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Son mucho los intentos que he hecho para escribir en el blog en este último mes y como habéis podido comprobar he fracasado en cada uno de ellos.

Es complicado retomar las entradas en el blog después de tanto tiempo, hay mucho que contar y el hecho de resumir lo deja todo tan insulso y aburrido como la respuesta que te puede dar alguien al que no ves en años cuando le preguntas que qué tal… la respuesta es predecible “Nada tío todo bien, tú?”
Dependiendo de cómo lo mires, un mes da para mucho o para nada, en este caso, el último mes ha sido el más intenso con diferencia desde que me mudé a Inglaterra. Tras dos meses en el trabajo me comunicaron que, tras la marcha de un compañero, me iban a mover de equipo para ocupar ese sitio. Este cambo implicaba también llevar unos proyectos nuevos de la empresa que me encantaría poder explicaros pero que me temo que todavía ni yo llego a comprender. La nueva situación está consiguiendo un incremento diario en mis conocimientos directamente proporcional al aumento de mi tensión arterial, que ha llegado a estar en niveles que ni Urdangarín ante el “polígrafo” y Camacho contra “Korea” juntos.
Visita de Migue & Bego
Con interminables horas de estudio en el horizonte, vi como llegaban Migue y Bego con las maletas en lo que se ha convertido en la segunda visita oficial que hemos tenido en Londres (a ver quién sigue su ejemplo!). Aprovechamos nuestros conocimientos londinenses para enseñarles las zonas más chulas de aquí. El reencuentro fue de lo más emotivo. Vinieron a recogerme a las oficinas a las 17.30, hora a la que salgo, y no encontraron mejor sitio dónde ponerse que al lado de la ventana dónde estaba sentado. Migue acompañó esa presencia con saltos y levantamientos de brazos que no sólo llamaron mi atención sino la del resto de mis compañeros: “Sergio, ¿estás esperando a alguien? creo que ahí hay amigos tuyos…” Debía de ser ese aspecto español que tenían ya que sus gritos de “Xaaaaapiiiii” no creo que los comprendieran. Acto seguido media oficina se puso a saludarles mientras comprobaba como se iban haciendo más y más pequeños.

 

Esas veces en las que nos miramos y nos vemos más pequeños…

Quién conduce hoy?
Cortos se hicieron los dos días que estuvimos con ellos ya que Bea y yo aprovechamos uno de los días libres de Semana Santa para irnos a recorrer parte del Reino Unido. Cogimos un tren dirección a Bath y allí nos alquilamos un coche. Afortunadamente no tenían el Auris que habíamos reservado y nos tuvimos que conformar con un Golf 2000 automático. Cogimos carretera hacia Bristol y tras dejar a Alonso en la cuneta con su Ferrari de de mierda llegamos a nuestro destino. El viaje se convirtió en una pelea por ver quién era el encargado de conducir  a cada uno de los sitios marcados con una X en el mapa… mi pobre sentido de la orientación me sirvió de excusa para llevar el volante siguiendo instrucciones durante el primer día y medio, pero me dejó sin plan B para el resto del viaje. Nos alojamos en una casita rural con encanto dónde disfrutamos de los paisajes y de la tranquilidad de la que carece la capital. Nos dio tiempo a visitar Cardiff, Bristol y Bath (a cada cual más bonita). La velocidad de crucero se vio contrarrestada por la ingente cantidad de radares (los que me conocéis sabéis que no nos llevaos nada bien) y por el número de rotondas existentes.
Cardiff
Puente de Bristol
El lunes tocaba volver a la realidad, sin embargo la llegada ese mismo viernes de mi hermana evitaba que el síndrome postvacacional se apoderara de mí. Su llegada coincidió con la renovación por otro año del alquiler de la casa en la que nos encontramos. Cómo no podía ser de otra manera, mis padres le metieron algo en la maleta para el niño… y no… no era ni chorizo, ni jamón ni tampoco una botella de ron… Mis padres debieron pensar que no había nada más ilusionante que… un aparato para medir la tensión!


Los cuidados de mi hermana
Tonterías de Sandra

Con su visita, Sandra se convirtió en la primera persona que nos ha visitado a Colchester y a Londres por lo que la premiamos con la compra de un colchón doble inflable que colocamos en mi cuarto para hacer sus 10 días de estancia más llevaderos. Tocaba un fin de semana intenso para compensar mi ausencia por curro entresemana. El sábado nos recorrimos más km que todos los concursantes de Pekín Express juntos. La mañana siguiente, mientras me daba una ducha caliente para preparar el segundo día de excursión, el cuello volvió a jugarme una mala pasada: “tortícolis fulminante”. Tal cual salí de la ducha me tuve que meter en la cama y estar dos días sin poder ni asentir con la cabeza. El cabreo de no poder hacer nada con mi hermana ese día, y la tensión de tener que faltar al trabajo no creo que ayudaran a mi recuperación: dos semanas para estar de nuevo en plenas condiciones. El resto de días disfruté de su presencia, de sus tonterías y de la alegría que transmite tener a la familia y a los seres queridos cerca. Aprovechamos para hacer cosas que no haría si no estuviera ella como ir a ver el musical de “Los Miserables”  y cantarle a Bea todas las noches esas canciones de las que entendíamos 3 palabras y media. Como todo en la vida, todo tiene su final. Su marcha agravó la ya habitual crisis dominguera dejándome con esa sensación de vacío que tengo cada vez que vuelvo de España y con esa pregunta que tanto inquietó a Mou, ¿Por qué?

¡Hasta la próxima compañera!
Musical Los Miserables “I dream a dream lorololooo”
Los frenéticos días en el trabajo, las presentación de informes, las llamadas de teléfono y las visitas a clientes no me permitieron ni un respiro. Las amenazas de mi madre por Skype preguntándome por la funcionabilidad de su regalo dieron sus frutos… como si de otra clienta se tratara ahora informo de mi máxima y mi mínima con una precisión en su ejecución que ni las obras de teatro.

Impresionante actuación  de una precisión indescriptible.

Tras un par de informes negativos ya estaba mi madre mandándome al médico para controlarme la tensión y Bea metiéndome valerianas en el yoghurt cada vez que me despisto. Dos días antes de ir al médico, y para evitar que volvieran a llamarme gordo en mi puta cara, decidí inscribirme en la dieta por puntos online “Weight Watcher”. Yo no la conocía pero se ve que es famosa ahí también. Para aquellos incultos como yo, la idea consiste en transformar cada plato de comida en puntos. Dependiendo de tu peso, edad y sexo te permiten comer “x” puntos al día (además de los puntos extras semanales). Si te limitas a ese número de puntos se supone que adelgazas. Así que aquí estoy, como un gilipollas metiendo cada comida en la app del Iphone, pesando las comidas, midiendo la cantidad de proteinas, fibra, carbohidratos y grasa de cada alimento y decidiendo a qué restaurante voy en función de los puntos de cada menú. Los putos números de la dieta me dan más miedo que los números de Lost. 

En pleno proceso de dieta tuve que asistir a las oficinas de Google en Londres para recibir uno de los trainings que nos han dado para este nuevo proyecto que os comentaba. Lo primero que vimos cuando entramos en las instalaciones fue la planta que tienen como comedor, con diferentes tipos de cocinas a modo de Resort para según qué quieras comer. Puedes decantarte por las ensaladas, carnes, nudles, pescado y docenas de menús cocinados delante de ti. En la zona central puedes encontrar frutas que no sabía ni que existían y todo tipo de tartas y dulces “cheescake” “tarta de chocolate” “pastel de manzana”… la lista es infinita. De beber hay neveras con todos los tipos de zumos, batidos y coca colas ya retiradas de otros mercados. Todo gratis claro. Tuve que decantarme por unos nudles “light” y por tarta de manzana, que, como tiene manzana, no engorda.
Hay cosas que no se pueden resistir…
Tras el training, me puse un babero para no manchar la moqueta mientras nos daban un tour por las instalaciones: 6 plantas del edificio están dedicadas a Google. La última planta está formada por un gimnasio con más máquinas que el mío, con un entrenador personal, sala de aerobic y vestuarios. La Biblioteca con acceso a la terraza para disfrutar de las vistas de Londres buscan tu relajación e inspiración con espacios también para escuchar música , areas con luminosidad variable… Para aquellos que estén estresados trabajando pueden reservar hora de masaje, también gratis, no vaya a ser que no les de para final de mes. También vimos la sala de eventos con capacidad para unas 250 personas, no sé quien se atreverá a hablar ahí pero está bien tener la terraza al lado por si te da un ataque de pánico…
Días como aquel son los que hacen que me sienta un privilegiado por estar donde estoy. Lo cierto es que me motiva mucho mi trabajo, me entusiasma la posibilidad de aprender cosas nuevas cada día, de enriquecerme personal y profesionalmente. Me enorgullece poder desarrollar toda mis funciones en inglés y conocer a gente más que cualificada que encima ayuda a mi formación. Me siento lleno con todos los planes e inquietudes que me rodean y sobre todo el poder compartirlo con la persona que está a mi lado.  Al mismo tiempo siento la presión del día a día, la exigencia de los resultados, los miedos del idioma, las inseguridades y la responsabilidad de responder a las expectativas que tienen en uno. Toda esta mezcla de sensaciones explotan en algunos momentos del día y me llevan por una montaña rusa que me tienen algo mareado, algo superado. Sé que cuando menos me lo espere miraré atrás y me reiré de todo esto pero he de reconocer que a veces ni durmiendo me relajo y me empiezo a olvidar de lo que en realidad consiste todo esto, que es disfrutar del día a día, trabajar en horario de trabajo y disfrutar del tiempo libre. Dicen que no se puede tener todo, que teta y sopa no caben en la boca pero estoy seguro de que si abro bien la boca me cabrá teta y al menos algún fideillo… intentaré no atragantarme…