Son unas líneas difíciles de escribir.
Voy borrando el texto de inicio a medida que escribo, no avanzo.
Realmente me cuesta explicar lo que sentimos en estos momentos. ¿Qué me pasa?
Hemos intentado relatar nuestras aventuras durante todo el viaje pero no encuentro adjetivos que puedan calificar esta experiencia, no tenemos imágenes que transmitan lo que nuestros ojos han contemplado, no hay palabras que puedan resumir lo que hemos sentido.
Lo reconozco. No somos los mismos, hemos cambiado.
Pero no quiero que esto quedé aquí, necesito hacer este ejercicio mental que recoja las respuestas a cuatro puntos: lo que hemos aprendido, lo que ha supuesto para nosotros, por qué ha sido tan importante y cómo afrontamos nuestra vuelta.
Por eso decido escribir estas líneas desde Singapur, a escasas horas de coger el vuelo de vuelta a la realidad. Es importante hacerlo antes de sumergirnos de nuevo en la vorágine del día a día, en nuestra nueva burbuja. Y es que aquí es donde empezó nuestra aventura hace exactamente 133 días y aquí es donde “termina”.
¿Qué hemos aprendido viajando?
- No soy alérgico a la lactosa ni al gluten. Mis fuertes problemas estomacales eran fruto del estrés. Un problema que a partir de ahora me tomaré muy en serio, y es que poder hacer vida normal ha sido sin duda lo mejor del viaje.
- No puedo estar sin “hacer nada”. Estar tirado en una playa es un privilegio, pero necesito acompañarlo con algo que me haga sentir realizado. Mi pasión por el marketing digital y el deseo de poder ayudar a otros nos ha tenido 4 meses trabajando mientras conocíamos nuevo mundo.
- España no es un país subdesarrollado. Aunque socialmente España me sigue avergonzando, y el tema de la corrupción sea insostenible, cuando viajas puedes poner las cosas en perspectiva. Tenemos un país envidiable.
- El gimnasio es un engaño. Tras estar tanto tiempo sin entrenar me he dado cuenta de que no quiero volver a trabajar los músculos con pesas, prefiero luchar por un cuerpo elástico y equilibrado. Entrenar con el peso de tu propio cuerpo es más que suficiente y mucho más eficaz.
- Somos muy afortunados. Seguir cumpliendo sueños es un privilegio. Hay que hacer sacrificios, pero sin la suerte y la salud de nuestro lado nada de esto habría sido posible. Gracias a Dios no hemos tenido contratiempos serios, salvo este robo que quedará en anécdota.
- Hay vida fuera del sistema establecido. Hemos conocido mucha gente que se gana la vida de una manera que no se enseña en la Universidad. Otro estilo de vida que, por ser diferente, no está tan bien visto por la sociedad.
- No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. Lo que nos parecía un topicazo antes de salir de viaje, se ha convertido en una verdad como un templo. He visto gente que no tenía nada, más feliz que yo. Sus sonrisas me han llenado de alegría. Su forma de entender la vida, me han hecho replantearme muchas cosas.
- Hemos echado de menos a mucha gente. Este viaje nos ha alejado de gente que considerábamos cercana, nos ha acercado a otros que a priori no ocupaban ese asiento VIP en nuestra vida pero también ha abierto la puerta a nuevas caras que se han ganado un hueco en nuestro corazón y que espero volver a ver más pronto que tarde.
- Nuestras vidas están llenas de excusas. Es más fácil poner excusas, que asumir la responsabilidad de nuestras acciones u omisiones. No hay falta de tiempo, sólo falta de prioridades.
- Make a decision, make a commitment, make a plan. Vivimos frustrados por cosas que queremos hacer y no hacemos o intentamos. Tras una conversación con otra viajera, mientras tomábamos café en el jardín de nuestro hostal en Bali, quedó claro que su filosofía de vida se resumía en estos 3 puntos.
¿Qué ha supuesto este viaje para nosotros?
Releo como fue nuestra llegada y siento de nuevo el estrés que traíamos.
Como dice el refrán, “teta y sopa no cabe en la boca”. El vivir una experiencia de estas características supone hacer un sacrificio en otros aspectos. Son precisamente estos sacrificios los que hacen que muchos decidan no dar el paso.
Si soy sincero, todavía no tengo muy claro si este viaje ha sido el motivo por el que hemos dejado nuestra vida en Londres atrás, un motivo más, o simplemente un plan que encajaba de puta madre en nuestra vuelta. Nunca lo sabré, porque a veces consigo engañarme a mí mismo bastante bien.
Lo que tengo claro es que hacer un viaje de estas características suponía tener que dejar nuestros trabajos. En mi caso dejar Google, un sitio con el que soñé desde que nos fuimos a Inglaterra, lo máximo a lo que aspiraba en el mundo de marketing digital.
En el de Bea, una agencia en la que le acababan de promocionar, subir el sueldo y dado todavía más responsabilidades.
Supuso también ahorrar una cantidad de dinero importante durante muchos meses. Teniendo en cuenta que cuando conseguimos trabajo en Londres, nuestra capacidad de ahorro mensual se limitaba a algo menos de 50 libras mensuales, el objetivo se antojaba complicado. En cuanto nos mudamos de casa en Londres para vivir solos después de 3 años de relación, buscando nuestra intimidad, decidimos alquilar la segunda habitación y así volver a renunciar a nuestro espacio, a cambio de acercarnos más a ese objetivo principal.
También suponía dejar de lado otros proyectos como meternos en una casa a nuestra llegada a España, o reducir considerablemente el colchón económico con el que poder mantener a flote proyectos personales que aspiramos lanzar a corto plazo o poder resistir tiempos de tempestad.
Como con cada decisión, valoramos los pros y los contras, y por muchos motivos decidimos lanzarnos a la aventura.
Además de todo lo que hemos aprendido viajando, este viaje ha supuesto para nosotros un antes y un después.
Nos ha servido para darnos cuenta de que realmente, el viajar indefinidamente, no es algo que realmente queramos perseguir. Ha estado genial como experiencia, pero el tipo de vida que buscamos tras tantos años fuera de casa se aleja de esa realidad.
Nos ha servido para conocer cosas de nosotros mismos que no sabíamos, pero también para reforzarnos como pareja. 24 horas juntos durante 133 días y ni una discusión.
Nos ha devuelto la tranquilidad y paz interior que añorábamos.
Nos ha servido para ver las cosas con mejor perspectiva, esa que uno pierde cuando no tiene tiempo ni de analizar su día a día.
Nos ha inspirado y dado una visión mucho más creativa para el proyecto que vamos a lanzar. Parece mentira, pero hemos completado todas las fases que teníamos en nuestro planning en estos 4 meses. Esto no sólo nos llena de satisfacción, si no que nos pone en una situación muy cercana al lanzamiento que hace unos meses parecía imposible.
Nos ha hecho ver y valorar cosas que antes pasaban desapercibidas: desde un simple atardecer, pasando por entender la forma de comportamiento de animales, hasta el hecho de recorrer la historia y el horizonte de una isla en lo alto de una 125cc.
Nos ha aportado una sensación de libertad que nunca antes habíamos experimentado. Ser dueño de tu tiempo, cancelar y rehacer planes en base a lo que te plazca y hacer lo que te da la gana en todo momento no tiene precio.
Y, por si fuera poco, nos ha empujado a hacer hasta 10 cosas por primera vez.
10 cosas que hemos hecho por primera vez
- Hacer submarinismo. La sensación de poder respirar bajo el agua y descubrir el mundo submarino ha sido sin duda, uno de los momentos más especiales del viaje. Fue tal el subidón que decidí sacarme el Open Water en Koh Tao.
- Surfear: Era uno de los objetivos del viaje, iniciarme en este deporte que tanto me llamaba la atención. Cabalgar las olas en Filipinas e Indonesia fue una sensación indescriptible.
- Paddle Surf. Un remo y una tabla. Eso es todo lo que necesitamos para relajarnos en Siargao y descubrir una nueva modalidad de deporte que espero poder volver a practicar a orillas del Mediterráneo.
- Presenciar unas cataratas. No era consciente de ello, hasta que me ví delante de ellas. Nunca había presenciado unas cataratas antes, ni me había sentido tan pequeño.
- Hacer Yoga. Nunca pensé que el Yoga me hiciera sudar tanto. Trabajando los músculos de una manera que no estoy acostumbrado, puede haberse convertido en un nuevo hobby que me ayude físicamente y que pueda compartir con Bea.
- Meditación. Descubrir maneras de desconectar la mente del día a día y conseguir así encontrar esa paz interior de la que carecemos ha sido súper interesante. Con sus “Ohhms” y todo, intentaremos seguir practicándolo con regularidad.
- Leer: Por sorprendente que parezca, ¡no me había leído una novela desde que me obligaran en el colegio! Dos han sido los libros que han caído. Aunque podrían haber sido muchos más, vuelvo satisfecho de los avances realizados.
- Estar más de 10 días sin Internet. Mi forma de vida se basa en Internet. Vivir sin acceso a la red me provocó ansiedad al principio, pero una paz increíble después. La sensación de volverte más sociable, más cercano y más presente fue alucinante. Mentiría si dijera que es algo que haré con asiduidad, pero fue una experiencia recomendable.
- Roll & Release. Aprender esta técnica con el uso de pelotas para romper la fascia del cuerpo y aliviar los dolores musculares nos ayudó de una forma difícil de explicar. Las sesiones de masajes que acompañaron esos días quedarán para el recuerdo.
- Admirar el placton fluorescente de noche. Meterte en el mar a la 01.00 de la mañana y bucear mientras dejas atrás a millones de partículas fluorescentes fue como volar en el espacio entre millones de estrellas. La oscuridad del fondo marino sólo se veía interrumpida por esas partículas visibles sólo al nadar. Un milagro de la naturaleza.
La conclusión para nosotros no podía ser más clara. Cada uno de los días de esta experiencia han merecido la pena.
¿Por qué ha sido tan importante esta experiencia?
Todos los puntos de lo que ha supuesto el viaje para nosotros y las 10 cosas que hemos hecho por primera vez, bastarían para responder a esta pregunta, pero hay que ir un poco más allá.
Esto ha sido más que una experiencia. Fue una promesa que Bea y yo nos hicimos allá por Octubre de 2011. “El día que nos volvamos de Reino Unido, haremos el viaje de nuestra vida”.
Cinco años más tarde nos casamos. A la hora de organizar nuestra luna de miel, sopesamos seriamente si realmente celebrarla o no porque en nuestra mente estaba hacer algo como lo que acabamos de hacer, pero el miedo a que no consiguiéramos cumplir con nuestro sueño y quedarnos también sin luna de miel, pesó demasiado.
Fue allí, en México, en nuestra Luna de Miel, dónde volvimos a prometernos a nosotros mismos que haríamos todo lo posible por hacer un viaje de estas características.
Éramos conscientes de que lo que queríamos hacer, no era tan fácil como dejarlo todo e irse. Queríamos volver a España con las cosas medianamente organizadas. No queríamos lanzarnos al vacío sin un paracaídas.
Cumplir con tu palabra, conseguir hacer tus sueños realidad, es algo que no debería pasar desapercibido y que hay que saber celebrar y valorar. Se trata de proyectos que no se consiguen materializar hasta pasados unos años. En nuestro caso, requirió de mucha planificación no del viaje en sí, sino de encontrar la fórmula para hacerlo.
La cara de felicidad cuando aterrizamos en Singapur y nos miramos, y los millones de sonrisas que nos hemos dedicado, no las olvidaré jamás. Lo habíamos conseguido. Todos los sacrificios, toda la planificación, había merecido la pena.
¿Cómo afrontamos nuestra vuelta?
No ha habido ni un día en el que no nos hayamos acordado de cómo era nuestro día a día en Londres.
Cuando desayunábamos en la playa con un mar semitransparente de fondo, brindábamos con el café. Por las tardes brindábamos con un roncito.
Hemos tenido tiempo para valorar nuestro tipo de vida en el extranjero, nuestra vida durante todos y cada uno de los días de este viaje, pero también para pensar en cómo afrontaríamos nuestra vuelta.
Está claro que nos encanta viajar, y decir sin contexto ninguno que afrontamos la vuelta con ilusión, puede dar lugar a confusión.
Uno no echa de menos el estrés del día a día, los atascos, las jornadas laborales infinitas, la presión de los clientes, la depresión provocada por la crisis, las malas noticias constantes ni el calor insoportable al que está sometido ahora el país.
Pero cuando has estado seis años fuera de tu país, más de 11 años viviendo en una ciudad diferente a la de tus padres, en un país donde la comida no sabe, la gente no tiene sentido del humor y el tiempo gris provoca más depresión que ninguna de las crisis mundiales, creedme, que si tienes eso grabado a fuego, no importa el tiempo que hayas estado viajando por el sudeste asiático, que la vuelta a España se vive con tremenda ilusión.
La ilusión de saber que tienes a los tuyos a escasos km de distancia. La ilusión de poder tomarte una cerveza en una terraza a las 21:00 de la noche.
La alegría de escuchar español por las calles, de ver la Champions en un bareto sin dejarte medio sueldo, de sentir que tienes a gente ahí deseando quedar contigo.
La felicidad que supone el poder jugar un partido de padel un martes cualquiera o de saber que ya tienes partidos de fútbol organizados para todos los Jueves.
Afrontamos la vuelta con las ganas de escaparnos a Málaga sin tener que organizarlo tres meses antes, con la convicción de que la distancia no hará que nos perdamos eventos importantes y con la ilusión de retomar el contacto personal con los viejos amigos.
Afrontamos la vuelta con la tranquilidad que supone estar en tu tierra. Esa tranquilidad que echabas de menos cuando tenías que ir al médico, hablar con Hacienda o simplemente ir al dentista. La tranquilidad de que todo va a salir bien.
Afrontamos la vuelta con la magia que supone hacerlo después de estar tanto tiempo fuera. Sabiendo que la familia familia, la política, y la de amigos ha crecido y de la que queremos seguir formando parte.
Afrontamos la vuelta sabiendo que no todo es como uno piensa y de que en unos meses estaremos de nuevo sumergidos en esa vorágine del día a día, en esa rutina de la que todos quieren escapar, en esa burbuja de la que todos quieren escapar.
Pero sobre todo afrontamos la vuelta con un millón de experiencias y de recuerdos en el bolsillo. Experiencias que nos han hecho más fuertes, que nos han recargado las pilas para superar todo lo que nos echen de aquí en adelante y que nos aportan las herramientas para seguir construyendo ese futuro en el que creemos podemos construir.
Ha llegado el momento de volver. De volver a ponerse los guantes de boxeo y seguir dando guerra, este 2017 todavía no ha acabado y quedan muchos objetivos por conseguir.
Porque afrontamos la vuelta sabiendo que nadie te regala nada, que hay que luchar por lo que uno cree y porque como me dijo un amigo cuando me fui a Inglaterra, Kien No arriesga, No gana.