Y entonces llegué al inicio del pasillo, agarrando con cariño el brazo de mi madre, que también me daba la mano mientras me susurraba “la tienes helada, pobrecito”. Palabras de cariño y protección, pero para mi, mucho más que palabras. Prácticamente nadie sabe que 6 semanas antes de la boda recibíamos la noticia de que mi madre tenía cáncer de útero y que había que operarla inmediatamente. Es entonces cuando todo se te pasa por la cabeza y cuando te das cuenta de que la vida no es tan controlable como uno pueda pensar, de que caminar por la alfombra blanca agarrado a lo que más quieres es un lujo que hay que saber valorar. Seis semanas, ese es el tiempo que le ha llevado para ser operada y para satisfactoriamente recuperarse, algo que sólo hacen los verdaderos guerreros.
Los dos paramos al inicio del pasillo, y ahí estabais todos, las 130 personas más importantes de mi vida, más alguna que otra que no pudo asistir pero que estuvieron de otra manera presentes. Sonrisas sinceras, lágrimas de alegrías, miradas cómplices. Inspiré hondo y empezamos a caminar, lo habíamos conseguido… pero no todo es tan sencillo como pueda parecer…
El proceso de la boda empezó hacía año y medio en Tailandia, nuestro último viaje juntos que sirvió para que propusiera matrimonio a la que hoy es mi mujer. Una pedida de ensueño que tendré la suerte de poder recordar toda mi vida, incluso cuando la memoria falle, y es que minutos antes de dirigirnos a la Sunset beach en Koh Lipe, Bea sugirió que colocáramos la GoPro a nuestras espaldas para hacer un timelapse y poder estampar lo que sería el atardecer más bonito de nuestras vidas. Un momento mágico que confesé a mi hermana que sucedería semanas antes a través de Skype, y que tras conocer la noticia rompió a llorar de emoción. Una reacción que habría pagado por tener grabada y que fue lo que originó la idea de grabar vuestras reacciones al contaros que nos casábamos, reacciones que demuestran el cariño y la amistad que nos une, algunas de ellas tan buenas que nos obligó a hacer un ranking!
Empezaron los preparativos, empezaron las sorpresas, sorpresas que se convierten en aventuras, aventuras que pasan a anécdotas. Me encantan las sorpresas, y la vida está llena de ellas: a las sorpresas buenas las dejamos con ese nombre, a las sorpresas malas les llamamos problemas, contratiempos. Yo intento tratar por igual a todas las sorpresas, tomármelas con filosofía, la filosofía de “donde nos lleve la vida”, porque al final, son ellas las que nos forman como personas, la que forjan nuestra forma de ser.
Miro por la ventana del AVE y compruebo como dejamos atrás a una velocidad de vértigo cosas que hacía un segundo no veía ni que tenía delante. Cierro los ojos y veo todo lo que Bea y yo hemos recorrido para llegar hasta aquí: nos veo hace exactamente 5 años montándonos en ese vuelo cargado de ilusiones con rumbo a Colchester, visualizo muchas tardes estudiando y preparándonos para nuestra nueva vida juntos. Recuerdo los madrugones de Bea a las 4 de la mañana camino del hotel, o sus llegadas a casa de madrugada tras 12 horas en la terraza fría del restaurante. Revivo con orgullo todas esas decisiones importantes que hemos tomado juntos en nuestro bar de al lado de casa, los sueños compartidos cada sábado mientras sorbemos el café y mordemos la tostada con aceite y tomate restregado que nos transporta a orillas del Mediterráneo, a nuestra verdadera casa.
Los preparativos de la boda han sido un bonito reflejo de lo que es la vida, sorpresas y contratiempos que suceden mientras el mundo sigue dando vueltas: cambios de localización tras tener todo apalabrado y fianza pagada que nos llevó a organizar todo de nuevo y a conocer gente como Patricia Navarro y Arteboda, que nos ha ayudado con los preparativos, o con Fran y Sáboga que nos dió de comer no sólo en la boda, sino también en Sevilla para probar el menú y en casa de Bea como prueba oficial. Mi madre tuvo tiempo para pasar por quirófano, no una, ni dos sino hasta tres veces (y las que me deje en el tintero). La madre de Bea tuvo tiempo para fracturarse la muñeca y conseguir quitarse la escayola a dos semanas del día señalado. Mi hermana consiguió lanzar su negocio, mi primo terminar sus estudios, varios amigos decidieron quedarse embarazados y tener niños … Hemos tenido hasta 6 bajadas a España para organizar todo, hemos recibido la ayuda de mi hermana que nos diseñó la invitación y los auriculares, lo he celebrado con mis niños en una despedia de soltero involvidable, lo he celebrado con la familia y los testigos en esa firma oficial del 1 de Septiembre. Tuvimos tiempo de perder el vuelo más importante de nuestras vidas a tres días de la boda por cambios en los horarios que nunca nos fueron comunicados. También me he visto a un mes de la boda sin traje teniendo que empezar de cero, una vez superado eso nos vimos a 2 días de la boda sin vestido y sin traje por fallos en taller… También fuimos testigos de una tormenta impresionante a 48 horas de la boda… si hasta escribí por Twitter a Mario Picazo buscando su bendición…. El caso es que tras tantas y tantas aventuras llegó el día de la boda.
Todo estaba dispuesto y mi tío se disponía a sacar el Mercedes del garaje para ir a grabar a casa de la novia. Entonces la puerta del garaje se rompió siendo imposible su apertura. Tras probar distintas llaves e incluso llamar a mantenimiento, la puerta seguía sin abrir. Cuando empezó a cundir el pánico, y como si de un milagro se tratara, la puerta se abrió. Sólo yo sé que fue mi abuelo, que en paz descanse, el que vió ahí la oportunidad de guiñarme un ojo como siempre hacía cuando cometía una gamberrada, cuando acertaba la quiniela con su dado único o cuando daba dinero a escondidas. Era su manera de estar presente en ese día tan especial. Gracias abuelo.
Era el momento de disfrutar, de ver como Elvira plasmaba momentos mágicos mientras nos vestíamos, de ver como mi madre nos solucionaba a todos la papeleta tras llegar radiante de la peluquería, de ver los nervios de mi hermana y mi padre ensayando el discurso. Era el momento de ver a mi tio entrar en casa cámara de video en mano y de ver a mi cuñado hablando por 15 desayunando a una hora de salir de casa. A mi madre no le dió tiempo ni de mirarse al espejo antes de salir por la puerta. ¿Como se puede uno poner tan nervioso cuando sabes que vas a estar con los tuyos? Camino de la Casilla de Maera, hubo tiempo para soltar un par de carcajadas “Tío, eso que hay en el cristal es una cagada de pájaro?” “Joder joder joder! A tomar por culo los 30 euros del lavado de coche en el Corte Inglés” es lo único que salió de su boca jajaja. Ya entrando en la casilla, mi tío fue a quitarle la capota al descapotable, y se le rompió en ese mismo momento, una vez más, esta vez dando golpes desde el maletero, pude escuchar su desesperación “Joder, joder, jooooooooder” jajaja.
Que bonita es la vida cuando pones las cosas en perspectiva, ya ves tu el problema de que no abra la capota… lo importante es que lo hemos conseguido y mi madre me acaba de dejar en el altar. Me doy la vuelta mientras empieza a sonar “In a thousand years”, como si de una película se tratase todo lo descrito anteriormente pasa en 2 segundos por mi cabeza, y entonces allí aparece Bea, que también se para y desde la distancia nos miramos. Lo bonito de encontrar a tu media naranja es que en momentos como este, te puedes leer la mente, y notaba como Bea me decía algo que ya me había dicho antes “Nunca te he visto llorar, mi objetivo es hacerte llorar mientras camino hacia al altar” “Lo siento cary, pero es que no suelo llorar, no te lo tomes a mal” le respondía… A tomar por culo mis palabras, los ojos empezaron a humedecerse en el mismo momento en el que ella comenzó a caminar. Intenté contener las lágrimas, pero note rápido ese frescor de la lágrima al caer por la mejilla. Todavía veo esa sonrisa de orgullo y esa mirada húmeda que me decía “lo conseguí”.
La ceremonia fue una auténtica montaña rusa de emociones, todos y cada uno de los discursos me hicieron llorar. Mi padre me hizo entender que era un gran hijo, mi hermana después de humillarme confesó haber aprendido muchas cosas de mí, entre ellas y tras romperse, la importancia de ser valiente. María explicó el significado de la amistad y Arkero, Alberto y Juanjo demostraron que la distancia no es suficiente para separar lo que nos une de una forma que jamás olvidaré (aunque creo que todavía tienen las ronchas en su piel, estoy seguro de que se recuperarán de esta…).
Entonces apareció mi abuela, con un discurso sorpresa y una historia que llevaba guardada en el corazón durante 30 años. Explicó a todos los presentes como en un paseo por Madrid cuando yo era un macaco le pedí que me comprará chucherías, ella se negó para no malcriarme y yo me cogí una buena pataleta. A la vuelta de casa, vi otro kiosko y entonces yo dije en voz alta “la abuela no compra chuches”, aquello fue como un puñal directo a su corazón que en ese momento se sacó y tiró al suelo… Con esa misma mano me entregó una tarta de chucherías hecha por ella misma que decía “La abuela no si compra chuches”. Todavía recuerdo lo que me costó recuperar la respiración, pero no fui el único, dejó a los 130 asistentes con el corazón en un puño. Se convirtió en la abuela de todos. Es curioso como un detalle tan pequeño, como aquel paseo, ha podido marcar tanto a mi abuela, y como todo lo que ha hecho por mi en los 32 que tengo le hayan pasado por alto. Abuela no estaría donde estoy, sino fuera en parte por ti, y no te preocupes que ya me he comido casi todas las fresas,.. el resto nos las llevamos para México!
La ceremonia acabó con la lectura de un texto especial para nosotros, un ritual del viajero que Eduardo Banderas, nuestro oficiante de boda, leyó con una maestría que jamás olvidaré. Nos vino a decir que en este viaje que comienza, la ilusión por conocer nuevos caminos ha de ser superior al miedo a lo desconocido, que disfrutaremos de atardeceres únicos como el de Tailiandia pero que cuando haya tormenta nos atrevamos a bailar bajo la lluvia. Tras darnos el sí quiero, salimos por donde entramos, pero con una sensación diferente, de unión, y empezamos la sesión fotográfica con Elvira y Jesús mientras los invitados abrían sus regalos: unas postales que contenían un vídeo personalizado con los mejores momentos compartidos que podrían disfrutar con unos auriculares también personalizados. Y es que la vida es eso, pequeñas postales que nos da el día a día y que nos hacen ser quienes somos.
Ya nos lo habían avisado, “os iréis con la sensación de haber visto a todo el mundo pero de no haber estado con nadie” y así fue… “disfruta de cada minuto” me decía mi tío que siempre nos seguía con la cámara. Me pareció ver a Mercedes Milá por ahí diciendo “yo quiero a ese tío grabando en la casa de Guadalix de la Sierra!” estaba en todas partes! Las horas pasaron como si fueran minutos pero hubo tiempo…
Hubo tiempo para disfrutar de un ambiente donde notamos el cariño y el disfrute de la gente, para conocer a nuevos miembros de la familia como Naia o a las últimas incorporaciones al grupo como María o el pequeño Jack. Hubo tiempo para reencuentros, muchos reencuentros. También para celebrar el cumpleaños de Curro, para abrir regalos inolvidables, para que nos dejarais mensajes en el libro de firmas que Juanjo & Sara nos pusieron y graciosas fotos en el fotomatón, para partir la tarta con Californication de fondo y para hacer un guiño especial a nuestros padres con esa foto en familia. Tuvimos tiempo de convenceros para hacer un baile de bodas genial a lo Hitch que nunca olvidaremos, de emocionarse con el video regalo sorpresa de mi hermana y de reir a carcajadas con el montaje en el que todos los seres queridos nos demostraron una vez más su cariño (mención especial a Laury y Sandra, omnipresente). Hubo tiempo de disfrutar de un conciertazo con la presencia de Tarifa Plana que abrió la fiesta sacándonos lo mejor que llevábamos dentro, qué manera de animar…. Hubo tiempo para recordar historias en la zona del chill out o para ver cómo cuerpos de 87 años tienen más energía que algunos de 32. Hubo tiempo para sonreir, para llorar, para extrañar a los ausentes y para abrazar a los presentes. Y aunque la noche pasará volada, hubo tiempo para una cosa más, y quizás la más importante de todas. Hubo tiempo para darse cuenta de que nosotros pertenecemos a esta tierra y con esta gente. Nos dió tiempo a sentirnos como en casa, como si nunca nos hubiéramos ido.
Gracias de corazón por habernos hecho pasar el día que sin duda es ya, el mejor de nuestras vidas. Como os dijimos en la postal: brindamos por todos los momentos que nos quedan por vivir.
Oohhh! Has vuelto hacer q me emicione recordando esta boda tan preciosa que tuvisteis hace tan solo una semanita!
Me encantó estar ahi para verlo! Te quiero mucho primo!
No había tenido tiempo de leerlo hasta ahora… y no sabéis la pena que me da haberme perdido ese día!
Felicidades Sergio y Bea!! Me alegro mucho de que os hayáis encontrado… y lo mejor aún está por llegar!