltaba nuestro hotel, así que se me ocurrió decir el nombre del hotel en voz alta para que se diera cuenta de que éramos conscientes de que se había saltado nuestra parada. Lamentablemente allí no hay cambios de de sentido como en España, así que intentó dar la vuelta cruzando la mediana justo cuando venía un coche en dirección contraria. Un gritó de Bea hizo que pisara el freno y evitar así el accidente. Nuevas risas del taxista. ¿Y si le meto una hostia en la cabeza y se la rompo contra la ventanilla? pensé. Seguro que no lo hago con la suficiente fuerza como para dejarlo inconsciente y acaba con mi vida… Nuevo intento y esta vez sí que da la vuelta con chirrido de ruedas incluido. Así es como llegamos al hotel. Bea salió de allí con un ataque de mala leche que empezó a insultar al taxista, el cual, nos pidió más pasta de la que marcaba el taxímetro. Una nueva aventura sub-real que dejó a Bea con un ataque de nervios, a mi con una cara de gilipollas y al taxista, ni con una multa por exceso de velocidad.

Gracias a Dios, el nuevo hotel estaba limpio e incluía servicio de transporte al aeropuerto. Podríamos vivir para contarlo, pero igual necesitamos de nuevo unas vacaciones para superar ese episodio de estrés. Ya os contaremos nuestro próximo destino…

nos vamos

Superada la crisis. Pensando en el próximo destino.

Tailandia: Bangkok & Chiang Mai

Tailandia: Bangkok & Chiang Mai

Demasiadas son las cosas que están sucediendo como para escribir un solo post sobre lo que puede ser, si no lo es ya, el mejor viaje de nuestras vidas.

Tailandia era un destino que nunca nos habíamos planteado, pero cada vez eran más y más las personas que nos lo recomendaban: sus expectaculares playas, sumado a los bajos precios una vez se aterriza, así como la amplia variedad en cuanto a actividades deportivas fueron las tres principales razones que nos trajeron aquí.

La idea era comprar los billetes de avión desde Londres e ir determinando la ruta en función de lo que más nos fuera gustando, esa era al fin y al cabo la recomendación de todos los que habían venido aquí: no te faltará alojamiento y querrás alargar la estancia en ciertos lugares. Cuanto más leíamos sobre Tailandia, más díficil se hacía el seleccionar las ciudades/islas a visitar, por otro lado el disponer de tan sólo dos semanas y querer recorrer el país de punta a punta sin perder tiempo viajando, requería comprar billetes de avión domésticos, y eso era algo que había que hacer con tiempo si querías encontrar buenos precios. Tras mucho mirar, preguntar y leer, nos decantamos por Bangkok por motivos obvios, Chaing Mai por sus actividades deportivas y Koh Lipe y Krabi por sus playas. Haríamos parada en Phuket, donde finalmente pasaríamos sólo 6 horas para dormir.

Los preparativos fueron intensos, es lo que tiene no ir con un tour operador que te tiene todo organizado, pero lo disfrutamos más que cuando fuimos a Cuba. Tras un año sin ponerme malo, me cogí un resfriado importante a un día de salir el avión, el temor a que me diera fiebre me acompañó un par de días, pero todo quedo en unos cuantos mocos y un poco de mala cara, algo más de lo que viene a ser mi día a día…

Bangkok

El vuelo a Bangkok fue con Thai Airways, nos tomamos un par de gin tonics, vimos dos películas, nos echamos una siesta de 5 horitas y para cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos aterrizado, todo un lujo.

Rumbo a Tailandia

Rumbo a Tailandia

Bangkok es una locura, lo mismo te encuentras edificios de la ostia, que chavolitas. Todas las calles están petadas de gente, coches y tuk-tuks. La gente es muy amable, aunque no tanto como me habían vendido. El hostal (Urban Hostel), tenía una cama muy cómoda y estaba super bien localizado, a 3 minutos del Sky Train (Sala Daeng) a través del cual nos moveríamos por la ciudad y de la parada de metro de Silom, que nunca llegamos a coger. Un billete de tren para los dos salía por 50 Bahts (£1), de risa. Nos costó conciliar el sueño la primera noche, el jet lag y un pájaro raro ( bautizado como gato-loro) que cantaba a todas horas nos trastocó. A las 4 de la mañana y con los ojos como platos probé suerte a ver si echaban el clásico en directo, y ahí lo tenía, el partido en la tele y la bronca de Bea. No fue suficiente para evitar que cantara el gol de Suarez (13 puntos en mi comunio lo merecían).

Bangkok te ofrece la oportunidad de hacer mil cosas, nosotros pasamos dos días y medio y nos decantamos por visitar algunos templos, del cual destacaría Wat Poh y la impresionante figura del Budha tumbado (46 metros de longitud). Paseamos por el río Chao Praya en un barquito cuyo ticket costó unos 20 céntimos (15 Bahts). El barquito de los cojones hizo una maniobra rollo Titanic de meter marcha atrás para evitar la colisón con otro barco, con resultados más positivos que en la película. Nos echamos una mini siesta en un parque mientras veíamos un deporte que no había visto en mi vida pero que consiste en hacer pataditas con el balón y sin que caiga, encestarlo en una red rollo canasta que hay colocada a unos 5 metros de altura. Me imaginé con mis colegas jugando en la orilla de la playa y como celebrábamos cada vez que hacíamos más de 10 seguidas… que personajes…aún nos falta para poder competir aquí.

Con el Budha tumbado (Tempo Wah Tao)

Con el Budha tumbado (Tempo Wah Tao)

Comimos en la calle, por £2 en total. Nos dijeron que eran pinchitos de pollo, salchichas y bolas de batata. Imagino que sería rata, pinchitos de perro y bolitas de mierda de cabra, pero he de reconocer que estaba rico y que no nos sentó mal, eso en mi, ya es todo un éxito. Mai Pet son las palabras que hay que decir si quieres algo que no sea picante. Las única palabra que he aprendido. Ni gracias, ni por favor, ni pollas. Mai Pet. Amén.

Las altas temperaturas nos dejaron un poco aplatanados, así que me comí un banana split (patapam psss) en el primer bar que había con vistas al río, acompañado de un refrescante batido de sandía (Sandra me comí la bola de helado de chocolate en tu honor).

Ya por la noche llegamos a Koan San Road, la calle más turística de la ciudad. Dicen que es un kaos pero cuando nosotros fuimos no estaba demasiado ambientada. Ahí fue donde nos dimos el primer masaje de pies, es algo orgásmico. Salí de ahí nuevo y pegando unos saltos que ni Michael Jordan en Space Jam. El precio fue de 120 baths (£2.5). Nos tentaron con entradas al ping pong show y con venta de comida de escorpiones, pero no estábamos preparados para ellos, todavía.

Las noches las pasábamos en distintas terrazas de los edificios más altos de Bangkok (sky bar) , disfrutando de las vistas mojito en mano. Es impresionante y algo que recomendaría a quien vaya a visitar esta ciudad. Te cuesta algo más que el mojito del Café del Sol (unos 500 Bahts o £10), pero las vistas te dejarán sin palabras. Especialmente recomendable el de Banyee Tree.

Vistas desde el Skybar

Vistas desde el Skybar

El segundo día en Bangkok nos despertó un monzón que llegó de forma inesperada de China. Jamás había visto llover tanto, acojonaba. Las calles se hinundaron en cuestión de segundos obligándonos a dormir otro rato (bendito monzón) y salir en chanclas una vez había escampado. El agua nos cubría los tobillos y los motoristas iban descalzos. Había que tener cuidado con los cables de las calles, de los cuales salían chispas de vez en cuando. Sin saber si volvería a caer la mundial, decidimos pasar el día de compras en el MBK (la excusa de ser sensatos nos vino de lujo), uno de los centros comerciales donde nos habían recomendado ir a regatear. Negociar es un puto coñazo, pero acabas aprendiendo rápido que todos están compinchados y no bajarán del precio que consideran innegociable, una vez lo encuentras ya está todo hecho. Os podéis imaginar que con camisetas de marca por £3-£4 o calzoncillos por £2 nos tiráramos más de 7 horas de compras. Podía haber sido perfectamente la versión española de Pretty Woman, algo así como Ugly Man.

De compras con la mochila

De compras con la mochila

Para cerrar la etapa de Bangkok, nos fuimos a Asietique, otra zona de compras (jamás es suficiente) a la rivera del río con unas vistas super chulas y una noria rollo London Eye de fondo. Allí no hicimos muchas compras, pero si que cayeron unas cuantas cervezas. Qué bonito sería Londres con este tiempo. También aprovechamos para coger un Tuk Tuk, toda una experiencia. La negociación de los taxis es otra historia. Todo lo buenos que eramos comprando ropa lo perdíamos con los taxistas, penoso.

No podíamos irnos de allí sin ir a un ping pong show. No sé hasta que punto es algo ilegal, a mi mis colegas me lo habían vendido como algo que no me podía perder, pero el taxista, en un inglés muy malo nos dijo algo de poder ir a la cárcel (?). Insensatos de nosotros, nos metimos en una calle que hay cerca de nuestro hostal. Aquello estaba lleno de pubs y putas. Todo lleno de tíos intentando meterte en sus bares prometiendo el oro y el moro, el mejor show, etc. Nos decantamos por uno que parecía más barato (al fin y al cabo queríamos tomarnos una cerveza y ver un par de bailes). Nada más entrar, y pedir un par de cervezas, se nos acercó un alemán y nos dijo que si sabíamos que tendríamos que pagar 1,200 bahts si nos quedábamos. ¡Nos iban a timar! Salimos de allí corriendo dándole las gracias al alemán por avisarnos y el tío que nos metió allí corriendo detrás nuestra, un show.

No era suficiente, nos paró otro tío y le comentamos lo sucedido. Nos prometío que en esta ocasión no había ni trampas ni cartón. Nos metió en un antro donde eramos los únicos clientes así que salimos de ahí corriendo. Finalmente, nos llevó a otro sitio que nos dió “más confianza”. Un escenario con unas 6 tías desnudas bailando y haciendo expectáculos que disfrutamos cerveza en mano. Es un auténtico show, mejor que el circo du soleil. De repente empezó a sonar la canción de cumpleaños feliz “quién coño celebra su cumpleaños aquí” pensé. Nada de cumpleaños, ¡era un número! Una tia empezó a soplar las velas de una tarta con el chichi, impresionante. Otra se metía dardos ahí y los disparaba contra globos que tenía que pinchar. Lo mejor, sin duda, el espectáculo que da nombre al show. Una tía que se mete cinco o seis bolas de ping pong y que disparan al público con más fuerza que Nadal. Suena muy asqueroso pero te dan previamente unas palas de ping pong para que te puedas proteger. Todo un detalle. Entre risas, no me pude proteger de las tres primeras, y una me dio en el brazo. Creo que me lo van a tener que cortar. El resto me las apañé para devolver las pelotas a raquetazos, con la mala fortuna de darle a otra de las señoritas, que pegó un grito, probablemente de asco, no de dolor. Decidí dejarle 100 Bahts de propina, por las molestias ocasionadas. Lo sé, soy un caballero.

Bangkok me dejaba muchas cosas en las que pensar: culturas diferentes, mundos opuestos pero sobre todo una pregunta. ¿Qué novia arrastra a su novio a ver un Ping Pong show?

Chiang Mai

Jamás vi la muerte más cerca que en esta ciudad. Recomendada por el bazar nocturno, algunos templos y sobre todo por sus actividades deportivas, nos decantamos por pasar un día de tirolinas, rafting, baño con elefantes y paseo en cañas de bamboo. Que tranquilo suena todo ¿verdad? Dadme un segundo…

Tirolinas de la muerte: No visualizaba la peligrosidad de esta actividad hasta que me vi colgado a 500 metros de altura cogiendo velocidad, más de la que me parecía que el resto del grupo había cogido minutos antes. No es tampoco de extrañar, ya cojo más velocidad que el resto cuando voy al Aquapark, pero cuando estás en altura y no te espera tu hermana al final del “Puleva” descojonada, no hace tanta gracia. Seguía acelerando pese a llegar al punto donde se suponía que tenía que parar. Con la mano izquierda me agarraba con fuerza a la cuerda y con la derecha cogía la cámara para que no se cayera (aquí ni Arkero la recuperaría). Me pegué una ostia con la madera y las redes del final del trayecto que me hizo rebotar y volver hacía atrás del impulso. Al volver, solté dos patadas, una a Bea y otra a uno de los guías, fue tal la fuerza del impacto que lo tumbé (por eso no me apunto a Muay Thai, no lo necesito). Me alejaba del grupo en dirección contraria, con cara de poker y sintiéndome un polla. En ese momento no sentía dolor pero en la pierna se me quedó una marca morada bastante simpática. Tuvieron que venir no un tío si no dos, a rescatarme. Estar pendido de un hilo es una sensación interesante. Imagino que si hubiera caido no me hubiera pasado nada porque llevaba casco (?). Todavía doy las gracias por no haber sufrido uno de mis dolores de barriga ahí arriba.

Tirolinas de la muerte

Tirolinas de la muerte

Rafting: Siempre había querido hacer rafting, estaba en mi lista de cosas que hacer antes de morir (soy un tío sencillo). Nunca pensé que moriría así, pero una vez mas vi a San Pedro muy de cerca. El río no llevaba mucha agua, lo cual hacía que nos quedarámos estancados en varios tramos del trayecto. Quizás por ello, y porque el guía no hablaba una papa de inglés, el grupo en general y yo en particular, pecamos de sobreconfianza, no veíamos el peligro, me faltaba cantar rollo Pocahontas y hablar con mapaches. “Río abajo lo veré…” decía la canción, pues yo no vi una mierda y así fue como me vi de repente en un “rápido” que me hizo botar y salir disparado de la barca pese a estar agarrado a la cuerda. Todo sucedió muy rápido, pero recuerdo dar la voltereta y darme un golpe con la barca o un remo en la cabeza al caer (bendito casco). Pronto escuché a Bea gritando, no sabía que decía y la corriente me arrastraba y me alejaba de ellos, de la salvación. ¿En serio iba a morir así? El río no estaba profundo, por lo que mis piernas iban chochando con todas las rocas, en el momento no duele, quizás sea por la adrenalina, intentaba levantarlas para evitar los golpes pero así parecía que cogía más velocidad así que intentaba frenar en las piedras que no me pinchaban con los brazos, las piernas, lo que fuera… Me vinieron a la cabeza las imágenes de la película “Lo Imposible”, donde el tsunami arrastra a la familia y se ve como se clavan de todo. No tiene nada que ver, obviamente, pero el miedo a no saber lo que me iba a clavar se apoderaba de mi, ¿y si hay un hierro oxidado?, no me quedaba otra que dejarme llevar y elegir en la medida de lo posible la “mejor ruta”. Tampoco me salió ningún grito, lo cual me hizo quedar como un valiente. El salvavidas me mantuvo a flote así que intentaba esquivar las rocas hasta llegar a una zona tranquila donde poder frenarme definitivamente, mirando siempre de reojo a la barca que me seguía por detrás para que no me atropellaran y me dejaran tonto bajo ellos. Fueron unos minutos de angustia que se me hicieron eternos, no sabía realmente lo qué iba a pasar, estaba totalmente fuera de control y lo que suena a cachondeo contado en un párrafo, cuando te ves río abajo no lo es. Quizás no temía por mi vida, pero romperme una pierna o un brazo era algo bastante realista. Mi cara al subir a la barca demuestra el susto que llevaba en el cuerpo. El video no muestra todo lo sucedido, sólo el tramo final, pero ahora que lo veo me paro a pensar que habría hecho yo si hubiera sido Bea la que cayera al agua, creo que el instinto me habría llevado a saltar detrás de ella, aunque en frio quizás sea la mayor gilipollez del mundo. El ver que su reacción fue grabarme, decir “enjoy” y quedarse en la barca me ha hecho replantearme la relación… aunque el tono de angustia de después y el llevarme al ping pong show en Bangkok la salvó.

Disfrutando del Rafting

Disfrutando del Rafting

Baño con elefantes: Lo más tranquilo del día sin dudarlo. Una bonita experiencia el darles de comer y refrescarles con agua mientras les acaricias. Los cabrones son muy listos, uno de ellos le robó todos los plátanos a Bea del tirón jaja, qué pringada. No sabía que comían 200 kg de comida al día y que sólo dormían 4 horas diarias.

Elefantes

Nuestros pequeños amigos

Fue un día intenso, que nos dejó no sólo grandes recuerdos sino también una bonita amistad. Conocimos a una pareja de Israel que estaban de luna de miel. Congeniamos de tal manera que decidimos quedar para cenar y colocarnos por la noche. Fuimos a un sitio muy chulo que había cerca de casa y nos contamos mil batallas. Creo que no he congeniado con nadie así desde que os conocí a vosotros chicos. Nos contaban historias de Israel, del servicio militar, del día a día, de como todo parece totalmente diferente a lo que vemos en las noticias. Es muy interesante tener la otra versión. En definitiva, conocer gente de otros países y de otras culturas. Qué bonito sería poder viajar de forma indefinida.

La mañana siguiente Bea amaneció con un dolor de cuello importante, era tal el punto que tuvimos que cancelar la excursión para ir a ver a los tigres que teníamos programada. Pudimos extender la estancia hasta las 17.00 de la tarde y así reposar esperando una sanación milagrosa. Nos dimos un masaje justo antes de salir al aeropuerto y aunque Bea ha mejorado algo, sigue bastante tocada. Los masajes de cuerpo entero en Chiang Mai de una hora salían a 290 Bahts (menos de £6). A Bea le ordeñaban hasta las tetas, así que yo probé suerte a ver que me hacían. No hay ordeñamiento para chicos, al menos en la versión que me di yo, pero te dejan nuevo. No puedes irte de aquí sin probarlos.

Escribo estas líneas camino de Phuket, donde pasaremos la noche antes de salir a las 8 de la mañana a Koh Lipe. Conocida como las Maldivas de Tailandia. Van pasando los días, pero como en la vida, y como dijo Dani Rovira una vez, quiero creer que lo mejor todavía está por llegar.

PD: Aquí tenéis un vídeo resumen con todo lo acontecido en Tailandia. Incluye todas las caidas, actividades y paisajes que hemos podido experimentar. Es nuestra manera de acercarnos a vosotros. ¡Esperamos que os guste! En breve explicaré las paradisiacas playas tailandesas.

Sergio Follen

Sergio Follen

Seguramente todos habéis visto la peli “Los padres de ella”. Aunque con alguna que otra diferencia, así podría resumir mis vacaciones en Las Palmas con Bea y su familia.
 
Me habían dicho antes que me parecía a Adam Sandler (no lo veo claro!), pero en esta ocasion me he visto como Ben Stiller. Lógicamente yo ya conocía a los padres de Bea, pero nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos.  Es difícil resumir las sensaciones, sobre todo cuando sabes que leen este blog, pero haré un pequeño intento.
 
                            Momentos de “Los padres de ella”
 
Conocí (después de tres años) a la familia de Bea: primos/as, tíos/as. Creo que puedo decir que congenié con ellos aunque no pude estar mucho tiempo con todos, como viene siendo habitual en todos nuestros viajes. Para mi, el objetivo de las vacaciones no sólo era conocer a la familia, sino pasar más tiempo con sus padres, su hermano, mi cuñada, etc. En una relación normal, uno tiene alguna bbq que otra los domingos, reuniones familiares por cumpleaños, peleas en Navidades… la ventaja o el inconveniente de estar a distancia, es que te pierdes todos esos pequeños momentos que creo que son necesarios en una relación, y es que el conocer a la familia en el bautizo de los niños no es algo muy agradable para nadie.
 
De Boda en Canarias
Había momentos claves en los que tenía que dar la talla: la boda de Fernando y Elena era un ejemplo. Mi indumentaria fue la adecuada, y el hecho de que la chaqueta no me cerrara (quiero pensar que es porque estoy hechando espalda en vez de barriga) pasó desapercibido (hasta que lo conté). Cumplí en la cena, cogiendo los cubiertos de fuera a dentro como me enseño mi amigo Leo en Titanic, me desabroché el pantalón durante la cena con el truco de la servilleta de tela por encima sin que nadie se coscara (hasta que lo conté), echamos algún que otro baile y no me emborraché a pesar de tener barra libre para así no olvidarme de la familia al día siguiente. Viento en popa y a toda vela (algo que Leo no puede decir, por cierto).
 
                                                            Algunos bailes como en la boda
 
El cumpleaños de Bea puede ser otra fecha a resaltar: amanecer sin resaca, comer en familia, abrir los regalos juntos, soplar las velas y disfrutar de un día tan especial es de familia feliz y de buen novio. Ahí estaba yo, pon.
 
La cumpleañera – 30 añazos
 
El lunes teníamos el famoso “Asadero”. Una bbq con los tíos de Bea con los que ya coincidimos en Londres allá por el mes de Junio. La comida estaba que te cagas, y aunque os sorprenda, yo no me cagué. Salchichas por aquí, cerdo negro y ternera por allá, papas con mojo picón que no picaba… disfruté más que Rocco en una de sus pelis. Cerramos el día con un gin tonic mientras veíamos las fotos del viaje de Londres y charlábamos de todo y de nada. Tampoco es que aportara gran cosas en las conversaciones, pero una vez más ahí estaba yo, pon.
 
Las vacaciones iban por buen camino. Si tuvieran que haberme evaluado, yo creo que del

Saltando los 10 metros de longitud

Notable no bajaba. Pero entonces llegó el Martes negro. Fuimos a la  famosa playa de Maspalomas donde Pedro (hermano) y yo hicimos un poco de body con la tabla. Pedro perdió la aleta del padre, y yo intenté ganar puntos encontrándola, pero claro…eso de encontrar cosas en el fondo marino solo se le da bien a Arquero. No gané puntos, pero tampoco los perdí (por si acaso, ahí estaba yo, pon). Estar en la playa sin una pelotilla que patear se hace duro así que empecé a inventarme juegos en la orilla, uno de ellos fue el clásico salto de longitud, ¿puede haber algo menos peligroso que eso? Los saltos de Bea eran rollo cisne – Elegantes pero al fin y al cabo algo patosos. Por allí pasaba el organizador de los JJOO, se acercó emocionado medio llorando de agradecimiento. Sin darse cuenta, Bea había creado una nueva modalidad. El organizador nos confirmó que en Brasil 2016, veremos salto de longitud y salto de cortitud. 80 centímetros saltó Bea. Más o menos. Pedro (padre) se acercó para grabar tan histórico momento con el Iphone, y yo, rollo John Travolta haciendo atletismo en Grease, me flipé. Subí de los 80 centímetros a 10 metros (por lo menos). Cogí velocidad, tanta que los ojos me lloraban. Miré a Bea y pude leerle los labios “Tu puedes, confío en ti…”, miré a Pedro y me pareció ver como negaba con la cabeza. Observé al cielo y vi a Roberto, el entrenador de Oliver & Benji, que, con voz rollo Dios, me dijo… “si lo consigues, te llevo a Brasil conmigo.” Alguien empezó a aplaudir de fondo… como a cámara lenta. Y entonces se produjo el milagro… me elevé… volé al mismo tiempo que las nubes del cielo se abrían, con un gesto técnico impecable, aterricé firmemente sobre la arena. Se hizo el silencio. Me lo había ganado. Qué suegro no estaría orgulloso de un yerno así. Ya veía las comparaciones con atletas de la talla de Usain Bolt o Michael Phelps. Ya veía a Pedro gritando en las gradas “ese es mi yerno!” Pero yo entonces noté que algo no estaba bien. Me había echo algo en el tobillo. Con gesto torcido pero fingiendo que no había mucho dolor, me dirigí a la toalla donde mareado, decidí tumbarme para superar esos sudores fríos. Mi sueño había terminado. De Sergio Bolt había pasado a Sergio Follen. Un polla que se podía cargar las vacaciones. Hielito por aquí, ibuprofeno por allá y a reposar. Todo un machote.

 
Consecuencias
He de reconocer que me cuidaron bien, no sé hasta que punto cambiaron los planes para

Si no se puede andar, se come

evitar caminatas, cosa que internamente tampoco llevaba bien, pero no podía hacer mucho al respecto más que asumir la situación. Me negué ante la posibilidad de ir al médico, bastante había dado la lata (y tampoco ha sido nada grave, para que nos vamos a engañar). Las excursiones a Agaete y la playa del Inglés fueron de lo mejor. Nos compramos unas colchonetillas para evitar juegos peligrosos y nos metimos en el mar, echo que potenció nuestro moreno. Pero no… el gafe no había acabado ahí. Pese a intentar seguir ganando puntos llegó el viernes, fuimos a cenar con los tíos a un sitio donde nos metimos una paella y una fideua entre pecho y espalda. Yo acabé algo más lleno de lo normal. Y claro, exploté. Nuevo episodio de dolor de barriga que me obligó a ir 5 veces al baño en un periodo de 30 minutos. Las primeras visitas al baño se pueden disimular con que “he bebido mucho” las siguientes… más bien no… Es un episodio en el que no me recrearé demasiado, pero os podéis imaginar que resultó algo incómodo. Estaba sentado en la taza del water y sólo me venían a la cabeza escenas de la película de “Los padres de ella”, hecho que no mejoraba la situación. Con las mismas, y sin ganas de seguir sufriendo, me cogí un taxi y para la casa… con suerte, mañana al amanecer me daré cuenta de que todo había se había quedado en una pesadilla… ojalá. Tras este nuevo desenlace creo que voy a dar el paso para hacerme pruebas de posibles intolerancias o lo que haga falta…

Colchonetas – Deporte de riesgo
                                    La “última cena”
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los dos días que nos quedaban los pasamos de playeo y de charlas con los padres y los tíos. Fue curioso ver como retrocedían en el tiempo y nos contaban sus aventuras cuando eran jóvenes, qué diferente era todo por aquel entonces. Creo que, pese a esos momentazos que generé en el viaje, no se llevaron muy mala impresión de mi, pero claro, eso habrá que preguntarselo a ellos. 
 
Vistas de la playa de Agaete – Dedo de Dios
Playa de Maspalomas
 
La vuelta, como siempre, se hace dura. Dejar de nuevo a los seres queridos y al buen tiempo nunca es agradable, pero es verdad que nada más aterrizar ya afrontamos otra nueva etapa con ilusión y con muchas ganas. En dos días tenemos la visita de nuestra querida Yessi & Antonio y en dos meses las Navidades. El tiempo pasa demasiado rápido.
Cuba: Unos 30 inolvidables

Cuba: Unos 30 inolvidables

Nuevamente se me acumula el trabajo y me dejo cosas por contar como la visita de los padres de Bea o el fin de semana de teambuilding con Periscopix… como acabamos de llegar de vacaciones me centraré en Cuba en esta ocasión.
Nos ha costado cerca de dos años juntar el dinero para poder pegarnos unas vacaciones como éstas. Nos compramos una huchita que hemos ido llenando mes a mes. Tuvimos que abrirla a principios de año para poder pagar la fianza de la nueva casa pero el objetivo era claro; tener unas vacaciones que recordáramos el resto de nuestra vida.

Cuba fue el destino. La playa (Varadero) era un ingrediente obligatorio y queríamos añadirle algo de historia para no sentirnos del todo mal por estar tirados 7 días en la arena; La Habana completaba el pack con la parte histórica. Así es como nos vimos en el avión de Virgin Atlantic. Sonará raro, pero tan pronto me subí, no quería salir de ahí. El sistema de entretenimiento que ofrecen los vuelos de larga duración como estos es impresionante. Cada uno con su pantallita, teníamos 200 películas para elegir, el resumen de los goles del mundial, series de TV, música… Hasta me eché un “hundir el barco” con Bea. También han puesto un sistema de chat para poder hablar con otros pasajeros, eso sería lo más cercano al Whatsapp que tendríamos en dos semanas. Me gustaría ver las conversaciones que se producen con ese sistema… (“follamos en el baño?” – “no” – “hmm vale, un hundir el barco?” “vale”). Tras 10 horas de vuelo pero sin tiempo ni para echarnos una siesta, aterrizamos y recibimos esa ostia de calor en la cara nada más bajarnos del avión, una tía hasta se desmayó y tuvo que ser asistida por los azafatas, mariconadas, pensé.

En el avión, camino de Cuba!

No me dio tiempo ni a subirme al autobús camino del hotel para encontrarme con el primer cubano que me sacó 5 pavos porque sí; la excusa “ayudarme con la maleta”, la realidad es que la empujó 5 metros hasta el bus, en mi defensa – yo pensaba que era el chófer… Cinco minutos me había durado la ingenuidad en Cuba, me la metieron doblada, con premeditación y alevosía pero aprendí rápido, quizás no tan rápido como la ocasión requería, y es que acto seguido me pidió que le cambiara cinco monedas de a libra por un billete ya que ellos no pueden usar las monedas allí, me dijo que yo sí… me lo creí, pero me mintió… nada, no soló me la metió si no que además sin vaselina, gracias. No me mal interpretéis, tenía hasta mi presupuesto para dar propinas, pero a quien a mi me de la gana basándome en mis propios criterios, no a listillos de turno. Fail.

Vistas del Royal Nacional desde el hotel
Vistas de Cuba desde el hotel Capri

Llegamos al hotel (NH Capri), un hotel de 4 estrellas que acababan de reabrir tras 6 años de reformas.  Todo muy nuevo, con una piscina en la terraza que no tardamos en estrenar, gimnasio y unas vistas del mar y del hotel Royal Nacional de 5 estrellas (al parecer, donde van los políticos y la gente famosa). En nuestros dos días y medio en la capital, hicimos una excursión con guía por los sitios más frecuentados por Hemingway, incluida su casa. La bodeguita del medio (bar donde dicen poner los mejores mojitos de Cuba) o la Floridita (famosa por sus daiquiris) eran también sitios de obligada visita.

No sé muy bien como describir La Habana, quizás interesante sea la palabra. Es una ciudad tercermundista, los edificios están semiderruidos, los niños juegan al fútbol por la calle descalzos, la gente no se cansa de pedirte dinero por las calles, eso sí, como es una sociedad machista, se centran en pedirle a los hombres, da mucha pena pero entre nosotros, es un coñazo. Tienen también vistas preciosas desde el castillo y atardeceres de ensueño desde el paseo de Malecon.

De paseo por La Habana
Disfrutando del Castillo a 40 grados

Regatear es un arte, de hecho según las guías turísticas se pueden sentir ofendidos si no lo haces. Yo me he considerado siempre un gran regateador, pero me fui de allí con algunas dudas sobre mis dotes. El primer taxista que cogimos para visitar el castillo nos la quería hacer (lo que él no sabía es que ya no era virgen); los del hotel nos advirtieron de que un CUC por km recorrido era la tarifa que nos deberían pedir para tener un precio justo. Teniendo en cuenta que había 5km al centro y 8 al castillo, las cuentas eran claras. No lo veía así el taxista, que nos pedía 11 CUCs por ir al centro. Tras minutos de negociación, le solté un órdago, cerré la puerta del taxi y haciendo el amago de irme (lento pero creíble), le dije a Bea “vámonos, seguro que hay otro taxi que por 8 CUCs nos lleve al castillo”. Tan pronto el taxista escuchó eso nos dijo “vale vale amigo, yo les llevo”. Mi estrategia había funcionado, mi ego se hinchó como un pavo, ambos sabíamos que aún así me estaba “estafando” teniendo en cuenta los sueldos mensuales del país, pero eso me daba igual. Ya ves si estaba contento con el precio que nos ofreció recogernos a una hora pactada para llevarnos de vuelta. Al final le dimos hasta su propina…. lo sé, somos buena gente. Ya en el castillo, el taxista nos recomendó comprar agua, el día era muy húmedo  y caluroso, nos podíamos deshidratar así que me acerqué al único sitio donde vendían agua fuera del castillo. Como referencia, en la tienda de al lado del hotel nos pedían 0.65 CUCs por ella, pero ahí me pedían 3 CUCs (libra y media). Con un español nativo, le dije que eso era excesivo y le di precios de referencia que argumentaban mi respuesta. Su respuesta fue rotunda “lo sé, pero esto es un sitio turístico”. Ella desconocía mi estrategia de la muerte y ahí que le solté mi órdago (incluí el movimiento lento pero creíble), amago de irme y mi frase “lo siento, es muy caro, lo dejamos en 2?” su respuesta fue inesperada “no”. Vale, me había comido mi órdago. Cualquiera compraba ahora la botella por 3 CUCs… Decidí marcharme sin adquirir la botella y es que uno tiene su orgullo. Bea me esperaba a 10 metros de la tienda, sedienta. Caminé hacia ella descojonado, intentando encontrar la manera elegante de justificar que había intentado regatear fallidamente 50 putos céntimos, pero no la encontré. Visitamos el castillo bajo unos 40 grados sin líquido alguno. Habría pagado 50 CUCs por esa misma botella de los cojones una hora más tarde, pero ya era tarde.

Cochazos cubanos
Paseando por la Habana

Tras el castillo, volvimos al centro, comimos en uno de sus múltiples paladares y recorrimos sus calles. El pequeño problema que tienen con EEUU les dejó excluidos del resto del mundo por lo que los coches de los años 50 son algo característico del país, de ahí que presuman de tener los mejores mecánicos del mundo. Los cubanos dicen ser gente alegre, pero no están contentos. Pensaba que me enseñarían a vivir la vida de otra manera, que me transmitirían valores que desconocía, pero deben estar demasiado quemados para eso; ganan 16€ al mes (independientemente de ser doctores o guías turísticos). No es de extrañar que tengan más de 30.000 médicos expatriados, o que todos los que han decidido estudiar en la universidad (gratuita en el país) se decanten por trabajar en el sector del turismo, donde sólo con las propinas consiguen más dinero que con su salario. Aunque sea por interés, traducido en potenciales propinas,  esperaba un trato más cercano o más alegría por parte de los guías turísticos. No me fui de La Habana con la alegría en el cuerpo que me transmitieron en Punta Cana por ejemplo, suena fatal pero tras sólo dos días allí, ya tenía ganas de llegar a Varadero y que me metieran en mi burbuja, el mundo del todo incluido es lo que mi cuerpo necesitaba en estas vacaciones.

Vistas desde la habitación de Varadero
El día del traslado a Varadero cayó una tromba de agua espectacular, hacía tiempo que no veía llover de esa manera. No pudimos ir por la mañana a la piscina a modo de calentamiento para ir cogiendo moreno poco a poco. El viaje en bus fue una odisea, en mitad del trayecto la guía vino a decir en un inglés terrible que el “bus is not well” y que nos daba dos opciones: quedarnos en un bar de carretera de mala muerte a esperar 1, 2 o 3 horas a otros bus (sin garantizar que fuera lo suficientemente grande como para rescatarnos a todos) o seguir en el bus roto a paso de tortuga con el riesgo de quedarnos tirados en mitad de la nada y morir asados por el sol. Hubo unanimidad, continuamos a Varadero. Me pareció ver a un anciano con bastón y todo adelantarnos por la “autovía” pero al final llegamos al tan ansiado destino, el hotel Blau Varadero.
Atardecer en Varadero
El Hotel era un mastodonte rollo piramidal de dos caras al lado de la playa, nada de cabañitas. Una de las caras daba a la carretera, la otra al océano. Tuvimos la suerte de que nos tocara con vistas a ese plato azul verdoso que tanto habíamos visto en la tele ¡empezamos bien! Nos pusieron la pulserita y listo, el resto es fácil de resumir: desayuno de gooooordo, crema, playa,  mojito, vuelta y vuelta, bañito, mojito, me quemo,  mojito, comida de gooooordo, crema, mojito, piscina, vuelta y vuelta, crema, rojo quemao, angustia de Bea por verme quemao, gritos de quemao, sombrilla, mojito, atardecer, after sun, cena de gooooordo, after sun, espectáculo, after sun, after sun, after sun, a la cama, besito de buenas noches, me quedo pegao en la cama de tanto after sun. Repetimos esa rutina 5 días. Entre cada uno de los pasos anteriores había una visita al baño, siguiendo la tradición de las visitas caribeñas. Los dos días restantes hicimos dos excursiones:

Excursión 1: Nado con delfines. El guía turístico que nos vendió la excursión, nos avisó de que las cámaras de fotos o vídeos, aunque fueran acuáticas, no estaban permitidas durante el baño con delfines aunque sí durante el espectáculo. El motivo; podía dañar a los delfines y los cubanos tenían su propio negocio haciendo vídeos y fotos. Además cobraban por el simple hecho de entrar con ella  y se podían producir hurtos. En dos segundos me quitó las ganas de llevarme la Go Pro. Ya una vez allí y después de disfrutar del espectáculo, lo primero que vi es a un francés con la Go Pro en el pecho grabando como nadaba con delfines… Me cagué en la puta madre del guía cubano el resto del viaje, en su puta hermana y hasta en su puta abuela, eso sí, en la abuela con respeto. De la mala leche que me entró me dio hasta una cagalera que tuve que ir al baño en un sprint que ni Robben vs Ramos.

Nadando con Delfines

El baño era un zulo de 1×1, sin tapadera de taza de water y sin papel. Como tipo precavido tenía mis clinex. Con la cara pegada a la puerta y en cuclillas uno intenta hacer su trabajo, los 40 grados tampoco ayudan y el sudor frío no agradaba la experiencia. Salí de ahí empapao en sudor que ni los delfines y con unos cuadripes que ni Ronaldo. Por fin llegó el momento de nadar con los delfines, el temor de cagarme en ellos, literalmente, estaba presente pero al final mi cuerpo aguantó y disfruté como un enano de la experiencia. Sentir como te empujan de las plantas de los pies, agarrarte a la aleta del delfín para que te llevé por la poza es una sensación recomendable 100%. Volvimos al hotel mirando la foto que compramos y con una sonrisa de oreja a oreja, mientras yo me seguía cagando en la puta madre del guía turístico.

Isla de las Iguanas
Excursión 2: Visita a Cayo Largo. Esta excursión nos la recomendaron nuestros socios, Juanjo y Sara, les estaremos eternamente agradecidos porque fue una auténtica pasada. Se trata de una isla al sur de Cuba, en el mar Caribe, por lo que requería coger un avión y despertarse a las 4.30 de la mañana, ouch. Era 8 de Julio así que puedo decir que disfruté casi las 24 horas de mi cumple! El vuelo era en una avioneta que tenía capacidad para unas 32 personas, de risa. En mitad del vuelo vimos como todo se llenaba de humo, estuve a punto de saltar sin paracaídas por la parte trasera (mejor morir aplastado que quemado) pero Bea se dio cuenta a tiempo de que se trataba de aire acondicionado. El vuelo de sólo media hora se pasó volado, nunca mejor dicho. Nada más aterrizar, nos montaron en un catamarán y paramos en una pequeña isla llena de iguanas que parecían dinosaurios, aquí sí las grabé con la camarita. Buscaba la pelea entre ellas, como si fuera ese niñato del colegio que metía baza entre unos y otros, pues yo les empujaba con la cámara y  les tiraba arena y comida para que se pelearan por ella. Que bien sienta eso. Imagino que Fali se siente así cada día, ¿no? También nos encontramos con una pedazo de estrella de mar, nada ahí estaba puestecita como esperando para la foto. Son de esas estampas que se te quedan grabadas para siempre.
Con nuestra estrella de mar
Mar del Caribe

La siguiente parada fue para hacer snorkel en unos corales con unos bancos de peces de ensueño. Los había de todos los colores; amarillos, naranjas, negro y blancos, azules. Vaya, que parecían las semifinales del Mundial. Nos dieron unas aletas, las gafas y el tubo y ahí media hora de recreo admirando las maravillas marinas. Bea no se pudo poner las aletas porque el día anterior le pico un mosquito mortal que le dejó el pie como un melón. El pie cambió de color 5 veces en un día y se hinchaba como una patata caliente, sin saber cuando iba a explotar. Nos encontramos en el mar con el señor Patato, que pidió matrimonio al pie de Bea, pero claro, dijo que no porque yo estaba delante. Era hasta graciosa verla andar, pero en el fondo daba penilla. No os preocupéis, que se recuperó.

Haciendo Snorkel con la señora Patata

La última parada de la excursión fue la isla Sirena. No había sirenas pero es la playa más bonita que he visto en mi vida. Mejor que la de Saona de Punta Cana. La arena era tan fina que ni el sol abrasador hacía que te quemarán los pies al pisarla. Con la presencia de las palmeras nos echamos una siesta bajo las sombrillas mientras soñaba como las iguanas se comían al señor patato y como Alemania le metía 7 a Brasil como regalo de cumpleaños. Al final resultó ser verdad al menos uno de los sueños.Ya de vuelta al aeropuerto tuvimos tiempo de parar en un recinto donde cuidaban a las tortugas. Pudimos coger un par de ellas gigantes y descubrir el asco que me dan.

Playa Sirena
El Pie y la Patata
Ummm Tortugas…

En el aeropuerto de Cayo Largo, el más pequeño que he visto en mi vida, estaban echando el final del partido de Brasil vs Alemania. Uno de los detalles que me encantó fue la profesionalidad de los que hacían la facturación, que se salían cada vez que había un gol, dejando a todos los pasajeros esperando para dejar las maletas. Os podéis imaginar que allí estuvimos esperando un rato, dado el resultado. Tras un día intenso, llegamos al hotel, qué mejor manera de terminar el día que con una tarta sorpresa que habían dejado en la habitación, demasiado apetecible como para resistirse.

Felices 30

Ese es el resumen de unas vacaciones de ensueño, de esas que no se olvidan. La vuelta a la vida real ha sido dura, el vuelo de vuelta estuvo lleno de turbulencias, Bea perdió el pasaporte nada más aterrizar, seguimos sin hacernos al horario despertándonos a las 14.00 de la tarde y lo peor de todo, es que tenemos un nuevo compañero de piso, Stuart. Se trata de un ratón que se lo ha debido pasar también de puta madre en nuestra ausencia, ayer lo ví como se escondía detrás de la nevera y me pareció verle la pulserita de todo incluido. Bea ya ha montado un tinglado de trampas (gracias a unas magistrales clases de Petra) en las que espero no caer yo, veremos lo que dura. Ahora toca afrontar las 7 semanas que nos quedan para bajar a Málaga y poder veros a todos… ¡qué ganas!

Para cerrar el blog, y para los más vagos, os dejo el resumen del viaje en números:

0- Los kilos que adelgacé con mi dieta durante dos meses antes de salir de viaje.
1- El número de pulseras que necesitas para ser el Rey.
2- Fueron los delfines de los que me enamoré.
3- Los kilos que engordé en Cuba.
4- Las horas que tardé en quemarme.
5- Pavos que me robaron nada más llegar a La Habana.
6- Los kilos que pesaba el pie de Bea.
7- Los días de la semana en los que me acuerdo de la familia del guía.
8- De Julio, el día que cumplí los 30. El día que pasamos en Cayo Largo. Lo mejor.
9- Las veces que, de media, cagaba al día.
10- Los días que duró esta aventura.

No es que se aprenda mucho de unas vacaciones de todo incluido, aunque si que hay una cosa que aprendí en Cuba, y es que, que los negros estén petaos para mí ya no es un misterio. Fui tres días al gimnasio en Cuba y engordé 3 kilos. Un kilo de músculo al día. Los gimnasios de Cuba son la polla. Y quizás por eso también tienen esa manguera.
Enorme final de año

Enorme final de año

Soy de esa clase de personas que disfruta las vacaciones desde que las marca en el calendario, aunque no tenga los billetes comprados. Me sirve para tener pequeñas metas a corto / medio plazo haciendo que lleve el día a día con más ilusión. Con esa filosofía llevábamos intentando organizar las vacaciones de 2013 desde prácticamente Abril, recuerdo como en Semana Santa teníamos ya todo el calendario marcado, pero el cambio de trabajo de Bea supuso un cambio en todas las vacaciones y de nuevo esa incertidumbre de si tendríamos vacaciones en Navidad o no.

A medida que se acercaba el final de año empezaron a surgir planes que nos iban llenando de energía; Juanjo y Sara reservaron sus billetes para visitarnos en el puente del Pilar, Carlos y Sacha hicieron lo propio para dos semanas antes y mi hermana decidió pasar las Navidades en Londres con nosotros; sin duda el final de año prometía. Mientras tanto, Bea seguía esperando que le confirmaran cuando podría cogerse las más de dos semanas libres que aún le quedaban de vacaciones.

Como dos niños chicos, lo primero que hicimos cuando se las confirmaron fue meternos en skyscanner para ver algunos de los destinos que tenemos marcados en nuestra lista de “futuros viajes”. Como casi siempre, Ryanair eligió destino por nosotros unas semanas antes: Roma. He de reconocer que me estoy haciendo mayor, porque cada vez me molesta más viajar con Ryanair, sin embargo sigo siendo más rata que viejo, ya que sigo sin contemplar seriamente volar con otras compañías más caras.

En el Coliseum. Máximo! Máximo! Máximo!  

Italia es un país que todos vosotros conoceréis si habéis terminado Bachiller. Casi todos los institutos se iban ahí de viaje de fin de estudios, y no digo todos porque con el mío nos llevaron a Galicia, a comer mejillones y ver llover. Desde entonces no he vuelto a comer mejillones, desgraciadamente si que he vuelvo a ver llover, y mucho.


Nos pillamos un estudio a través de Airbnb, a 5 minutos andando del Coliseum. Nos estamos aficionando bastante a pillarnos alojamiento a través de esta página, nos permite ahorrarnos pasta sin bajar la calidad de nuestra estancia. En este caso el estudio, pese a ser pequeño, tenía todo lo que necesitábamos; una zona céntrica pero tranquila con cocina, TV, radio (clave para todo estancia) (?)…

Llegamos a eso de la 1 de la tarde, para ello habíamos tenido que levantarnos a las 5.30 de la mañana (esto de viajar en avión se me hace cada vez más coñazo). El primer día lo teníamos destinados para hacer una ruta de reconocimiento. Una vez nos pusimos a andar parecía que no había mañana; nos recorrimos media Roma en 8 horas (me la esperaba más grande!). Los pies nos echaban fuego y las rodillas chirriaban más que la puerta de casa, no quiero ni pensar la vejez que me espera. 

Vistas de la Plaza de San Pedro

Dicen que es bastante romántico pasear por Roma, vas descubriendo monumentos imperiales que vas dejando a tu paso, encuentras restaurantes con velas que te invitan a degustar un buen plato de pasta, escuchas el agua de la fontana de Trevi desde la lejanía, plasmas en tu cámara estampas como el Coliseum, la plaza de San Pedro o la de Venecia, vives los que tus antepasados vivieron mientras escuchas la audioguía… todo es bonito y la sensación de estar de vacaciones lo hace todavía más especial… Con todo este telón de fondo ya se encargó Bea de devolverme a la realidad. Seguíamos paseando a la vera del río, cuando nos dimos cuenta de que los italianos empezaban a sacar un paraguas, sin embargo, no llovía… ni parecía que lo fuera hacer de forma inmediata… Seguimos paseando con el cantar de los pájaros que cada vez se hacía más fuerte… en seguida y como por arte de magia, empezó a caer algo del cielo… pero no… no era lluvia… eran pájaros con diarrea y buena puntería, que claro… a quién iban a dar… pues a la chorla de Bea. Tras un momento así, lo único que pude hacer fue descojonarme, aplaudir al pájaro y sacar un clinex para limpiarle la cabeza mientras ella gritaba de asco. 


Tras vivir aquello no necesité ver nada más de Roma, había sido el viaje perfecto. Nos volvimos tristes por dejar esas sensaciones atrás y tener que volver al trabajo, pero contentos por las visitas y planes que nos esperaban.

Así fue como llegaron Carlos & Sacha; dos personajes que venían con una botella de ron bajo el brazo y que no venían precisamente a hacer turismo. Era la primera vez que Carlos estaba en Londres, pero eso daba igual. Lo primero que hicimos cuando nos reencontramos fue comprar unas cervezas y montar una fiesta en el piso que acabó con mis dos compañeras de piso potando, con nosotros jugando al limbo con la escoba de barrer, bailando break dance en el salón y haciendo volteretas en el sofá; todo un clásico. A Avril no la recuperamos hasta el Lunes jaja. 

Así dejamos a mis compis: KO

El sábado Carlos me dejó enseñarle Candem por la mañana, pero a las 18 ya me estaba mandando a casa para poder estar a las 20 de nuevo de cervezas. Salimos por la zona de Shoreditch y es la única vez desde que me vine a Inglaterra en la que volví a casa a las 4 y media de la mañana. No sé si es triste o motivo de orgullo, pero la verdad que era algo que necesitaba; bailar, colocarme, hablar de fútbol y arreglar el mundo. El domingo ya era el último día así que lo aprovechamos para ver cosas imprescindibles como el London Eye o el Big Ben. Carlos reconoció que no quería ver más cosas para así tener que subir a verme más veces jaja, eso sí que es una visita 😉

Con Juajo & Sara 😉

Tras su marcha no hubo mucho tiempo para lamentaciones, dos días más tarde aterrizaron Sara & Juanjo. Ellos ya habían estado en Londres así que no recorrimos las rutas clásicas que ya conocían. Aprovecharon nuestras jornadas laborales para recorrer sus lugares favoritos en nuestra ausencia pero disfrutamos de ellos y de profundas conversaciones durante el fin de semana. La anécdota del viaje la protagonizó Sara, que en su segundo día se pegó un guarrazo de leyenda. Yago Lamela, que coincidió por la zona, debió ver potencial en ella y le ofreció entrar en el equipo de salgo de longitud siempre y cuando trabajara en el aterrizaje, al parecer caer con la boca no es recomendable… la pobre se volvió con 5 puntos en el labio, pero eso sí, se le quedó un labio super sexy que ni Angelina. Dejaron Londres con unas ganas locas de juntarse con Sergio Jr y sabiendo que nos juntaríamos en dos semanas lo cual hace todo más llevadero. 


Sara Lamela en el equipo Olímpico

Quedaban 10 días para la última visita del año, mi hermana. Por un lado estaba deseando que pasara el tiempo, por otro lado ese era el plazo que tenía para cumplir todos los objetivos del trimestre y preparar todas las reuniones a modo de evaluación de 2013 con mis clientes. He de reconocer que ha sido bastante intenso (demasiado!) y que he estado más nervioso que Melendi en un avión pero todo acabó con final feliz, clientes contentos, jefes contentos, Sergio contento.


La mayoría de las empresas inglesas tienen la costumbre de hacer un par de balances al año con los resultados de la empresa. Es increíble ver los porcentajes de crecimiento y el ratio de contratación. Uno siente orgullo de ser partícipe de tanto éxito y se agradece la transparencia de los jefes a la hora de compartir tanta información, desde luego, hay cosas que se podrían llevar a España.


De fiesta con mi jefa y mi ex-jefa

A modo de cierre, Periscopix organizó la fiesta de Navidad en un barco donde recorrimos el Támesis de noche, cenamos como cerdos, nos dimos los regalos del amigo invisible, jugamos al póker y a la ruleta y cómo no, nos emborrachamos. Ir a trabajar al día siguiente no fue tan divertido por cierto. Sólo un inciso; soy un puto máquina a la ruleta. Tenía una táctica un poco agresiva: all in. Quería dejar de jugar para poder empezar a bailar y para ello tenía que perder mis fichas así que apostaba todas al rojo, y claro, salía rojo. Entonces apostaba todas al negro, y claro, salía negro. Así duplicaba mis ingresos y mi avaricia crecía proporcionalmente. Supongo que el no tener que haber pagado por jugar ayudó al gallito que llevo dentro pero sí, quiero ir al casino a ver qué pasa…


Y así fue como llegó el 20 de Diciembre, fecha en la que aterrizaba Sandra Noel; con croquetas, varias patas de cordero, turrones, polvorones, jamoncito, espárragos (?), gulas, piquitos, queso, etc etc.. vaya que nos trajo la cena de Navidad y provisiones para la tercera guerra mundial. Dada su generosidad y puesto que posee el récord de visitas (está trabajando duro para mantenerlo), le ofrecimos como premio el cuarto de Avril (que se iba a Irlanda). Hemos hecho algo de turismo bajo unas condiciones meteorológicas bastante adversas, hemos disfrutado del ambiente Navideño de Londres, hemos comprado cosas en mercadillos, hemos vuelto a nuestra infancia en Winter Wonderland dónde intentamos conseguir muñequitos de forma fallida, viendo el sorteo de Navidad desde la cama o haciendo la lista de Reyes y propósitos de año nuevo juntos… Hemos tomado cervecitas en bares ingleses, hemos pasado la Nochebuena juntos tras varios años separados pero sobre todo hemos descansado, visto películas Navideñas y hemos ido de compras… todos los días…

Los regalos de Sandra
Sandra de turismo

















Sin casi darnos cuenta, se acabó su primera semana de vacaciones y empezaron las nuestras. Es una mezcla de sensaciones, algo triste que acompaña a algo alegre, algo amargo que acompaña a algo ilusionante. El año pasado no pude estar con los míos, con vosotros, en unas fechas hechas para estar en familia. Miro atrás y todavía recuerdo ese vacío, como nos tomamos las uvas por Skype con mi familia, cómo vimos la cabalgata por Internet y cómo abrimos los regalos sabiendo que ninguna caja envuelta contendría algo tan valioso como el simple hecho de compartirlo físicamente con vosotros.



Hazte extranjero

Me siento afortunado de poder vivir un año más esa sensación, y aquí me tenéis, en el avión, camino de casa, reflexionando y compartiendo una vez más todo con vosotros, con una sonrisa de oreja a oreja y unas ganas de aterrizar y daros un abrazo que no puedo con ellas. ¡Nos vemos el año que viene, dentro de nada!
 
Una vacaciones memorables

Una vacaciones memorables

Recuerdo la ilusión con la que escribí el último post, tan sólo faltaban unos días para embarcar en el avión rumbo a Málaga… ains… qué lejos queda ya todo eso…

Es difícil resumir 16 días increíbles en unos párrafos. Aterricé sin creerme que ya estaba en mi tierra, perdido, incluso mi madre me dijo que me notaba “serio”. Siempre me he considerado una persona alegre y he de reconocer que me preocupa que la gente me vea alicaído, y es que a veces uno no se da cuenta de que lo está hasta que se lo dicen.  No tenía mucho tiempo para pararme a pensar entonces, pero lo hago ahora.

Ejemplo de cómo uno no se da cuenta de lo que pasa hasta que te lo dicen

Tenía por delante un fin de semana lleno de sorpresas, fiesta y buen tiempo. Como buen malagueño, lo primero que hice fue ir directo a la peluquería (había que evitar ponerse moreno antes de cortarse el pelo, por eso de evitar las marcas, todo calculado). Comí como los pavos con mi madre y mi abuela y a las dos horas ya estaba Juanjo recogiéndome para irnos a Conil donde la despedida de soltero de Alberto tendría lugar al día siguiente. Me había despertado en un país, había pasado unas horas en Málaga y me acostaba en Cádiz, es increible lo que da de sí un día si te lo propones. Hicimos una vuelta de reconocimiento saboreando los rones de cada bar con la excusa de pedir precio de “reservado” para la despedida de soltero de Alberto.
Única foto de la despedida que se puede mostrar 😉

Alberto no sabía que asistiría a su despedida así que el encuentro fue bastante emotivo. Sin casi darnos cuenta, ya estábamos navegando y bebiendo en el velero. Es gracioso comparar el principio y el final del paseo. Empezamos tranquilitos ofreciendo coca cola al capitán y recogiendo el tapón de la botella que se había caído y acabamos desmadrados, “descorchando” la botella de plástico de tinto en la cara de Migue, dejando toda toda la cubierta  roja y con un lanzador de peso olímpico (Borja Vivas) lanzándonos por la borda como si fuéramos papelitos de papel…desfase… Mientras tanto, ahí estaba yo, estrenando orgulloso mi cámara Go Pro Hero 3 para plasmar todos los momentos de las vacaciones incluso debajo del agua si hacía falta. Tras llevar grabando 2 minutos y con la cámara bien atornillada al arnés que a su vez iba sujeto a mi pecho, decidí saltar al agua para tener algunas imágenes espectaculares. Cuál fue mi sorpresa cuando, al llevarme la mano al pecho, me di cuenta de que acababa de perder 350 pavos. A gritos de “he perdido mi cámara!!!” la muy hija de puta seguía grabando mientras se hundía (5-6 metros). Para qué comprar el accesorio que la hacía flotar, pensé… La mejor manera de empezar las vacaciones y la despedida… Sin ánimo de llamar mucho la atención y cortar el rollo a la gente hice sólo dos intentos fallidos de sumergida. En el primero casi me explotan los oídos, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que me duelen cuando me sumerjo en la piscina de los niños chicos. En el segundo, casi me ahogo cuando al intentar subir me di cuenta de que el aire que me quedaba en los pulmones no era el que yo necesitaba, visualicé a Leonardo Di Caprio hundiéndose pero me negué a morir de una forma tan tonta. Los litros de alcohol que llevaba en lo alto seguramente no me iban a ayudar a encontrar un mojón así que decidí que entre perder la cámara, y la cámara y mi vida, compensaba sólo perder la cámara (lo sé, cuando estoy ciego soy más sabio). El que no cesó fue Arquero, quizás más borracho que yo pero super bien equipado (?) gafas y aletas… (?) He de reconocer que yo no daba un pimiento por él, con cariño. Tras 20 minutos intentándolo ahí sacó Aquaman la mano con algo que brillaba… ¿era eso la cámara?… DESFASE… ahí saltamos todos con nuestras bebidas para ahogar al héroe del día… casi lo matamos, y casi perdemos la cámara de nuevo, pero eso ya era lo de menos, así somos los tíos. Gracias xapa, gracias ciclo. Para mi ese es el resumen del fin de semana, una manada de salvajes pasándonoslo en grande y haciendo el polla.

Disfrutando de las playas de Cádiz

Tras un fin de semana increíble, tocaba relajarse por fin con Bea. Estuvimos 5 días en Cádiz recorriéndonos diversas playas que siempre había querido enseñarme, comiendo atún, calamares, y toda clase de “cosas” marinas que tanto se echan de menos en estas tierras, recuperando los kilos perdidos y cogiendo color para igualar a los colegas y no desentonar en la boda del año. El sentir la arena en tus pies, el escuchar las olas de fondo, el olor a mar,  el quedarte dormido mojito en mano, presenciar esas puestas de sol y notar cómo te enciende la piel, el amanecer sin sueño, saborear la comida y sentir que estás cerca de los tuyos… todas esas sensaciones hicieron que recargáramos esa batería que estaba ya semivacía. Es curioso lo de las vacaciones, sólo se disfrutan cuando uno tiene trabajo, cuanto más tiempo libre se tiene menos se disfruta.

Las puestas de sol
Surfero total
Combatiendo contra el mar

Sin demasiado tiempo para creérmelo ya había consumido una semana de las dos que tenía libres. Tocaba volver a Málaga para poder disfrutar de la familia. Mis padres y mi hermana se habían cogido la semana para poder juntarnos todos en casa. Me puse como objetivo dejar todo recogido y ayudar con las cosas del hogar… pero volví a fracasar (lo siento mama!). Me dio tiempo a bajarle los humos a mi padre al ping pong, a demostrar al tenis que Nadal es un mierda a mi lado y a consagrarme como el peor jugador de Mónica (cartas) de la historia. Disfruté de conversaciones con mis padres, de la presencia de mi abuela y mi tia y cómo no, de los planes raros de mi hermana… ahí que me plantó una lista de cosas que hacer en sus vacaciones (la próxima vez cómprate un mono!). He de reconocer que me negué a hacer la mayoría pero acabé accediendo y disfrutando de todas ellas; ¡parascending y barranquismo incluidos!

Por favor que no toque el fondo!
Parascending: Las ideas de mi hermana…
La tradicional BBQ – Gracias Dulceee

Me dio tiempo a ver a casi todos los colegas. Me reencontré con la pandilla del colegio, comprobé como Sergio Jr sigue creciendo a pasos agigantados de la mano de Juanjo & Sara, disfruté de la clásica bbq en casa del pricu, de la timbita de poker en casa de Sacha y del showarma con Dani mientras charlamos hasta las mil de la mañana. Degusté la cocina mediterránea con la compañia de Juan y Bea y de los helados en Inma! Conocí por fin a la abuela de Bea y probé el famoso salmorejo de Pedro. Parecía que el tiempo no había pasado y que no me había ido de Málaga, sin embargo en todo momento he sentido que las vacaciones estaban a punto de terminarse. Como siempre que bajo, me dio la sensación de que no vi a nadie todo lo que me hubiera gustado, de que uso mis vacaciones para intentar ver a todos y de que me vuelvo casi más estresado por no  haberlo conseguido.

Jugando con Sergio Jr
Esos reencuentros con mi gente de siempre

 

Como broche final, tocaba asistir a la boda de Alberto & María: el motivo por el que habíamos decidido coger las vacaciones en esa fecha. No sé muy bien como expresar un evento tan emotivo. Presenciar como dos amigos tan cercanos se casan y poder compartirlo con todos tus amigos a los que hace tanto que no ves es inexplicable. La boda estuvo de 10, la comida de 11 y la fiesta de 20. Hubo noticias increíbles; otros amigos que se comprometen, otra pareja que espera crecer… todo eran alegrías… Bailes tontos, abrazos, brindis, pactos de viajes que nunca se cumplirán y muchas risas. Las manejillas del reloj corrían más que Usain Bolt y la noche se acababa muy a mi pesar. Fuimos los últimos en salir del hotel, sabíamos lo que eso suponía…

Con los novios!
Las niñas
Los niños

Así fue como se acabaron unas vacaciones memorables y como llegaba el día que tanto temía llegaría. La última tarde de domingo decidí darme un paseo por la orilla en plan meditación, intentando autoconvencerme de que estoy haciendo lo correcto. Me fui con la sensación de no poder quejarme porque la situación que tenemos aquí es como para estar contentos, pero tras despedirme de los mios, tras montarme en el avión y despegar noté como esa alegría se iba desvaneciendo, como esa felicidad se iba quedando atrás y como esa seriedad que mi madre notó el primer día al aterrizar se volvía a apoderar de mi. No es algo alarmante, espero que pasajero pero sí… reconozco que os echo mucho de menos… a todo… a todos…

Cómo nos sentimos cuando llegamos y cuando nos volvemos