Seleccionar página
Port Barton, la verdadera esencia de Filipinas

Port Barton, la verdadera esencia de Filipinas

Cuando hicimos la planificación de la isla de Palawan, y pese a la fama de El Nido, lo cierto es que nos habían hablado maravillas de Port Barton. Nos hablaron tan bien que decidimos dedicarle el mismo número de días que a El Nido, y si me preguntaras ahora, ¡creo que nos quedamos cortos!

Port Barton es un pequeño pueblo a medio camino entre Puerto Princesa y El Nido. Pese a encontrarse a 166km, las malas carreteras hacen que el trayecto medio dure unas 5 horas.

Nos plantamos en la estación de autobuses, dónde la responsable de la línea de autobuses con la que íbamos nos recogió el ticket sin mencionar una palabra ni esbozar una sonrisa. Le confirmé el destino al que nos dirigíamos, para evitar confusiones, y se limitó a asentir con la cabeza y a señalar el asiento que debía tomar en la estación.

Como los niños buenos ahí que me senté, pero era tal el calor que hacía que me levanté para simplemente caminar de un lado a otro, buscando provocar una pequeña brisa que nunca existió.

El que se suponía iba a ser nuestro conductor, cogió nuestras maletas y las metió en el maletero de una de las furgonetas. Me acerqué para repetir el destino al que nos dirigíamos y volvió a asentir con la cabeza. Fue entonces cuando nos sentamos dentro, buscando los mejores asientos. La furgoneta no estaba encendida, por lo que nos quedamos ahí sin aire todo lo que pudimos, junto con dos jóvenes de Holanda que ni saludaron al entrar. Aquello tenía pinta de ser un viaje entretenido. Cuando el conductor se dio cuenta de que estábamos ahí como cerdos encerrados, soltó su primera palabra “Sorry” y encendió el aire. En aquel momento me pareció el mejor invento en la historia de la humanidad.

Tras esperar cerca de 40 minutos, y sin ningún otro pasajero, arrancamos. No me lo podía creer, sólo 4 personas en una furgoneta con capacidad para 11, ¡que alegría! A los 15 minutos paramos, y nos pidieron que nos cambiáramos de furgoneta. Genial. Eramos cuatro y teníamos que entrar en una que tenía 3 plazas libres, una de ellas justo al lado del conductor, con la palanca de cambios prácticamente entre las piernas. Todos los pasajeros que estaban dentro, tendrían que haber salido hacía hora y media por lo que estaban todavía de peor humor de lo que podríamos estar nosotros con el retraso y el cambio de furgoneta. Conseguimos entrar, y como sardinas en lata empezó la ruta. O mejor dicho el rally.

Nuestro conductor, que debió entender la frustración que se palpaba en el ambiente debido al retraso, pisó el acelerador y empezó a conducir como si Carlos Sainz se tratara, consiguiendo fulminar el record mundial: se hizo El Nido a Port Barton en menos de 3 horas con cerca de media hora de parada para descansar.

En tan poco espacio de tiempo creo que ví a San Pedro unas diez veces, y Bea que iba al lado del conductor seguramente lo vio veinte. Si existiera el carnet por puntos en Filipinas yo creo que ese tio estaría en negativo, prácticamente como Alberto en el comunio. Adelantamientos con cambio de rasante y en curvas cerradas era la norma con aquel suicida. Hubo tramos donde sinceramente creo que la furgoneta se elevó del suelo, y en al menos cuatro ocasiones mi cabeza chocó con el techo de la furgoneta. La risa nerviosa pasó a frustración, y la frustración a enfado. Pensé en meterle un grito, pero por otro lado temí que eso empeorara la situación. No me preguntéis como, pero conseguimos llegar a Port Barton.

En la parada, conocimos a Alicia y Denis, una pareja que vive en Dublín y con los que nos intercambiamos los teléfonos para estar en contacto en esos días.

Al bajar del autobús, nos llevaron a una oficina cutre donde tuvimos que pagar 50PHP de enviromental fee. Algunos se negaron a pagarla. No cool.

 

_DSC5405

Cuando fuimos a hacer el checkin, le mostramos la reserva que habíamos hecho con Agoda y empezaron a ponernos problemas: que ya no trabajan con ellos, que han pedido no se cuantas veces que les quiten de la web… Educadamente le hicimos entender que no teníamos otra opción y que el pago ya estaba hecho por lo que nos diera habitación… no sé porque nos soltó ese rollo, por que nos acabó dando la habitación sin decir mucho más. Dejamos las maletas y fuimos directos al restaurante del hostal para reponer fuerzas, 45 minutos más tarde cayó la mundial. Fue tal la manera de llover que nos entró la risa tonta. Ahí estábamos, metidos en una pequeña cabañita de bamboo, que empezó a calar por algunas zonas menos donde nosotros estábamos sentados. En cuestión de segundos se inundó los pasillos que tenía que recorrer la camarera para traernos la comida a la mesa, aunque eso no le quitaba la sonrisa.

Viendo que aquello no iba a parar, decidimos salir corriendo a la habitación y echarnos la siesta de todas las siestas.

Para cuando amanecimos ya se había despejado, como si de otro día se tratara, así que escribimos a Alicia para ver si quedábamos para unas cervezas y nos fuimos a contemplar el atardecer en aquella preciosa playa.

Durante nuestro paseo por la orilla, nos cruzamos con algunos niños que nos recordaron lo fácil que es sonreir y que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. Lecciones de vida por los más pequeños, de esas que no se olvidan.

 

Cuando el sol se escondió, y obligados por los mosquitos que salieron de su escondite, decidimos volver hacia el hotel, y fue entonces cuando nos cruzamos con Alicia y Denis. Fue ahí dónde fuimos conscientes de lo pequeño que era el pueblo. Habían reservado un tour privado para el día siguiente, con un pescador primo del dueño del hostal en el que se estaban quedando, así que nos apuntamos con ellos. Ya que el destino nos había unido, nos fuimos directamente a tomar una cerveza, que se convirtieron en dos botellas.

Es increíble la cantidad de gente interesante que te encuentras por el camino. Pero es más increíble todavía, la de similitudes e inquietudes comunes que encuentras con gente totalmente desconocida. Son esas conversaciones y lazos que te unen, que hacen que la relación se convierta en super especial en cuestión de minutos.

Pasamos de las cervezas a la cena. Una pizzería de una española dónde encontramos las pizzas más grandes que recuerdo haber visto. Al sentarnos para esperar la comida, dimos con otra pareja de españoles: un canario Humberto, y una granaina adoptada en Canarias, Bea. Seis desconocidos españoles, comiendo pizza en Port Barton, que en cuestión de dos horas se habían hecho amigos inseparables durante los dos días que duraría nuestra estancia en ese pueblo de cuatro calles, que pese a tener electricidad sólo durante seis horas al día, estaba lleno de magia.

Nos fuimos a la cama y aprovechamos para cargar los móviles durante las escasas horas en las que teníamos luz.

Era la noche de las semifinales de Champions. Un Real Madrid vs Atleti que no me creía me fuera a perder. Comprobé como la señal de internet no era lo suficientemente fuerte como para ver un partido en directo, de hecho, no conseguía ni abrir el Facebook. Desistí, y me tumbé, aunque no llegué a conciliar mucho el sueño. A eso de las 3 y media de la mañana, volví a abrir el ojo. Llevaban 10 minutos de la segunda parte y necesitaba saber cuál era el resultado. En ese momento sí funcionó Internet, 1-0. Desvelado y mosqueado probé suerte con la radio y ahí tenía a los de la Cope retransmitiendo. Entre que el Real Madrid nos dio un baño, y que cuando escuchas un partido por la radio, parece que hay peligro hasta cuando el portero saca de portería, estuve con el corazón encogido durante media hora. Los dos goles me dejaron ya muerto. Y con el 3-0 me acosté de nuevo para levantarme dos horas más tarde.

Lo cierto es que tener una excursión como la que teníamos al día siguiente hizo que me recuperara rápidamente del varapalo. Desayunamos con Alicia y Denis y a las 8:30 ya estábamos en el barquito del pescador, que venía con su hijo pequeño y con su ayudante.

Pese a ser diferente tour a de El Nido o el de Corón, también aquí pudimos disfrutar de increíbles arrecifes, corales y hasta pequeños needle fishes en nuestra primera parada.

 

El mundo submarino es...otro mundo ??(y si, lo de atrás es una ballena...) #pezespada #underwater #swordfish

Tras disfrutar de fauna y la flora marina, llegamos a una pequeña isla dónde nos prepararían la comida. Allí nos mostraron un pequeño camino a través de la cual, podíamos llegar a una playa totalmente desierta, la Máxima Beach. Fuimos los únicos que atravesamos ese camino y no nos pudimos creer que una playa como esa estuviera totalmente vacía. Sin dudarlo dejamos las cosas en la arena blanca y nos dimos un baño en esa agua transparente.

denis y alicia maxima beach

Son en momentos como esos cuando uno se pregunta porque no puede quedarse ahí de por vida. Empiezan los sueños de montar algo en sitios paradisiacos, o incluso en montar un hostal “boutique” en Málaga y disfrutar de ese tipo de vida.

Nos despertamos de aquel sueño y volvimos para comer. Cómo en todas las excursiones que habíamos hecho, ahí teníamos la ración de pescao, arroz y pollo, a comer con las manos “filipino style”. Saciados, nos echamos 15 minutos en la sombra de las palmeras hasta que me desperté con mis propios ronquidos y nos volvimos a montar en el barco.

 

Disfrutamos de nuevo del snorkel y conseguimos dar con tortugas, en esta ocasión conseguimos fotos super. Lo que habría dado por poder respirar bajo el agua.

Hello there! No decían que eras lenta? ? #turtle #underwater #freedive

Así fue como emprendimos rumbo de vuelta, no sin antes hacer una última parada donde había decenas de estrellas de mar en la arena. Había que tener cuidado con no pisarlas. Era complicado entender no sólo cómo podía haber tantas, ¡si no lo que hacía alguna de ellas! ¿Estirarse, poner un huevo, caminar? Juzgad vosotros mismos.

estrella mar

Estos tours nunca decepcionan, así que llegamos a casa cansados, con algo más de color y felices.

Nos dimos una ducha rápida, y mientras intentaba conseguir algo de conexión desde la puerta del hostal, me encontré con Humberto y Bea. Esos encuentros me recordaron a cuando de pequeño ibas a la pista de fútbol que, sin necesidad de llamar a nadie, sabes que te vas a encontrar con todos los chavales con los que te quieres encontrar… La magia de los pueblos pequeños en los que la falta de Internet te hace salir a la calle y conseguir desconectar, pero conectar con los que tienes en ese momento cerca.

Quedamos para cenar y ahí que nos juntamos de nuevo los seis para meternos unos spaguetti carbonara entre pecho y espalda. Eran tan grande las raciones del bar de las banderitas, que Bea y yo pedimos tan sólo un plato. Nos sobró. El día no dio para más, reventados, nos fuimos todos para casa a dormir.

Esa noche la electricidad duró menos de lo esperado. ¿Qué cómo lo sé? Porque el ventilador deja de funcionar y el calor te despierta con una bofetada. Después llega el gallo, a eso de las 4 de la mañana para recordarte que estás en plena naturaleza, y la luz natural se adentra por la ventana a eso de las 6. Había quejas en tripadvisor por todas esas cosas, a mi lo que me provocaron fue una sonrisa, que me diera la vuelta y encontrarme a Bea con los ojos abiertos. Los dos ya estábamos despiertos y no teníamos la necesidad de seguir durmiendo.

Nos fuimos a desayunar unas buenas tostadas con un zumo de piña y con las pilas recargadas, nos fuimos a descubrir dos playas de las que todo el mundo hablaba maravillas: La White beach y la Coconut Beach.

Para llegar allí, tuvimos que cruzar un pequeño rio que se formaba con la marea alta. De hecho, ese río no era tal el primer día que llegamos, ya que en aquel momento la marea era baja, por lo que me atreví a meterme y cruzarlo a pie. El agua llegaba a mi cintura, y con la mochila en lo alto de mis brazos conseguí cruzarlo, no sin tener algún susto al pisar rocas resbaladizas del fondo con mi todavía maltrecho tobillo.

El camino a las playas fue una pequeña aventura. Había que cruzar una pequeña selva y subir caminos de tierra sin saber realmente si íbamos por el camino correcto o no. Dimos con una pequeña niña filipina, que desde el fondo empezó a gritarnos “here, here!”. Confiamos en la pequeña y seguimos sus indicaciones, no sin que dejara de pedirnos galletas, chocolate o algún dólar que otro.

Después de 45 minutos caminando dimos con la Coconut Beach. Cientos y cientos de palmeras verdes que nos hipnotizaron a distancia. En la playa sólo había una pequeña cabaña donde habitaba una familia, la cual nos llamó para mostrarnos su pequeña mascota: un escorpión la mar de cariñoso…

Eso hizo que no dejáramos de mirar el suelo mientras paseábamos por la orilla hasta llegar a la otra punta de la playa, nos dimos la vuelta, y esto fue exactamente lo que vimos.

 

Mi ídea del paraíso es algo así... #portbarton #kiennoarriesganogana #philippines #coconutbeach #paradise

En cuestión de segundos el cielo se volvió gris. Eso exactamente es lo que habíamos vivido en El Nido cuando la tormenta se hizo con nosotros en aquel maravilloso paseo en moto.

Con la lección aprendida decidimos darnos la vuelta, en vez de intentar llegar a la White beach saltando de roca en roca por el atajo que otros habían tomado. Sabia decisión ya que en menos de cinco minutos un nuevo diluvio universal se hizo con la isla.

Rápidamente guardamos todo en la mochila impermeable, y seguimos caminando, por lo que consideramos la ruta segura, hacia la White beach. La lluvia y el viento hacía que los árboles y las palmeras se menearan de un lado a otro. Era como si estuvieran bailando. Aquí no sólo mirábamos al suelo (por si nos encontrábamos con algún escorpión como el que nos acababan de presentar), si no que también mirábamos al cielo por si algún coco, rama o pequeña piedra caía desde lo alto.

Con estas rudimentarias precauciones, y con la estampa de ver los relámpagos caer en el mar, llegamos empapados a la famosa White beach. Nos refugiamos en el bar y disfrutamos de la tormenta cerveza en mano.

 

Aprovechamos el momento de parón para tumbarnos en las hamacas estratégicamente situadas y entonces emprendimos el camino de vuelta.

No sé muy bien cómo, conseguimos pasar la coconut beach pero poco después nos perdimos. Nos adentramos por el camino donde pensábamos que habíamos venido, pero dimos con un pueblo lleno de gente local. Era como si hubiéramos descubierto una nueva tierra.

Una mujer en cuclillas parecía que partía hojas de palmera consiguiendo hacerlas extremadamente finas. Al fondo nos encontramos 3 o 4 hombres que se bajaban de una pequeña barca, y fue cuando nos íbamos acercando cuando vimos dos enormes cerdos sueltos comiendo del suelo. Sin querer mirarlos fijamente, como si de la mujer del exorcista se tratara, decidimos acercarnos a los pescadores para que nos indicaran el camino de vuelta. Entonces dos perros empezaron a correr hacia nosotros mientras ladraban y enseñaban los dientes. Fue entonces cuando me acordé de aquella puta vacuna que había decidido no ponerme: la rabia.

Cuando los teníamos a dos metros me los intenté ganar a base de llamamientos ñoños con tono amigable “hola perritooo” “besos sonoros” y un sin fin de gilipolleces que me salieron en aquel momento. Con el deseo de haber visto más capítulos de Millán, el adiestrador de perros, seguí caminando como si el perro no estuviera ahí, y por arte de magia dejaron de ladrarnos.

Con un poco de susto en el cuerpo, llegamos a los pescadores, que se subían en una camioneta. Su inglés era bastante pobre, pero entendió mi pregunta: Para ir a port barton, podemos acortar por aquí? Señalando a la playa de la que venían.

Me dijo que sí, pero lo noté que se quedó con ganas de decirnos algo más. Su pobre inglés creo que lo dejó a medias, pero educadamente le di las gracias y seguimos nuestro camino.

No la teníamos todas con nosotros, ya que la playa finalizaba, dando a unas pequeñas rocas que estaban en el agua y que hacían como esquina. Lo que esperábamos era que, tras rodear esas rocas, otra playa nos recibiera para ya así llegar a nuestra playa.

Empezamos a caminar, Bea por las rocas algo resbaladizas para mi gusto (y mi tobillo), y yo, inteligentemente, caminando por el agua. Despacito, pasito a pasito, suave suavecito. Como a Fonsi le gusta, me fui adentrando hasta que noté un fuerte latigazo en la pierna.

“Ahhhhhh, joderrrrr” me salió un grito nada amigable.

Rapidamente saqué la pierna del agua, me di la vuelta y empecé a rehacer todo el camino que había hecho, esta vez nada despacito… Sólo me salían insultos, y aunque tenía claro que me había picado una medusa, en ningún momento eso fue algo que dijera en voz alta. Bea, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando, se dio la vuelta nerviosa preguntando que qué había pasado: araña marina, serpiente con aletas, tiburón roca, micro ballenato… todas las especies habidas y por haber pasaron por su cabeza, menos la medusa.

Ya en la arena, el cuerpo me pidió rozarme con la arena de la playa en la zona dolorida. De ahí pude sacar los tentáculos de la medusa y comprobar lo bien que quedaban sus marcas en mi piel.

¿Quizás eso fue lo que aquel local me quería haber dicho pero no llego a decir? Nunca lo sabré. Lo que si sabía es que ya habíamos investigado lo suficiente. Volvimos hasta el camino principal, y empezamos a andar confiando en que era el camino adecuado. Por fin, reconocimos el terreno.

Dimos con la casa de aquella niña que en la ida nos ayudó. En esta ocasión estaba con otros dos niños. Se les veí en la cocina de su casa, con el fuego encendido y sin ningún adulto. Pasamos de largo, y cuando nos encontramos a 200 metros, empezamos a escuchar unos gritos desgarradores desde la casa. La niña pequeña, salió llorando de la casa en nuestra dirección. Con el cuerpo cortado, intentamos entender qué le pasaba, pero lloraba y lloraba con más fuerza. Su hermana, desde la casa miraba seria, pero no se inmutó. Le preguntamos de mil maneras diferentes, e intenté ver si podía ser alguna quemadura pero la niña siguió de largo. Nos dimos la vuelta, y nos encontramos 4 cerdos salvajes mirándonos fijamente, igual eran jabalíes. La niña había debido asustarlos, pero por alguna razón nos miraban a nosotros. Como empiecen a correr hacia nosotros la hemos cagado, pensé. Teníamos que pasar cerca de ellos, para poder llegar a nuestra playa y terminar de cruzar la jungla, así que sigilosamente seguimos adelante sin que nos atacaran.

Lo peor había pasado, llegamos de nuevo al río, y esperando que no hubiera más medusas, cruzamos hasta nuestra playa.

Sanos y salvos nos habían dado las 16:30 de la tarde. Nos habíamos merecido una ducha fría y un buen plato de comida y una cerveza.

Las últimas horas de luz de nuestro último día en Port Barton las aprovechmos para recorrer sus cuatro calles y para ir a la otra punta de la playa, donde contemplamos este maravilloso atardecer, y donde comprobamos cómo debajo de esa arena debía haber unos puentes subterráneos que ni el metro de Londres. Con millones de agujeros desde donse salían cangrejos de todos los tamaños, jugamos a intentar fotografíar a alguno sin demasiado éxito.

 

_DSC5462

_DSC5437

 

Con la noche ya echada, nos tomamos unos rones en la orilla, dónde nos juntamos con los 4 fantásticos y allí los 6 volvimos a arreglar el mundo entre copa y copa.

Eso era todo lo que había dado de sí Port Barton, nos fuimos a la cama, sabiendo que aquel maravilloso lugar, en unos años, no volverá a ser lo mismo, pero nos sentimos afortunados de haber podido verlo con nuestros propios ojos antes de que fuera demasiado tarde. Estas imágenes, jamás las olvidaré.

_DSC5421

_DSC5403

El Nido, una parada obligatoria

El Nido, una parada obligatoria

El Nido puede ser, casi por unanimidad, el sitio más famoso de toda Filipinas, por lo que nos aseguramos de meterlo en nuestra ruta, aquí dedicaríamos dos días y medio.

Rodeado por enormes rocas, que se divisaban desde el barco, lo cierto es que la llegada impresiona. Nosotros pisamos tierra cerca de las cinco de la tarde. Nos apresuramos para dejar las cosas en el hostal y salir hacia la playa para contemplar el primer atardecer.

 

Fue en ese pequeño trayecto donde ya nos dimos cuenta de que el Nido había alcanzado unos niveles de turismo importantes: precios mucho más elevados que en cualquiera de las otras islas visitadas, bares sin una mesa libre y gente por todos lados. Pero lo que más pena nos dio, fue sin duda la forma que tienen de utilizar a los niños, para venderte cualquier cosa: pulseras, gafas de sol o unos pendientes. Todo vale con tal de recibir algún PHP. Si ya es difícil decir que no a un niño, más difícil es hacerlo cuando te ponen esas caras de tristeza que hacen que se te caiga el alma y que te devuelve un poco a la realidad: estás en un país subdesarrollado y con pobreza.

Con el nudo en el estómago volvimos a nuestra habitación. Nos había costado mucho encontrar disponibilidad, con un 92% de todos los alojamientos reservados en portales como Booking o AirBnb, conseguimos una habitación muy básica, por un precio no tan básico. Nos despertamos sin tener todavía muy definido lo que íbamos a hacer durante el día.

Habíamos leído y oído grandes cosas de dos playas: Nacpan beach y la playa de las cabañas, pero no habíamos tenido tiempo ni de ubicarlas en el mapa. Mientras desayunamos, preguntamos en el hotel las cosas que ellos harían si fueran nosotros, y curiosamente nos respondieron con el nombre de ambas playas. Les preguntamos cual era la mejor manera de ir y la respuesta fue clara. Alquilaros una moto.

La Nacpan beach está en dirección norte a una hora de distancia. Lo que la hace especial, además de sus blanca arena y palmeras, es la poca afluencia de gente. Pero… ¿cómo podía ser que aquella playa estuviera tan vacía si era tan conocida? La verdad es que no queríamos irnos de allí sin conocerla y cuando preguntamos precios por un posible tuk tuk, nos dijeron que por menos de 1000PHP no lo conseguiríamos. Más los 400 PHP que el mismo tuk tuk nos cobraría por ir a la playa de las cabañas.

Con esa información, decidimos alquilarnos de nuevo una moto por 500PHP durante todo el día. Nos enfundamos los cascos y nos metimos en carretera. Como si de magia se tratara, nos tele transportamos a Siargao, la sonrisa se volvió a apoderar de nuestras caras y la brisa nos recordaba que aquello no era un sueño. Cuando llevábamos 20 minutos en la moto, hice una parada para apretarme el casco y de paso comprobar las direcciones en el mapa. Fue entonces cuando pudimos comprobar que habíamos ido en la dirección totalmente opuesta a la Nacpan beach… teníamos que dar la vuelta… ¿Sería una señal para cambiar de planes? Seguro que no… un simple despiste pensamos.

Dimos la vuelta y re hicimos todo el camino que habíamos hecho para empezar desde el mismo punto de partida. Esta vez sí, nos embarcamos a la Nacpan! Tras media hora en la moto y con la vista entre la carretera y el horizonte, empezamos a comprobar como el cielo cambió de color: de azul a un gris oscuro muy sospechoso. Empezaron a caer gotas, y de ahí paso a una lluvia torrencial. Nos pilló en un trazado que no tenía ningún sitio donde poder parar y resguardarse por lo que no teníamos opción que la de seguir. Despacito y con buena letra seguimos haciendo kilómetros hasta que encontramos una pequeña casa a pie de carretera donde había otras dos motos paradas, buscando el refugio. Nos unimos a ellos, gente local que no hablaba inglés, y nos comunicamos con sonrisas cómplices, un lenguaje universal.

 

Camino a Nacpan

 

El local, miró al cielo, miró a su acompañante y asintió con la cabeza. Seguía lloviendo, aunque con menos fuerza. Pero ese gesto, lleno de confianza llevaba un mensaje claro: escampa en dos segundos. Al menos esa fue mi interpretación. Es cierto que llevábamos ya suficientemente tiempo en Filipinas como para entender que las tormentas son esporádicas, pueden durar escasos minutos y desaparecer. Bea y yo nos vimos sólos en ese refugio, y tras comprobar como efectivamente empezaba a escampar decidimos reanudar el camino. No llevábamos ni 2 minutos en la moto cuando empezó a jarrear de nuevo. Puto local. No tiene ni puta idea del tiempo, pensé. Nuevamente nos vimos sin opciones de refugio, y deshacer los dos minutos que llevábamos hechos en moto nos pareció inapropiado por lo que seguimos adelante con la esperanza de poder parar en algún sitio en relativamente poco tiempo. Así fue como dimos con una parada de autobús, donde había un grupo de 5 locales refugiados. Decidimos parar el motor, y descubrimos un casetón mucho más grande donde había una pareja de franceses haciendo tiempo. Estábamos todos igual. Nos cubrimos con ellos, pero no fuimos los últimos. Moto tras moto, todos los turistas decidieron unirse a nuestro cobijo. Tras una media hora de espera, totalmente empapados, un rayo de sol hizo presencia, y como si fuéramos caracoles, salimos de nuestro cobijo y seguimos con nuestra aventura. Estábamos a tan sólo 6 km por lo que merecía la pena seguir en vez de desistir.

Fue entonces cuando encontramos la desviación a la Nacpan. Un camino sin asfaltar que, con la lluvia, era más arcilla que suelo. Perfectamente conducible a 4km por hora, si es cierto que había cuestas dónde había que tener algo más de precaución para evitar posibles resbalones. Tardamos en recorrer 3 km unos 20 minutos. Lo habíamos descubierto, era ese camino lo que hacía de Nacpan beach, el paraíso que todavía a día de hoy es. El freno al turismo en masa, a grandes autobuses.

Sin duda la aventura había merecido la pena. Pisamos la arena blanca y miramos a nuestro alrededor. Algo cercano al paraíso.

 

sergio_palmera

No podía dejar de bañarme, coger olas y contemplar las palmeras. La parte del fondo de la playa se veía totalmente desierta por lo que Bea y yo nos dimos un paseo hasta llegar a la otra punta de la playa. Estábamos totalmente solos. A la vuelta aprovechamos para parar en un pequeño bar de unas cabañas, dónde no había nadie, para degustar un pollo a la bbq exquisito.

Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 16:00, era la hora de volver si queríamos llegar a tiempo para ver el atardecer en la playa de las cabañas. El camino de vuelta, sin lluvia, fue mucho más tranquilo y bonito de ver.

 

Sin contratiempos, llegamos a la playa de las cabañas. Una playa con dos o tres chiringuitos, bastantes turistas y buena música de fondo. Un ambiente que invitaba a un par de rones para, como no, ver de nuevo otro atardecer. Allí nos llegaron grandes noticias personales desde Londres, que celebramos con un brindis muy especial.

Tras un día lleno de experiencias, volvimos a casa, cenamos en una pizzería exquisita cerca del hostal, y nos acostamos temprano para poder madrugar al día siguiente: teníamos excursión.

Tour C

En el Nido, igual que sucedía en Corón, existen muchos tours para hacer: el A, B, C D… no se comieron mucho la cabeza al darles nombre.

Son innumerables las agencias que ofrecen sus servicios, pero nosotros queríamos hacerlo de una forma diferente, con pescadores locales. Un tour privado con gente que se conoce sus aguas y que puedan beneficiarse más que los gigantes de la zona. Es por ello por lo que contactamos con Leonard, un conocido pescador local, que descubrimos gracias a Cristina y Carlos, nuestros compañeros de aventuras en Siargao.

Cerramos un precio para 4-5 personas y a través del grupo de Mochileros en Filipinas de Facebook, conocimos a Ceci y Esteban, una pareja encantadora de argentinos asentados en Barcelona. El destino quiso que fueran del gremio, marketing digital, y que además tuvieran las mismas inquietudes o más que nosotros por el emprendimiento y la forma de entender la vida. Conversamos todo el día como si nos conociéramos de toda la vida y de ahí no solo salió una nueva amistad, sino más de un fotón que otro con el drone de Esteban.

Este tour consistía en visitar algunos de los rincones que rodean el Nido. La primera parada fue la helicopter island, y es que la forma de está increíble montaña da nombre a la isla.

Tras una media hora de snorkel continúamos la travesía hasta llegar a la secret beach, una playa realmente nada secreta pero con mucho encanto. Para llegar a ella has de adentrarte en sus aguas, entre dos pequeñas montañas hasta dar con la orilla. Foto por aquí foto por allá, la salida la hacemos por un pequeño boquete que se comunicaba con el otro lado de la montaña. Una sensación muy chula la de cruzarla.

private beach 2

Ya de nuevo en el barco, de ahí pasamos a la hidden beach. En esta ocasión, la entrada daba mucho más respeto. La marea estaba alta, y de vez en cuando las olas nos elevaban más de lo esperado. Había que entrar por un agujero, que tampoco era excesivamente alto. Con mucha precaución, nuestros chalecos salvavidas y las manos en lo alto de nuestra cabeza, conseguimos cruzar el túnel y llegar así a la hidden beach. Demasiado gente para mi gusto pero si haces un ejercicio mental para aislarte, consigues tener una sensación muy especial.

La ruta en el barco era muy agradable: una gran compañía, impresionantes vistas y una tripulación que se encargó de que no nos faltara de nada. De vez en cuando el capitán tenía que parar los motores, y es que llegaron a pescar hasta 6 pequeños atunes. Cada vez que un pez mordía el anzuelo atado a un hilo de pescar casi infinito, empezaba el procedimiento: se paran los motores, se celebra el triunfo con gritos mientras se tira del hilo, Esteban y yo nos dirigimos a la parte trasera del barco para ser testigo de la hazaña. Tras pescar el primer atún, me sorprendió que, al quitar el anzuelo de la boca del pez, y tirar a éste al cubo, no aleteará con ansia para intentar salir de él, fruto del instinto de supervivencia. Lo mismo sucedió con el segundo pez, y empecé a desconfiar un poco del proceso.

Antes de montarnos en el barco, me había percatado de que los pescadores llevaban pequeños atunes en una bolsa. A mi me habían dicho que los pescadores pescaban durante la travesía y que lo que se pescaba durante el día, era lo que se comería posteriormente. La idea tenía mucho encanto. Sin embargo, al ver como los peces eran pescados, empecé a pensar que esos peces, que no luchan por su vida en el cubo recién pescados… igual es que ya estaban muertos!

Nada más lejos de la realidad, mi teoría conspiradora la tiraron por los suelos cuando pescaron al tercer atún. Fue Esteban el que se percató de un pequeño detalle que a mi se me había escapado. Al retirar el anzuelo de la boca del pequeño atún, los pescadores, partían el cuello del pez para así evitar su sufrimiento y asfixia en el cubo. Eso era lo que evitaban el aleteo que yo, ingenuo de mi, esperaba ver.

Con la duda ya resuelta, divisamos una bonita capilla desde el barco. Nuestra curiosidad nos hizo preguntar a Leonard por ella, así que nos acercó para que pudiéramos realizar estas preciosas fotos.

capilla

 

Fue aquí donde aprovecharon para hacer los recién pescados atunes, y un pez unicornio que traían de casa. También nos pusieron una piña, un mango y unas frutas de postre que tenían una pinta increíble.

Curiosamente, la noche anterior había sido la única noche donde mi barriga había caído enferma, así que decidí no arriesgar y probar esa piña jugosa. Lo que parece un detalle sin importancia se convirtió en uno de los momentos más duros del viaje. Fue ese momento en el que Esteban, Ceci y Bea se llevaron la piña a la boca. A Esteban se le calló una lágrima, literalmente. A Ceci le dio un ataque de risa, como si la piña le estuviera haciendo cosquillas por dentro. Y a Bea se le cambió el gesto, algo así rollo orgásmico. Los tres se miraron… me miraron. Y empezaron a reir. ¡Qué coño estaba pasando¡? Tuve que esperar cerca de 30 segundos para que las primeras palabras salieran de sus bocas. ¡Joder, es la mejor piña que he probado en mi vida! ¡Sergio, tienes que probarla! No me lo podía creer. ¿Todo ese expectáculo por una puta piña? El miedo a que me diera una cagalera me privó de probar la mejor piña del mundo y hoy, mientras escribo estas palabras, sólo puedo arrepentirme de no haberla probado.

comida capilla

capilla agua

Superado el trauma, nos tiramos al agua para hacer otra media hora de snorkel. Es increíble la cantidad de especies marinas que puedes ver en tan pocos metros cuadrados. Podría tirarme horas y horas bajo el mar. Si puedo disfrutar de esa manera con un tubo… ¿que se sentirá con una botella a 18 metros bajo el agua? La idea de hacer submarinismo se apoderaba de mi.

Pedimos a Leonard que, antes de dejarnos en el puerto, parara en alguna playa desierta, alguna secret beach real. Y eso mismo hicieron. Desde ahí, conseguimos hacernos una foto todos juntos con el drone (la subiré en cuanto la consiga!). Pese a ser espectacular, creo que no termina de hacer justicia a lo que estos ojos contemplaron.

private beach real

En esta última parada, volvimos a hacer snorkel. Conseguimos ver un pez globo, peces espada, pequeños nemos. No recuerdo haber visto tanto color bajo el mar. Nos fuimos adentrando para intentar llegar a la orilla de esa playa, y a medida que nos acercábamos, también lo hacía nuestra distancia con respecto a los corales que íbamos dejando detrás. Tan sólo unos 15 cm nos separaba de esas plantas marinas. Con bastante respeto al mar, conseguimos hacernos la foto en la orilla y volver al barco antes de que bajara un poco más la marea y poder llevarnos algún corte que otro.

Era hora de volver al puerto, subimos a lo alto del barco y desde ahí divisamos aquella estampa para no olvidarla nunca.

La llegada al puerto fue algo distinta a lo esperado: nos encontramos un barco hundiéndose y a unos pescadores con bombonas de oxígeno intentando recuperar el mayor número de cosas posibles antes de su hundimiento total. Lo cierto es que fue impactante. ¿Cómo se puede hundir un barco en el puerto?

Sin mucho tiempo para preguntas trascendentales, llegamos al hostal, nos cambiamos deprisa y corriendo, y nos fuimos con Ceci y Esteban a ver el último atardecer de El Nido. Disfrutamos de unas pizzas (que tardaron en hacer cerca de dos horas) y de una charla la más de agradable. Y es que esto es lo que tiene viajar: que conoces gente y paisajes que te enriquecen como persona. Guardaremos un gran recuerdo de El Nido por estos tours, esos pescadores, esas playas y gente como Ceci y Esteban.

Coron y sus atardeceres

Coron y sus atardeceres

Dejamos Siargao, que dejó el listón bastante alto, pero con la actitud de pensar que lo mejor estaba por llegar.

La no demasiada variedad en cuanto a conexiones de vuelos así como los precios de los mismos, hizo que hiciéramos escala en Cebú, la segunda gran ciudad de Filipinas, donde pasamos dos noches. La idea era trabajar para ir avanzando en nuestro proyecto, de ahí que nos quedaramos en Alicia Apartelle, con buena conexión a Internet, pero acabamos utilizando esos dos días para organizar las dos siguientes semanas de este viaje mágico.

 

La siguiente parada marcada en nuestro calendario sería Corón. Una pequeña isla al norte de Palawan muy conocida sobre todo por el buceo que ofrece. El empezar Palawan desde el norte, nos permitiría recorrer la isla de norte a sur, hasta Puerto Princesa, desde donde saldría nuestro vuelo a Manila para posteriormente salir a Vietnam.

Amanecimos a las 6 de la mañana para volar con y aterrizar en el aeropuerto de Busuanga, en el que resultó ser el peor aterrizaje que jamás he vivido. Ya durante el descenso preveíamos que iba a ser un aterrizaje brusco, una bajada a nuestro parecer demasiado agresiva, una velocidad justo antes de tocar pista algo más alta de lo normal… y fue entonces cuando el avión dio un fuerte golpe con las ruedas en la pista lo cual provocó el rebote del avión hasta el punto de no saber si empezábamos a subir de nuevo o si aquello volvía a bajar para de nuevo rebotar. Nos agarramos al asiento para comprobar que, tras otro brusco golpe estábamos en tierra, frenando fuertemente en la corta pista de Corón.

Sanos y salvos, salimos del aeropuerto dónde nos esperaban mostradores y múltiples furgonetas que por 300PHP nos llevarían al hostal. La furgoneta iba llena, por lo que nuestras maletas tuvieron que ir en la vaca de lo alto de la furgo. Al menos fue así durante los primeros minutos, momento en el que el conductor decidió parar en el arcén para, ante la confusión de los presentes, coger las maletas y meterlas como pudo en el interior: básicamente en lo alto de los pasajeros que iban en la parte delantera. Un minuto más tarde se desató la tormenta. Empezó a llover como hacía tiempo no veía. Gran visionario nuestro conductor.

Me encanta ver llover por la ventana, sobre todo con aquellos paisajes verdes de fondo. Entonces llegamos a la parte del pueblo, y veíamos a todos los niños y adultos intentando como podían cubrirse bajo los techos de las pequeñas tiendas hechos con palitos de madera. Lo de cubrirse por decir algo y es que todos estaban totalmente empapados, como si acabaran de salir de la piscina. ¿De verdad se puede vivir así? Uno se plantea muchas cosas ante esos escenarios.

Sin que la lluvia cesara nos dejaron en nuestro hostal. Ahí descubrimos que hay hostales que alquilan habitaciones sin ventanas, lo cual al parecer abarata el alquiler. Sin saberlo, fue la habitación que habíamos alquilado y aunque pasamos una buena primera noche, el olor a humedad en la segunda quedará para el recuerdo.

Teníamos dos días en Corón así que no había tiempo que perder. Reservamos la excursión de “Ultimate Tour” que nuestros amigos nos habían recomendado en Siargao para el día siguiente y nos fuimos a explorar el pueblo. A los pocos minutos nos dimos cuenta de que el pueblo tampoco tenía tanto que ver y el fuerte sol que había espantado a las nubes hizo que lo hiciéramos todavía más rápido de lo que planeábamos. Las vistas desde el puerto si que invitaban a coger los barcos de los pescadores y adentrarte en el mar, pero eso sería al día siguiente.

G0234093

Decidimos coger un tuk-tuk para que nos llevara a una de las atracciones que destacaban las guías: las hot springs. Se trata de unas aguas termales naturales a las que puedes acceder previo pago: 50PHP la entrada. Tras media hora en tuk tuk llegamos a las pozas: un pie primero, agua hasta la rodilla… nos costó llegar a meternos hasta la cintura y en menos de 5 segundos cada uno de mis poros estaba ya soltando agua. Si ya estaba pasando calor de por sí, no sé como me atreví a meterme en aguas volcánicas. La poza sirvió también para comprobar que mi pierna despellejada y en medio carne viva resistiera el agua medio salada medio dulce. Estaba listo para la excursión del día siguiente!

G0264133

G0274142

En menos de una hora ya estábamos fuera de las pozas. Con una pierna fuera y la otra dentro ya estábamos comprando una botella de agua fría. Nos duró 2 segundos. Literal.

Llegamos al hostal a eso de las 16:30, con el tiempo justo para cambiarnos y salir corriendo a Muay Tapas: la escalera de 740 escalones que te lleva al mirador de Corón con la cruz gigante. La subida fue lenta y sudada, lo cual puso en evidencia una vez más nuestro bajo estado de forma.

Desde lo alto es donde presenciaríamos el que se convertiría en el mejor atardecer que recordamos. Los tonos que cambiaban de amarillo a naranja, pasando por rosa y rojo, con esas montañas salientes del agua que parece que buscaban saludarnos, nos cautivó.

Un día acaba y uno nuevo empieza. Amanecimos temprano, a las 7 de la mañana ya que nos recogían para salir de excursión a las 8.

El ultimate tour es la excursión más completa de todos los paquetes existentes. Nos montarnos en el barco, y la primera parada ya nos enamoró: las siete hermanas. Son siete pequeñas montañas, una junto a la otra, rodeadas de arrecifes donde pudimos disfrutar de media hora de snorkel. Corales y peces de todo tipo y colores hacían vida allí ajenos a los turistas. Dice la leyenda que siete hermanas se escaparon de casa, ante la prohibición de sus padres de salir, y que murieron todas ahogadas en el mar, dando lugar a las 7 montañas allí presentes.

Tras la primera parada continuamos el trayecto para la primera laguna. Tras subir cientos de escalones, hecho que no gustó demasiado a nuestras resentidas piernas, llegamos al impresionante mirador desde donde se podían ver estas vistas. Uno no quería marcharse.

Impresionantes vistas desde el mirador de Kayangan. Filipinas cuando vas a dejar de sorprenderme? ? #kayangan #coron #philippines #palawan #sinfiltros

La bajada no fue menos espectacular, llegando a la laguna…. dónde disfrutramos de un relajante baño.

Completada la segunda parada, continuamos el paseo en barco hasta la Twin Lagoon, que nos gustó todavía más que la primera. Con la marea alta no dejaban acceder a la laguna por su acceso subterráneo, pero pudimos comprobar desde lo alto la belleza del paraje. De verdad teníamos que volvernos?

The question is to jump or not to jump! #twinlagoon #coron #sinfiltros

Agradecidos por todo lo que la naturaleza nos estaba regalando, llegamos a la siguiente parada, sitio donde aprovecharíamos para comer con estas vistas.

De repente, el cielo se volvió gris y empezó a caer una impresionante tromba de agua. Habíamos tenido suerte hasta para eso. Cuando el cielo se vació, volvimos al barco y a escasos metros volvimos a parar, en esta ocasión para hacer snorkel en lo alto de un barco hundido tras la segunda guerra mundial mientras diversos bancos de peces nos rodeaban. Si no hubiera sido porque estaba bajo el agua, se me habrían puesto los pelos de punta!

G0314202

G0424372

La última parada consistiría en una hermosa playita, aunque demasiado abarrotada, en una pequeña isla en mitad de la nada. Tras más de 8 horas de tour, volvimos para puerto y de ahí al hostal.

Cansados decidimos por la noche recuperar fuerzas metiéndonos un costillar entre pecho y espalda en el Carl´s bbq. Ahora sí que sí, estábamos preparados para pillar el sobre.

La mañana siguiente, teníamos previsto levantarnos a las 9 para desayunar y salir a las 10 para el puerto donde cogeríamos el barco para el Nido. Los del hotel, en cambio, tenían otros planes, y nos levantaron a las 7 por error para desayunar.

G0204074

Eso había sido todo lo que pudimos sacar de Corón: el pago de un avión extra, el aterrizaje de la muerte había merecido la pena.

Datos de interés:

  • Se puede comprar el billete de Corón a el Nido por internet a través de biyaheroes.com. Merece la pena comprar el fast ferry que, pese a decir que tardaba 3 horas y media, acabó durando cerca de 5.
  • Entrada hot springs: 50PHP
  • Tuk Tuk del hostal al puerto: 20PHP por persona
  • Escalones al mirador: 740
  • Precio Ultimate Tour: 1500PHP
Boracay, encantado de conocerte

Boracay, encantado de conocerte

Pocas cosas teníamos definidas cuando decidimos aventurarnos a recorrer el sudeste asiático, pero una de ellas era clara: queríamos conocer Filipinas. Sus exóticas playas y su gente fueron para nosotros su principal reclamo, pero tiene muchísimo más que ofrecer…

Lo cierto es que no es un país extremadamente turístico si lo comparamos con sus vecinos. El vuelo extra que supone llegar hasta aquí hace que mochileros decidan dejarlo de lado. O quizás sea el hecho de que esté formado por 7.107 islas, lo cual te obliga a moverte en avión (si no dispones de mucho tiempo) o a estar en ferris continuamente, si realmente quieres conocerlo a fondo, lo cuál no lo hace especialmente fácil o cómodo de recorrer si lo comparamos con otros países como Tailandia, Vietnam o Camboya por ejemplo.

Sea lo que sea, el caso es que son muchos los que al final deciden dejar de lado esta maravilla. Quizás fue precisamente eso lo que nos llevó aquí: queríamos aprovechar que teníamos tiempo y que todavía quedaban sitios mágicos “por explorar” antes de que fuera demasiado tarde.

Filipinas: Mi primera vez

La primera sensación que tuve al decidir que iríamos a Filipinas era una sensación de agobio al pensar en toda la organización que iba a requerir… ¿Cómo elegir entre todas las islas? ¿Qué es lo que no puedo dejar de ver? ¿Cómo divido los 30 días que quiero dedicar a las islas? En mi fase de búsqueda el blog de sólo ida me ayudó mucho para definir la ruta. Obviamente todos podemos buscar cosas diferentes así que te recomiendo que le eches un vistazo, para que, en base a lo que quieras sacar del viaje, te ayude a decidir ya que se ve que Claudia ha visitado lo más grande!

Lo que si has de saber es que Filipinas se compone principalmente de tres regiones:

  • Luzón: Donde se encuentra la capital, Manila
  • Las Visayas: Cuya capital es Cebú, considerada la segunda ciudad principal de Filipinas
  • Mindanao: En la parte del sur

Lo normal es que para llegar a Filipinas llegues a uno de los aeropuertos internacionales, el de Manila o el de Cebú. Estoy seguro de que ambas tendrán millones de cosas que ver, pero son muchos los sitios en los que no hablan demasiado bien de ninguna de las dos ciudades; caóticas y poco seguras es como las suelen definir. Nosotros decidimos usarlas como ciudades de paso para conectar con otros vuelos en el mismo día o a la mañana siguiente si no había conexión posible en el día. Todos los viajeros que nos hemos encontrado por el camino nos han hablado bastante mal de ambas así que no me arrepiento de la decisión. Aunque seguro que cómo toda ciudad, algo tendrán que ver, dudo mucho de que ofrezcan lo mismo que lo que hemos podido encontrar en el resto de islas que tienes a tu disposición.

Definiendo la ruta

Para definir la ruta es importante tener claro 3 aspectos:

  • ¿Cuánto tiempo tienes? Nosotros decidimos no sacarnos visa y por tanto estar en el país 29 días. Aunque a primera vista pueda parecer mucho, no hay que subestimar el tiempo que hay que dedicar a los viajes entre isla e isla. He podido ver muchos retrasos y cancelaciones de vuelos que pueden suponer contratiempos importantes y pérdidas de conexiones. Si estás en islas sin aeropuerto como Boracay, dependerás de pequeños barcos que te tienen que llevar a otras islas para poder coger el avión por lo que siempre estarás a expensas de las condiciones climatológicas. Parece ser también que no es poco común coger vuelos que finalmente han de darse la vuelta por no poder aterrizar en pequeñas islas por situaciones climatológicas adversas. A nosotros nos retrasaron algún que otro vuelo aunque no tuvimos ningún problema por no tener conexiones pero conocimos gente que sí, así que mejor ir con calma y buen humor ante las posibles adversidades.
  • ¿Qué quieres hacer? La oferta es increíble y tu ruta puede cambiar si lo que buscas es hacer surf (Siargao?), salir de fiesta (Boracay?), nadar con tiburones ballena (Cebú?) o simplemente descansar en playas paradisíacas (infinidad de ellas).
  • ¿Qué presupuesto tienes? Pese a tener precios más bajos que en Europa, Filipinas no es tan barato como en un principio imaginamos, o al menos no tanto como otros países vecinos como Tailandia. Los vuelos y ferries entre islas se pueden llevar un buen pellizco.

Otros consejos y aspectos a tener en cuenta

Iré contando en detalle algunas de las anécdotas que vivimos o de las que fuimos testigos en posteriores posts, pero a modo de resumen y en base a nuestra experiencia os adelantamos algunos aspectos a tener en cuenta para vuestra organización en este viaje a Filipinas.

  • En muchos sitios no se puede pagar con tarjeta, o bien porque no están equipados o bien porque no les va bien la señal de WIFI.
  • No hay cajeros en todas las islas, y en las que las hay, no vas a poder sacar siempre dinero, por lo que os recomendamos ir no muy escasos de efectivo si queréis evitar algún susto que otro: pagos inesperados, tasas de aeropuerto, tasas del puerto o las tasas de medioambiente que no esperabas son algunos ejemplos.
  • De conseguir sacar dinero, tendréis que pagar 200PHP cada vez que lo hagáis al tener una tarjeta no local. Los cajeros suelen tener límite de 10,000 PHP por transacción, así que lo más seguro es que pagues está comisión más de una vez. A esto hay que añadirle cualquier comisión que tenga tu banco en España por retiradas de efectivo (de entre 3 al 5%, salvo que tengas una tarjeta especial para ello).
  • En épocas como Abril o Mayo (Semana Santa), la capacidad hotelera roza o llega a sus límites. Hemos llegado a ver 100% de ocupación en buscadores como Booking o Airbnb en varias islas por lo que mejor no dejar para última hora la reserva de alojamiento. En muchas de las islas, la capacidad hotelera no es excesivamente alta, o la calidad deja bastante que desear (hasta para mochileros económicos), por lo que no recomendamos dejar todo para última hora como es habitual hacer en otros destinos.
  • Es mejor que no dependas del WIFI del alojamiento en el que te quedes. Pese a que muchos hostales lo ofrecen no siempre funciona todo lo bien que quisieras o necesitas, sobre todo si piensas trabajar a distancia, comprar vuelos, u organizar el viaje sobre la marcha. Te recomendamos que compres una SIM local (compañía GLOBE) si tienes tu móvil liberado. Nosotros pillamos una para un mes con 4GB más 1GB gratis sólo en Facebook por 599PHP, aunque había opciones más baratas. Nos ha salvado a nosotros y a amigos en más de una ocasión.
  • Intenta evitar vuelos con conexiones muy juntas ya que hemos visto muchos retrasos en aviones. Si vas a destinos como Boracay, dónde dependes de un barco, ten en cuenta los horarios del puerto y los horarios de llegada de tu avión para así evitar sorpresas.
  • Únete al grupo de mochileros por Filipinas en Facebook, dan muchos consejos e ideas. Además te pueden salir grupos y amigos para compartir excursiones y conocer gente súper interesante.
  • No te olvides de sonreír y tomarte las cosas con calma. Recuerda lo que dicen “It´s more fun in the Philippines”.

Nuestra ruta

En nuestro paso por Singapur, pudimos medio organizar la primera parte de nuestro viaje a Filipinas. Entre lo que miramos ahí, lo que fuimos leyendo sobre la marcha y lo que descubrían nuestros amigos que viajaban al mismo tiempo que nosotros por Filipinas fuimos definiendo la ruta. Muchos nombres e islas a tener en cuenta para “tan pocos días”: Manila, Palawan, El Nido, Cebú, Bohol, Malapascua, Siquijor, Siargao, Port Barton, Corón, Boracay, Panglao, Moalboal, Bantayán, Isla de Gigantes…

Decidimos que de los 29 días que íbamos a estar, 15 queríamos estar “tranquilos” y los otros 15 “algo más movidos”. Siempre buscando la playa, añadiendo algo de surf en el que me quería iniciar y sin perdernos las excursiones que tanto he oído hablar en la zona de Palawan, especialmente en El Nido.

Con esa premisa, y tras los follones que se produjeron en Bohol en la fecha en las que estábamos decidimos la siguiente ruta.

  • Vuelo de Singapur a Manila. Llegamos muy tarde por lo que hicimos noche y salimos temprano al día siguiente (1 día)
  • Boracay (7 días que tuvimos que alargar 2 por las lluvias)
  • Siargao (7 días – lo mejor que pudimos hacer)
  • Cebú (2 días – para trabajar y por conexiones de vuelos)
  • Palawan (11 días) distribuidos en:
    • Corón (2 días)
    • El Nido (3 días)
    • Port Bartón (3 días)
    • Under River (1 día)
    • Puerto Princesa (1 día)
  • Manila (1 día para salir camino a Vietnam)

Buenos días Boracay! Creo que nos vamos a llevar muy bien tú y yo! #Boracay #paradise

Boracay: Empieza la ruta por Filipinas

Nuestro viaje a Boracay fue con parada previa en Manila. Sólo salen dos vuelos desde Singapur a la capital filipina así que cogimos el que nos dejaba a las 21.30, sin tiempo para poder hacer escala el mismo día.

Por todo lo que habíamos leído antes de ir a Filipinas, me dio la impresión de que Manila es una ciudad un poco caótica y poco segura, así que decidimos no pasar más que la noche obligada en la ciudad y aprovechar ese tiempo extra en alguna de sus islas. Tras llegar al aeropuerto tuvimos que esperar una larga cola para sacar dinero del cajero ya que no llevábamos ni un PHP. Tras tres intentos fallidos (algo bastante común en Filipinas – si te pasa, comprueba que no te han quitado el dinero de la cuenta, a mi me pasó pero me lo devolvieron sin problema), tuve que ir a otro cajero donde por fin pude sacar los primeros billetes.

Mi primera experiencia en este exótico país fue con el taxista de turno camino del hotel. No me preguntéis como pero me empezaron pidiendo 400PHP por el trayecto, precio que consideré muy elevado por las referencias que había visto en otros blogs. Al final acabamos cogiendo otro taxista por 500PHP: un jaque mate mortal a mis dotes negociadoras de las que tanto suelo presumir.

El vuelo a Boracay la mañana siguiente era a las 09:45, llegamos con tiempo de sobra y nos hizo gracia comprobar como para pasar los controles de seguridad en el aeropuerto hacen dos filas, una para chicas y otra para chicos. Como si el tema de seguridad fuera por sexos.

Antes de embarcar, tomamos la que quizás ha sido la mejor decisión del viaje: comprar una tarjeta SIM de la compañía GLOBE por 599PHP (válida para 30 días, con 4GB y 1GB adicional para la app que quisiéramos, en nuestro caso Facebook). Este pequeño detalle, que para muchos pueda parecer una tontería porque “te vas para desconectar” nos ha salvado en más de una ocasión para poder comprar vuelos, reservar hoteles y realizar búsquedas “in-situ”.

En nuestro caso, volamos a Kalibo, aunque lo más sencillo (y de haberlo sabido) habría sido volar a Caticlán. Kalibo se encuentra a una hora y media en furgoneta del puerto de Caticlán. Al aterrizar, te vas a encontrar un mostrador con decenas de operadores ofreciendo prácticamente lo mismo: traslado en furgoneta a Caticlán y billete de barco por 250PHP (precios de Abril 2017).

Cuando llegamos al puerto de Caticlán, nos encontramos con la sorpresa de tener que hacer otra cola para pagar el enviromental fee (150PHP) y las tasas del puerto (75PHP). Son momentos como este donde agradeces tener efectivo en la cartera. Tras cruzar el charco en el barco (10 minutos), nos tuvimos que montar en uno de los famosos triciclos amarillos que por 120PHP nos llevó al que sería nuestro alojamiento durante los siguientes 7+2 días: Melinda´s Garden.

 

Boracay y sus zonas

Cuando se habla de Boracay uno se suele referir por defecto a la zona de la White Beach. Esta playa de unos 4km de longitud fue premiada como la mejor playa del mundo allá por el 2010, y la isla también ha sido nombrada como mejor isla del mundo. Es por ello por lo que no es de extrañar su explotación en los últimos tiempos: por lo que he leído la isla no tiene nada tiene que ver a lo que era antes de que el turismo de masas la conociera.

Desde mi punto de vista, aún quedan rincones de ensueño que da gusto recorrer. La White Beach se divide en tres zonas: Zona 1, 2 y 3. Cómo si de un semáforo se tratara, para mi la zona 1 es rojo (no ir), la 2 es ámbar (no deberías ir) y la zona 3 es el verde (go área).

Al haber construido literalmente cada metro cuadrado de la playa (en zona 2 y zona 3), podrás comprobar como todos los resorts se encuentran en estas zonas. El cúmulo de gente por el estrecho paseo es notable así como la oferta de todo tipo de actividades que de forma constante, aunque respetuosa, te vas a encontrar.

Boracay es conocida como la Ibiza de Filipinas. Desde mi punto de vista no tiene nada que ver, pero lo dicen por el hecho de ser la isla dónde vas a poder encontrar más fiesta, bares con música durante todo el día y más jaleo. Eso fue lo que nos encontramos el primer día cuando nos recorrimos toda la playa para “investigar la zona”… y nos quedamos con la sensación de… esto no es lo que buscábamos.

Y por eso precisamente nos alojamos en la zona 3. Imagino que la zona 3 se parecería más a lo que antiguamente era toda la isla (o al menos proporcionalmente). Un área muy tranquila y con precios en los restaurantes ligeramente más bajos.

La arena blanca hace justicia al nombre de la playa, aunque el tono cambiante del mar bien podría darle cualquier otro apodo. Fue en estas playas donde pasamos la mayoría de los días: comiendo, descansando y haciendo ejercicio mientras disfrutábamos de sus hermosos atardeceres.

Quien dijo que el mar era azul? #Boracay #whitebeach #kiennoarriesganogana #dia11

Uno de los mejores placeres es ver cómo se acercan los niños para saludar y preguntar cómo te llamas. A nosotros nos dio por inventarnos juegos en la playa con la pelota que compramos en Singapur, y los peques se acercaban curiosos a mirar. Algo tímidos, no se animaron a unirse con el juego, pero sí con sus sonrisas.

 

Algo bonito tendrás cuando dejas hasta a los niños paralizados... #Boracay #sunset #kiennoarriesganogana

Nuestro Alojamiento: Melinda´s Garden

Teníamos claro que la zona 3 era nuestra zona, y ahí dimos con Melinda´s Garden. 8 cabañas con mucho encanto en mitad de un jardín que está a 45 segundos andando de la playa. No sabría decir qué tiene más encanto si las cabañas en sí, o la dueña, Melinda, que nos ayudó y nos hizo la estancia súper agradable. Os dejo unas fotos y os invito a que la conozcáis en persona para que juzguéis vosotros mismos.

La señal de WIFI desde nuestra cabaña, funcionaba a ratos, pero cuando lo hacía, funcionaba perfectamente. Ahí fue donde vi cómo ganaba el Atleti al Leicester en directo, y dónde pudimos organizar el resto de nuestro viaje a por Filipinas.

Aprovechamos la estancia para dormir hasta 12 horas seguidas, destrozar a Bea a los dados, hacerle un truco de magia inolvidable y trabajar relajadamente en la terracita bajo las tormentas nocturnas. Una auténtica maravilla.

Dónde comer en Boracay

Nuestras comidas y cenas se centraron en la zona 3 y estos fueron nuestros dos sitios favoritos!

  • Tree House: Comer en un restaurante en un árbol ya es de por sí algo exótico, pero si le añades la música en directo y su exquisito calamar a la brasa ya es para no pensárselo!
  • Hey Jude: Su apariencia no es especialmente llamativa, al ser un hotel, pero sus mini hamburguesas y may thais se ganaron nuestro estómago.

 

Qué más hacer en Boracay

Boracay es una isla pequeña, pero además de todas las actividades y excursiones que te ofrecen en la White beach, dispones de otras tres playas a las que si tienes tiempo, deberías escaparte.

La Bukka beach fue nuestra favorita. Situada al norte de la isla, nosotros conseguimos un triciclo por 150PHP. También de arena blanca, los primeros metros están llenos de hamacas y sombrillas que podrás alquilar. Si sigues caminando llegarás a la zona tranquila y libre de barcos donde podrás disfrutar del contraste del azul del mar y el verde de la montaña, una maravilla. La oferta gastronómica, en cambio, no merece mucho la pena, además de ser cara. Si volviera a ir me llevaría mi propio picnic para comer tranquilamente en la playa. Tras la puesta de sol, los triciclos se acumulan al salir de la playa para poder pescar a alguno de los turistias que quieren volver a la White beach.

Hoy hemos cambiado de playa, al norte de Boracay... #phillipines #pukabeach

A veces un simple paseo por la playa o un buen entrenamiento mientras anochece es todo lo que hace falta #cogiendocolor #madbarz #kiennoarriesganogana #dia8

La Ilig-Illigan beach tiene mucho encanto al ser una playa mucho más desierta que la White beach y la Bukka beach. Ahí, con la lección aprendida, nos llevamos nuestro propio picnic. Conocimos a un chaval, con el que cogimos un barquito para hacer snorkel en unos corales que había no demasiado lejos de la orilla. Las fuertes corrientes del mar nos obligaron a quedarnos por allí más de lo planeado pero la excursión nos dió para ver una serpiente marina, una medusa, una estrella de mar y algún que otro banco de peces. A la salida de la isla nos llevamos la sorpresa… no había ni un triciclo esperando… estaban todos en la Bukka beach. Recibimos la oferta de motoristas pero al final decidimos andar 15-20 minutos hasta la calle principal donde ya sí, nos cruzamos con el ansiado triciclero que nos llevó a casa!

Porque en el fondo, de lo que se trata es de que cuando seamos abuelos y miremos por el retrovisor, veamos estos momentos llenos de sonrisas #boracay #filipinas #kiennoarriesganogana #dia13

Las anécdotas del viaje

Un buen viaje está formado por anécdotas. Experiencias que te hacen aprender y convertirte poco a poco en una sabia persona, tan sabia como tu madre, para así poder decir en todo momento y a cualquier persona ese temible “te lo dije”. Pues bien, nosotros tuvimos alguna.

Dicen que todo pasa por una razón. El caso es que nos encontrábamos en el hostal organizando el resto del viaje a Filipinas. La idea era ir a Bohol, para ver las chocolate hills y el pequeño tastar… Nos dio por preguntarle a Melinda, que qué le parecía aquello… cuando nos dijo que “era peligroso”. Nos contó la historia que estaba sucediendo durante esos días con el ISIS y el ejército… y comprobamos que efectivamente, era algo serio, por lo que tuvimos que cambiar los planes y buscar alternativas. Fue entonces cuando se puso a llover, con amenaza de tifón que nunca llegó, pero fue suficiente para que decidiéramos retrasar el vuelo dos días más en los que decidimos trabajar. Gracias a esos cambios de planes y la fortuna, coincidimos en tiempos con Sandra, David, Adri, Scott… y decidimos irnos a Siargao, una isla mágica de la que hablaré en el siguiente post.

A dos días de salir de la isla, decidimos sacar dinero para no ir demasiado justos en el siguiente destino. El caso es que el Jueves y Viernes santo, son vacaciones en una Filipinas muy religiosa. Eso implica que los bancos cerraron esos dos días, más Sábado y Domingo. Al no poder pagarse en todos los sitios con tarjeta, por problemas con la señal del WIFI, se ve que todo el mundo recurre al cajero para sacar dinero… hasta el punto de dejarlos vacíos! (Se ve que el cash en los cajeros no es infinito!).

El domingo antes de irnos intentamos sacar dinero de hasta 8 cajeros, sin suerte… y con el miedo de que nos pasara como en Manila y el cargo nos cargara los intentos fallidos. Con tan sólo 200 pesos en el bolsillo, no teníamos dinero suficiente ni para salir de la isla. Seguimos paseando en busca de todos los ATM hasta que al final conseguimos dar con uno que nos dio lo que necesitábamos, pero desde entonces ya no me he visto en situaciones tan límite de cash!

Información útil

Te planteas ir a Boracay y quieres tener alguna referencia de precios? Aquí los tienes (precios Abril 2017).

  • Botellín de agua: 20PHP
  • Pizza: 250-280PHP
  • Ensalada o plato normal: 180 – 230PHP
  • Triciclos a las playas: 150PHP
  • Boat ticket a la isla: 50PHP
  • Enviromental fee: 150 PHP (sólo al entrar no al salir)
  • Port fee: 75PHP
  • Furgo de Kalibo a Caticlán: 200 PHP