Seleccionar página
Pues ya está, pasado el 6 de Enero se acabó la Navidad. ¡Qué rápido y qué raras! ¿Os acordáis de mi plan para convencer a los ingleses para tomarnos las uvas a las 00.00 hora española? Pues un mojón pa´ mi. Ahí a las 22.50 inglesas nos teníais que ver a Bea y a mi corriendo camino de casa con el paquete de uvas en la mano para conectarnos a Skype con mi familia para así no tomárnoslas sólos jaja. La gente con la que íbamos a salir empezaron a beber demasiado temprano y querían ir a la discoteca para pasar las campanadas allí, así que hubo un cambio de planes de última hora que acabó con una carrera que ni Usain Bolt…
Con la familia tomándonos las uvas por Skype
Conectados con España empezaron los rituales de siempre, mi familia haciendo el chorra y TVE  de fondo  esperando los cuartos…momento en el cual, y sin saber por qué , se le fue el sonido a la TV (ahora he descubierto que a mi abuela le ha caído por su cumple una tele nueva…¿sería una estrategia para conseguirla?). El caso es que empezaban las campanadas y no se escuchaba nada…todos empezamos a gritar, el pánico se hizo con nosotros (estamos como para un incendio vaya), mi madre se puso a hacer zapping para ver si era problema de TVE pero nada… tuvimos que tomárnoslas a “ciegas” siguiendo la habilitación que hacen para sordos donde colorean los números de las campanadas mientras nos atragantábamos entre risas… el 2013, año para los supersticiosos, empezaba de forma diferente. ¿Sería una señal? Ya veremos… Una hora más tarde, hicimos el segundo intento con la TV Canaria, a ver si a la segunda iba la vencida… fue peor todavía, esta vez había sonido, pero se ve que yo no escuchaba del todo bien y me dejé dos uvas por el camino… eso sí, no recuerdo haber pasado unas uvas tan divertidas en muchos años, ¡Gracias familia por vuestra siempre presencia! Tras las uvas y unas copas por mi cuenta mientras me felicitaba el año nuevo con los amigos gracias al Whatsapp,  me uní a los ingleses en la fiesta… nada que ver con todas las Nocheviejas anteriores, cuánto os eché de menos chic@s…
Creciendo protegidos
Y así fue como empecé el año, quizás algo más reflexivo que otros por la distancia, pensando en todo un poquito y sacando mis conclusiones de por qué estoy aquí. Echo de menos los años en los que no tenía que preocuparme de nada, esa infancia en la que parece ser la única etapa en la que soñar y creer en cosas poco probables no era pecado, no te convertía en diferente. Vivíamos en una burbuja que nos protegía del mundo real, que nos evitaba el sufrimiento en la medida de lo posible. Esos padres abrigándonos hasta arriba antes de salir de casa, atándonos los cordones para evitar tropiezos, que nos prohibían correr por las escaleras de la piscina con los pies mojados, que se interesaban por nuestras amistades, que nos  advertían de cada peligro; “mira bien al cruzar la calle” “no metas los dedos en el enchufe” “no te columpies tan fuerte” “no por tirar te va a crecer más” Está guay poder crecer con esa sensación de protección, pero es imposible protegernos para siempre. Pronto llegarán las primeras caídas, heridas,  mentiras y engaños amorosos que romperán esa burbuja, teniendo que respirar el aire contaminado que envuelve a la sociedad y que, lamentablemente, parece nos transforma y envenena a todos por igual. Empiezan a parecer defectos que con el paso del tiempo no hacen más que acentuarse como si de enfermedades incurables se tratasen. Creo que nadie es consciente de tenerlas, ni el que aquí os escribe, pero están ahí. Por eso creo que disfruto tanto de los perros o de los bebés; siempre de buen humor, recibiéndote con alegría cada vez que llegas del trabajo/colegio, con ganas de jugar, cariñosos… El saber que no tienen maldad, que no están todavía envenenados, que no pueden aprovecharse de tí o que no puedan hacer nada aposta para provocar mi enfado hace que me entregue a ellos. Y me pregunto ¿en qué momento el ser humano pierde esa inocencia y se convierte en una persona capaz de lo mejor y de lo peor?
                                     La inocencia de los niños, fácil de romper como el papel
No sé en qué momento exactamente se produce ese punto de inflexión, pero a partir de ahí ya nada vuelve a ser igual. Yo creo que perdí mi ingenuidad cuando me enteré de lo de los Reyes Magos. Analizando, quizás es ahí cuando de forma más latente empiece a generarse el ánimo de “despertar a los demás”, parecía que molestaba ver disfrutar  a compañeros más pequeños que creían en cosas en las que uno ya no, parecía que jodía ver a los demás felices si tú no lo eras, parecía que estaba prohibido soñar a partir de cierta edad o quizás era el hecho de tener información privilegiada que necesitabas compartir con los demás. Sea como fuere, es cierto que siendo niño todo tiene un perdón, pero ¿qué nos lleva a los adultos a  romper las ilusiones de los demás?
Prohibido seguir soñando
Nunca entenderé a los conocidos que te dicen lo que debes o no debes hacer, los padres que te dicen lo que puedes o no puedes estudiar, los amigos que te dicen de lo que eres o no eres capaz. No digo que las cosas no se hagan con buena intención, sólo creo que hay que tener cuidado con la sobreprotección y con los consejos, tanto para darlos como para recibirlos. Ambos pueden llevar a frustrar los sueños de mucha gente y lamentablemente vivimos en un mundo donde la gente con la mente cerrada suele tener la boca abierta…
El caso es que una vez rota la burbuja, una vez pasado los Reyes, parece que no está permitido soñar, ilusionarse con cosas. Como casi todo en la vida, se te castiga por ello; por ser diferente y estar en minoría. Rodeados de una sociedad sin aspiraciones, conformista y envidiosa es complicado vivir entusiasmado o con planes atrevidos, siendo frases como “eso es imposible” “tú estás loco” “vives en el mundo de yupi” el pan de cada día. Para pesimistas ya tengo las noticias. Si todos hubieran pensado que sus sueños eran imposibles de alcanzar no habría gente de éxito ni gente a la que admiro.
Cuidado con los consejos y las sobreprotecciones
Aquí es donde encuentro la respuesta a mi pregunta ¿Por qué estoy aquí? Lo que quiero es encontrar esa satisfacción personal de disfrutar con lo que hago, de trabajar de lo que quiero y de no convertirme en un zombie más que va a trabajar lamentándose de lo triste que es su vida. Que nadie me prohíba seguir soñando, ya tendré tiempo de despertarme yo solito.
                                          Ejemplo de soñador: De Youtube a jugar en la NFL