
¿Cuando es suficiente?
Recuerdo esta conversación de 2011 con Bea por Skype como si fuera ayer:
- “Pero si voy al extranjero de nuevo es para pasar al menos 5 años allí, nada de volvernos a los pocos meses”
- “Vale”
- “Que yo ya cometí el error en Irlanda de volverme antes de tiempo…sin saber inglés como me habría gustado”
- “Que vale”
- “No voy a dejar todo si no vamos en serio, hay que mentalizarse que si voy… voy…”
- “Que si coño”
- “Ostia… que me voy?”
- “Siiiii”
- “Joder…”
Y así fue como me planté en Reino Unido, el 15 de Octubre de 2011, con unas sensaciones únicas.
Tras más de 5 años aquí ha llegado el momento. Nos volvemos, dejamos Reino Unido.
Dejamos un país que nos ha dado mucho pero que también nos ha quitado.
Nos ha dado la oportunidad de empezar como pareja, nos ha regalado un idioma. Un país que nos devolvió la ilusión que habíamos perdido y las ganas de aventura. Nos ha dado este blog. También nos ha formado y nos ha dado trabajo, y no cualquier trabajo. Nos ha permitido conocer gente nueva. Pero sobre todo, nos ha abierto la mente y nos ha dado la posibilidad no sólo de ver con nuestros propios ojos lo que hay “ahí fuera” sino de valorar más lo que hay “ahí dentro”.
Por otro lado nos ha quitado. Nos ha quitado horas de luz, nos ha quitado rayos de sol. Nos ha quitado el sabor de la comida, el coche aparcado en la puerta de casa, la sesión golfa de un viernes cualquiera. Nos ha quitado calidad de vida, nos ha quitado tiempo libre. Vivir fuera nos ha robado momentos únicos con los nuestros, con vosotros. Aunque ya no se trata de los momentos únicos, sino del día a día. Nos ha quitado la sonrisa. Y es que muchos de vosotros me habéis dicho en más de una ocasión que me notáis más triste. Quizás teníais razón.

Londres es un burbuja que te atrapa y de la que si te despistas no puedes salir. En estos años hemos crecido a nivel profesional hasta puntos que jamás imaginamos podríamos alcanzar, pero el precio ha sido perder ciertos aspectos en el ámbito personal. Una situación que ya conocíamos y que aceptamos en su día, durante un tiempo.
Pero claro, la pregunta es ¿cuánto tiempo? ¿cuando es suficiente? Todos tenemos valores, circunstancias y respuestas diferentes.
Quien es perfeccionista siempre querrá mejorar. Quien es ambicioso siempre aspirará a más. Quien es avaricioso siempre pedirá más. Parece que nunca hay un límite, que nunca es suficiente. Y eso, en base a nuestros valores, puede resultar peligroso.
Se me acaba el contrato con Google en Marzo. Los que me conocen saben que esto es por lo que llevaba luchando durante años. Por eso cuando me ofrecieron renovar o incluso el hacerme indefinido, me llegaron las dudas. ¿Cómo no me van a entrar? En su día cuando empecé, usé esa fecha, Marzo, como la fecha límite para volvernos. Para entonces ambos tendríamos experiencia de sobra, ya estaríamos casados y estaríamos más cerca de los 33 que de los 32. Pero es entonces, cuando tienes la opción real de renovar, cuando tienes que volver a sopesar y valorar.
La verdad es que la decisión no ha sido tan complicada como pueda parecer. Sabemos que es el momento de mirar más por el lado personal, de acercarnos a los nuestros, y de mirar a otros retos y aventuras. Tras alguna que otra experiencia personal, sabemos que todo puede dar un giro de 180 grados de la noche a la mañana. Pensamos que ya hemos sacado suficiente jugo a este zumo inglés. Es hora de añadir una buena catalana y un mitad a nuestros desayunos.
No se me olvidará nunca uno de los primeros días en el que Bea y yo entramos sonriendo en el metro cuando me dijo “Aquí parece que está todo el mundo amargado. Si algún día me ves así en el tren…sácame de aquí.” Y eso pienso hacer.
Se nos avecinan unas semanas intensas. Hay que reorganizar nuestras vidas, hay que empezar otra vez desde cero. Aunque quizás sea el momento de cumplir algún que otro sueño. Pase lo que pase, volvemos a sentir esa sensación de emoción, volvemos a tener que tomar una decisión importante. Y cuando se toman decisiones…