Cumpliamos una semana justo en Ko Phangan. Una isla maravillosa, una playa de ensueño y un hotel en el que disfrutamos de momentos como este, tan sólo unas horas antes de llevarnos el susto más grande del viaje.
Tras estar trabajando en la habitación, cenamos una noche más, como de costumbre, en el restaurante del hotel. Los mismos camareros de siempre, la misma tranquilidad de todas las noches. Habíamos encontrado una pequeña rutina que combinaba el trabajo y relax que, aunque parezca mentira, empezábamos a echar de menos.
El hotel estaba especialmente vacío esa noche fruto de la temporada baja y el final del fin de semana. Terminamos de cenar temprano, y a eso de las 21.30 volvíamos a nuestra habitación. Las nuevas tecnologías nos transportaron a Londres para ponernos al día con amigos a los que se echan de menos.
En el móvil de Bea, tuvimos tiempo de ver un capítulo de nuestro “amigo” Calleja, que tan buenas noches nos hace pasar, y hasta de conversar con mis padres durante una hora. Sin darme cuenta habían dado la 01:30.
Especialmente cansado, decidí acostarme. Curiosamente, era la primera vez en la que me acostaría antes que Bea.
Era tal el cansancio, que creo que tardé 5 minutos en caer seco. Minutos más tarde me desperté con un fuerte estruendo. Era Bea, que había cerrado la única ventana del bungalow, la mosquitera y la cortina. Menos mal, pensé. Aunque asustado por el golpe, volví a quedarme dormido enseguida.
Abrí el ojo cuando Bea se levantó para ir al baño. Extrañada, me preguntaba que qué hora era. “Las 9:30” respondí. Acto seguido, me preguntó dónde estaba su móvil. “Hmmm” le respondí medio dormido. Bea empezó a levantar la almohada, las sábanas, el cogín…mientras la escuchaba refunfuñar. Mi risa interna creo que me sacó una sonrisa mientras pensaba “como puede ser que nunca encuentre su móvil”.
Fue entonces cuando escuchamos un ruido extraño, como si algo se hubiera caído al suelo. “Mierda, eso es el móvil que se ha caído detrás de la cama” sugirió Bea. Ahí que levantó el colchón…nada. “Ese ruido venía de fuera no?” añadí.
Bea abrió la puerta y se encontró algo que seguro no olvidará nunca. Un tinglado que ni Tom Cruise en Misión Imposible. “Alguien ha entrado en nuestra habitación!” “Joder joder” fue lo único que salió de su boca durante los siguientes minutos. “Qué dices Bea, como van a entrar…” fue lo único que salió de la mía mientras me incorporaba en la cama. “Miraaaaaaaaaa!!” Espetó Bea señalando al porche desde el que había estado hablando con mis padres escasas horas antes.
Me asomé y comprobé que no estaba loca. Alguien había usado nuestras toallas y camisetas de la playa para, cuidadosamente, y con el uso de perchas y la cuerda del tendedero, tapar lo que se iba a convertir en la escena del crimen: nuestro bungalow.
Una botella de agua, que curiosamente carecía de tapón, hacía de peso para que las finas toallas del Decathlon no se movieran con el viento. En el suelo, encontramos un cenicero, probablemente lo que había caído al suelo segundos antes y que había provocado que saliéramos fuera. La papelera estaba en lo alto de un pequeño banco, seguramente para quitar visibiliad desde otros ángulos a posibles testigos que pasaran por las inmediaciones. Mi bañador, y alguna que otra toalla fueron utilizados para tapar la luz que desprendían las farolas del jardín, provocando la oscuridad en mitad de la noche. Era como si todo hubiera sido estudiado hasta el más mínimo detalle.
La ventana y la mosquitera estaban totalmente abiertas, siendo la cortina lo único que separaba el porche del interior. También comprobamos como faltaba uno de mis tenis que había dejado fuera, curiosamente lo encontramos en el interior, bajo la ventana, seguramente para amortiguar la entrada del inteligente ladrón.
Cuando nuestro cerebro consiguió analizar todo lo que estaba sucediendo, nos dimos cuenta de lo más obvio. En el suelo estaba el neceser con todas las pertenencias tiradas por el suelo. Sabíamos que el neceser estaba 100% en el interior colgado en una pequeña percha a escasos centímetros de la ventana. ¿Cómo alguien podría haber abierto la ventana, la mosquitera y haber cogido el neceser sin darnos cuenta?
Fue entonces cuando empezamos a revisar que otras posibles cosas habían cogido de nuestra habitación mientras dormíamos. Los ordenadores seguían en la cabecera de las camas, sentí un enorme alivio. Bea se dio cuenta de que también faltaba su monedero. Cuando la sensación de impotencia y rabia se apoderó de ella, salió corriendo para recepción en busca de ayuda. No me habría gustado encontrarme con ella de frente en ese momento.
Me quedé en la habitación revisando el resto de cosas. Todo lo que estaba a los pies de la cama estaba sano y salvo. El ladrón debió pensar que era suficiente con entrar en una propiedad privada con dos personas durmiendo y coger lo que estaba más a mano, evitar pasearse por habitación fue seguramente un acierto. También debió pensar que no era plan de arriesgar mucho más, por lo que dejó los ordenadores que estaban conectados a la red mientras se cargaban sobre nuestras cabezas, un pequeño ruido podía provocar el despertar del ogro semidesnudo de 85 kg al que se tendría que enfrentar si abría un ojo.
Llegó la de recepción, e intentamos recrear todo lo que pudo ser el delito. Minutos después llegó un agente de policía que hizo fotos, nos preguntó cuatro cosas en tailandés a través de la chica de recepción y se escribió con los de la comisaría central para informar de lo sucedido. El agente encontró las huellas del valiente delincuente por el jardín. Viendo que el nivel de investigación subía, me animé a pintar siluetas de cuerpos con tiza en el suelo, pero el agente me recordó que, gracias a dios, no había habido ningún asesinato. Tras una hora analizando y discutiendo, recogimos la escena del crimen.
Obviamente, ninguno de los dos queríamos pasar otra noche ahí, así que decidimos hacer las maletas e irnos. Llamé a nuestro seguro, para comentarles lo sucedido y ver como actuar en estos casos. Nos solicitaron una carta del hotel que corroborará la historia y una copia de la denuncia por parte de la policía. Los del hotel, muy amables, nos ayudaron con el papeleo y nos llevaron a comisaría.
Poner una denuncia en Tailandia, cuando los policías no hablan una papa de inglés es, cuanto menos, interesante. El chaval del hotel que vino con nosotros se sabía dos palabras, que deben aparecer en la denuncia. El oficial entonces, sacó su móvil y vi la conversación de whatsapp que debió tener con el policía que nos visitó horas antes. Al menos es lo que entendí cuando por gestos y unos sonidos* que emití para simular el tailandés, traté de explicarle todo lo sucedido y me mostró su Whatsapp. El oficial se ausentó 4 minutos y a su vuelta, como por arte de magia, el oficial nos preguntó cuatro preguntas clave en inglés. Fue como si se hubiera metido el curso de Vaughan en 2 segundos. Se encargó de escribir nuestras respuestas en la denuncia, o al menos eso espero, porque tuve que firmar esos papeles. Ahora que lo pienso, podría haber firmado mi propia sentencia de muerte y no haberme enterado. De momento sigo vivo.
Con la denuncia y el resto de pertenencias con nosotros, llegamos al puerto y compramos los billetes para el primer barco que saliera a Koh Samui.
Ya de camino, Bea, haciendo memoria, recordó lo que le costó dormir esa noche. Recuerda como notó que las luces del jardín se apagaron, pensando que fue fruto del sistema automático de iluminado del hotel (en lugar de mi bañador sabiamente colocado por un astuto delincuente). También sintió algunas sombras en la terraza, posiblemente fruto de los pequeños árboles que rodeaban el bungalow, pensó. Le surgieron sentimientos de culpa, por no haberme despertado cuando tuvo esas sensaciones. Entre nosotros, menos mal que no lo hizo. Siempre le he mentido sobre mis conocimientos inexistentes de artes marciales por lo que descubrir la realidad en una situación como esa, habría sido bastante incómodo.
En el barco, me dio por pensar que curiosamente era el Sábado cuando íbamos a dejar ese hotel, pero, por cosas del destino, decidimos alargar la estancia por lo relajados y tranquilos que estábamos ahí. (Destino 1 Sergio 0).
Sin tiempo para darle muchas más vueltas, llegamos a Koh Samui, donde esperamos volver a la normalidad y que este pequeño contratiempo no condicione en nada el resto del viaje. De momento hemos decidido echarnos un par de amigos especiales para mejorar la seguridad en nuestro nuevo hostal…
Reflexión
Lo cierto es que uno no sabe como va a reaccionar ante este tipo de situaciones. En mi caso, la incredulidad dio paso a la impotencia, la impotencia a la rabia, la rabia al miedo, el miedo a la decepción y la decepción al “psss”.
Me quedo con la sensación de ser muy afortunado y doy gracias por no habernos despertado durante el tiempo que el ladrón pasara dentro. El pensar en lo que habría pasado si me despierto con un desconocido robando al lado de Bea, sólo me lleva a una conclusión: la cosa no habría acabado bien.
Tengo claro que estas cosas pueden pasar en Tailandia, en un bungalow a pie de playa, o en Marbella en un hotel de 5 estrellas. Mentiría si dijera que extremaremos las medidas de seguridad, porque realmente, no había nada que pudiéramos haber hecho en esta situación en concreto. Lamentablemente, ahora si nos sentimos más inseguros que hace 24 horas. No porque vuelva a suceder un robo – que no hurto – (seguro que romperíamos alguna norma dictada por la estadística) sino por poder sufrir algún hurto (que no robo) en alguno de los alojamientos en los que nos quedemos en los dos meses que nos quedan de viaje.
Pero sin duda alguna, estoy orgulloso de mi reacción ante el temible ladrón. Hacerme el dormido en esas circunstancias es una gran muestra de valentía. Pero lo de moverme de lado a lado haciendo que me voy a despertar para asustar al ladrón y provocar su huída es, sin duda, de galardón. Y es que supongo que no todos los héroes llevan capa.
Con esta anécdota empezamos la segunda fase de nuestro viaje: 3 días más en Tailandia y ponemos rumbo a Malasia!
PD: No quiero dar el nombre del hotel por no dañar su imagen ya que consideramos que esto puede pasar en cualquier lado…