Aquí estoy, en el bar de al lado de casa con un ron con coca cola y unos m&m´s, buscando la inspiración y pensando como empezar un post tras 5 meses sin escribiros.
No es fácil resumir 5 meses en unas líneas, se parece mucho a cuando ves que tus padres te escriben por Whatsapp… se tiran “escribiendo” un buen rato y cuando esperas que le den a enviar y recibir una parrafada… o no te llega nada, o te llega un simple emoticono con un besito y un “buenas noches y buena suerte”. Te quedas un poco descolocado, y con dos dudas existenciales: o les ha robado el móvil Zapatero o alguien tiene que inventar las clases de mecanografía para padres con smartphone. Sea como fuere, así estoy, descolocado.
En los últimos cinco meses han pasado muchas cosas. Volver de Tailandia no fue fácil; saber que puedes vivir en un paraíso por dos duros hace plantearte muchas cosas, y ninguna de ellas está bien vista socialmente. La mayoría de vosotros sabe que volvemos de allí con unos planes muy ilusionantes. Unos planes que nos tendrán entretenidos como mínimo un año más y con una dirección muy clara, lo personal.
Mientras tanto, todo sigue mejorando a nivel profesional. A mi me han promocionado como responsable de una nueva división; estaré encargado de crear un nuevo departamento para publicidad en redes sociales, de llevar las relaciones con Google como único partner del Reino Unido además de tener 7 personas a mi cargo. No tengo palabras para explicar la ilusión que me hace este proyecto, aunque quizás la falta de tiempo para simplemente actualizar el blog demuestra algunos de los aspectos que este cambio ha supuesto en nuestro día a día. Por otro lado hemos recibido el premio al mejor departamento de venta programática de Reino Unido y la campaña que yo he llevado para JP.Morgan ha recibido el premio a la mejor campaña de finanzas del país. Qué fácil resulta escribirlo y cuanto trabajo supone conseguirlo… Por su parte, Bea ha terminado el master en Marketing Digital de Google y ha encontrado trabajo en otra agencia de Londres. Lo que está consiguiendo es increíble; cambiar su carrera profesional y pasar de un restaurante a una agencia en 6 meses es impresionante, tan solo hay una persona que parece no ser capaz de valorar lo que supone, ella misma. Aunque yo me encargue de recordárselo cada día, y de mostrarle mi orgullo, a veces pienso que no es suficiente; espero que leer estas líneas le haga replantearse un poco las cosas y dejar de meterse tanta presión a sí misma.
En cuanto a la ciudad, todo sigue igual. Acabamos de renovar el alquiler por dos años y medio más, así que ese es el tiempo que, de momento, nos queda por aquí. Vemos de reojo como el invierno se acerca, las temperaturas bajan, las horas de sol se reducen y los días grises llegan con sus lluvias. No os voy a mentir, me toca los huevos, y mucho. Es el cuarto invierno que vamos a vivir aquí y empieza a cansarme, sobre todo teniendo en cuenta que acabamos de llegar de Málaga y hemos pasado del bañador y las chanclas al jersey y el paraguas.
La calidad de vida es algo que hemos dejado de lado durante mucho tiempo. Nuestro deseo por crecer a nivel profesional y buscar las cosas que no éramos capaces de encontrar en nuestro país, poco a poco, empiezan a pasar a un segundo plano, al menos en nuestra cabeza. Somos conscientes de la situación de España, y parece egoísta el decir que envidio la situación personal de muchos de vosotros, pero como todo en la vida uno quiere lo que no tiene. Siento que vivimos metidos en nuestra burbuja, centrados en nuestros proyectos profesionales a los que le dedicamos toda nuestra atención y no es hasta que nos montamos en el avión cuando desconectamos y nos damos cuenta de que el mundo ahí fuera sigue girando. Es entonces cuando sales por la puerta de llegadas y ves a tus padres, hermana y suegros esperándote, escuchas sus gritos desde lejos, les ves sonreír y levantar los brazos. Es entonces cuando te preguntas, ¿por qué he tardado tanto en bajar?
Por unos días te encuentras algo perdido, los tuyos te dicen que te notan raro, triste. Ni yo sé como me encuentro, quizás es desorientado. Solo intentas procesar todo lo que estás sintiendo, pero tampoco tienes mucho tiempo para analizarlo con detalle. Tienes cita con el dentista, con el digestivo y te tienes que hacer los análisis de sangre antes de volverte. Entre medias vas al registro civil y le enseñas a tu familia ese sitio especial que quieres que conozcan antes de volverte. Aún te queda ir a Mollina para conocer al resto de la familia de Bea que todavía no conoces, al bautizo de la pequeña Paula, a Málaga para conocer al último bebé que nos faltaba por conocer, el enano Rafa, o a la novia de mi primo. Faltan horas en el día para hacer todo lo que quieres hacer, días en la semana para pasar tiempo con los tuyos. Es muy poco tiempo, pero también te das cuenta de que los más pequeños no te reconocen y de que todavía no has podido leer los 250 emails que te llegaron ayer en el trabajo. Pero es entonces cuando saltas de cabeza en la piscina, cuando tu hermana intenta, sin suerte, enseñarte a hacer surf, cuando tus padres te ganan una vez más a las cartas, cuando vuelves a sentir el rugir del motor de tu coche, cuando la pequeña Mariquilla te sonríe tras vacilar a Alberto, cuando tus amigos te castigan el hígado, de forma literal y figurada. Es entonces cuando tu amigo Adri te da unas lecciones de vida, cuando ves a Martín traer de cabeza a sus padres y cuando ves que Juanjo y Sara ya no tienen un pequeño, sino dos. Es entonces cuando recuerdas las mismas historias de siempre con tus colegas copa en mano, cuando te duele la barriga de reírte y la cabeza por la resaca. Es entonces, cuando te das cuenta de que estás vivo y de que lo que realmente te pasa es que echas de menos muchas a tu gente, a tu tierra, y a la calidad de vida de tu país.
Pero ya es tarde, estabas consiguiendo explicárselo a tu madre en la mesa camilla del salón cuando ya estás saliendo de casa camino del aeropuerto, mientras tu madre te dice el último adiós por Whatsapp lamentando no poderse haber despedido como le hubiera gustado. Te montas en el avión a la una de la mañana, mirando las fotos que te llevas de recuerdo y tratando de explicarle a Bea lo que has hecho durante la semana y como te sientes, buscando soluciones a algo que sólo nosotros podemos solucionar. Una vez más, no hay mucho tiempo para analizar las cosas con detalle, son las 4 de la mañana y tienes que poner la alarma a las 7.30 para ir a trabajar. Empieza la semana y la burbuja empieza de nuevo a cerrarse, pero antes de que lo haga del todo, decido hacer dos cosas: comprarme los billetes de avión para Navidad, Semana Santa y la última semana de Mayo a Málaga y escribir estas palabras para daros las gracias por despertarme cada vez que bajo… ¡Nos vemos en tres meses amigos, nos vemos en tres meses familia!