Seleccionar página
Recuerdo la ilusión con la que escribí el último post, tan sólo faltaban unos días para embarcar en el avión rumbo a Málaga… ains… qué lejos queda ya todo eso…

Es difícil resumir 16 días increíbles en unos párrafos. Aterricé sin creerme que ya estaba en mi tierra, perdido, incluso mi madre me dijo que me notaba “serio”. Siempre me he considerado una persona alegre y he de reconocer que me preocupa que la gente me vea alicaído, y es que a veces uno no se da cuenta de que lo está hasta que se lo dicen.  No tenía mucho tiempo para pararme a pensar entonces, pero lo hago ahora.

Ejemplo de cómo uno no se da cuenta de lo que pasa hasta que te lo dicen

Tenía por delante un fin de semana lleno de sorpresas, fiesta y buen tiempo. Como buen malagueño, lo primero que hice fue ir directo a la peluquería (había que evitar ponerse moreno antes de cortarse el pelo, por eso de evitar las marcas, todo calculado). Comí como los pavos con mi madre y mi abuela y a las dos horas ya estaba Juanjo recogiéndome para irnos a Conil donde la despedida de soltero de Alberto tendría lugar al día siguiente. Me había despertado en un país, había pasado unas horas en Málaga y me acostaba en Cádiz, es increible lo que da de sí un día si te lo propones. Hicimos una vuelta de reconocimiento saboreando los rones de cada bar con la excusa de pedir precio de “reservado” para la despedida de soltero de Alberto.
Única foto de la despedida que se puede mostrar 😉

Alberto no sabía que asistiría a su despedida así que el encuentro fue bastante emotivo. Sin casi darnos cuenta, ya estábamos navegando y bebiendo en el velero. Es gracioso comparar el principio y el final del paseo. Empezamos tranquilitos ofreciendo coca cola al capitán y recogiendo el tapón de la botella que se había caído y acabamos desmadrados, “descorchando” la botella de plástico de tinto en la cara de Migue, dejando toda toda la cubierta  roja y con un lanzador de peso olímpico (Borja Vivas) lanzándonos por la borda como si fuéramos papelitos de papel…desfase… Mientras tanto, ahí estaba yo, estrenando orgulloso mi cámara Go Pro Hero 3 para plasmar todos los momentos de las vacaciones incluso debajo del agua si hacía falta. Tras llevar grabando 2 minutos y con la cámara bien atornillada al arnés que a su vez iba sujeto a mi pecho, decidí saltar al agua para tener algunas imágenes espectaculares. Cuál fue mi sorpresa cuando, al llevarme la mano al pecho, me di cuenta de que acababa de perder 350 pavos. A gritos de “he perdido mi cámara!!!” la muy hija de puta seguía grabando mientras se hundía (5-6 metros). Para qué comprar el accesorio que la hacía flotar, pensé… La mejor manera de empezar las vacaciones y la despedida… Sin ánimo de llamar mucho la atención y cortar el rollo a la gente hice sólo dos intentos fallidos de sumergida. En el primero casi me explotan los oídos, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta que me duelen cuando me sumerjo en la piscina de los niños chicos. En el segundo, casi me ahogo cuando al intentar subir me di cuenta de que el aire que me quedaba en los pulmones no era el que yo necesitaba, visualicé a Leonardo Di Caprio hundiéndose pero me negué a morir de una forma tan tonta. Los litros de alcohol que llevaba en lo alto seguramente no me iban a ayudar a encontrar un mojón así que decidí que entre perder la cámara, y la cámara y mi vida, compensaba sólo perder la cámara (lo sé, cuando estoy ciego soy más sabio). El que no cesó fue Arquero, quizás más borracho que yo pero super bien equipado (?) gafas y aletas… (?) He de reconocer que yo no daba un pimiento por él, con cariño. Tras 20 minutos intentándolo ahí sacó Aquaman la mano con algo que brillaba… ¿era eso la cámara?… DESFASE… ahí saltamos todos con nuestras bebidas para ahogar al héroe del día… casi lo matamos, y casi perdemos la cámara de nuevo, pero eso ya era lo de menos, así somos los tíos. Gracias xapa, gracias ciclo. Para mi ese es el resumen del fin de semana, una manada de salvajes pasándonoslo en grande y haciendo el polla.

Disfrutando de las playas de Cádiz

Tras un fin de semana increíble, tocaba relajarse por fin con Bea. Estuvimos 5 días en Cádiz recorriéndonos diversas playas que siempre había querido enseñarme, comiendo atún, calamares, y toda clase de “cosas” marinas que tanto se echan de menos en estas tierras, recuperando los kilos perdidos y cogiendo color para igualar a los colegas y no desentonar en la boda del año. El sentir la arena en tus pies, el escuchar las olas de fondo, el olor a mar,  el quedarte dormido mojito en mano, presenciar esas puestas de sol y notar cómo te enciende la piel, el amanecer sin sueño, saborear la comida y sentir que estás cerca de los tuyos… todas esas sensaciones hicieron que recargáramos esa batería que estaba ya semivacía. Es curioso lo de las vacaciones, sólo se disfrutan cuando uno tiene trabajo, cuanto más tiempo libre se tiene menos se disfruta.

Las puestas de sol
Surfero total
Combatiendo contra el mar

Sin demasiado tiempo para creérmelo ya había consumido una semana de las dos que tenía libres. Tocaba volver a Málaga para poder disfrutar de la familia. Mis padres y mi hermana se habían cogido la semana para poder juntarnos todos en casa. Me puse como objetivo dejar todo recogido y ayudar con las cosas del hogar… pero volví a fracasar (lo siento mama!). Me dio tiempo a bajarle los humos a mi padre al ping pong, a demostrar al tenis que Nadal es un mierda a mi lado y a consagrarme como el peor jugador de Mónica (cartas) de la historia. Disfruté de conversaciones con mis padres, de la presencia de mi abuela y mi tia y cómo no, de los planes raros de mi hermana… ahí que me plantó una lista de cosas que hacer en sus vacaciones (la próxima vez cómprate un mono!). He de reconocer que me negué a hacer la mayoría pero acabé accediendo y disfrutando de todas ellas; ¡parascending y barranquismo incluidos!

Por favor que no toque el fondo!
Parascending: Las ideas de mi hermana…
La tradicional BBQ – Gracias Dulceee

Me dio tiempo a ver a casi todos los colegas. Me reencontré con la pandilla del colegio, comprobé como Sergio Jr sigue creciendo a pasos agigantados de la mano de Juanjo & Sara, disfruté de la clásica bbq en casa del pricu, de la timbita de poker en casa de Sacha y del showarma con Dani mientras charlamos hasta las mil de la mañana. Degusté la cocina mediterránea con la compañia de Juan y Bea y de los helados en Inma! Conocí por fin a la abuela de Bea y probé el famoso salmorejo de Pedro. Parecía que el tiempo no había pasado y que no me había ido de Málaga, sin embargo en todo momento he sentido que las vacaciones estaban a punto de terminarse. Como siempre que bajo, me dio la sensación de que no vi a nadie todo lo que me hubiera gustado, de que uso mis vacaciones para intentar ver a todos y de que me vuelvo casi más estresado por no  haberlo conseguido.

Jugando con Sergio Jr
Esos reencuentros con mi gente de siempre

 

Como broche final, tocaba asistir a la boda de Alberto & María: el motivo por el que habíamos decidido coger las vacaciones en esa fecha. No sé muy bien como expresar un evento tan emotivo. Presenciar como dos amigos tan cercanos se casan y poder compartirlo con todos tus amigos a los que hace tanto que no ves es inexplicable. La boda estuvo de 10, la comida de 11 y la fiesta de 20. Hubo noticias increíbles; otros amigos que se comprometen, otra pareja que espera crecer… todo eran alegrías… Bailes tontos, abrazos, brindis, pactos de viajes que nunca se cumplirán y muchas risas. Las manejillas del reloj corrían más que Usain Bolt y la noche se acababa muy a mi pesar. Fuimos los últimos en salir del hotel, sabíamos lo que eso suponía…

Con los novios!
Las niñas
Los niños

Así fue como se acabaron unas vacaciones memorables y como llegaba el día que tanto temía llegaría. La última tarde de domingo decidí darme un paseo por la orilla en plan meditación, intentando autoconvencerme de que estoy haciendo lo correcto. Me fui con la sensación de no poder quejarme porque la situación que tenemos aquí es como para estar contentos, pero tras despedirme de los mios, tras montarme en el avión y despegar noté como esa alegría se iba desvaneciendo, como esa felicidad se iba quedando atrás y como esa seriedad que mi madre notó el primer día al aterrizar se volvía a apoderar de mi. No es algo alarmante, espero que pasajero pero sí… reconozco que os echo mucho de menos… a todo… a todos…

Cómo nos sentimos cuando llegamos y cuando nos volvemos